Luciana Peker es periodista especializada en género, activista y autora de libros como Putita Golosa y La revolución de las hijas. Formó parte durante casi 10 años del suplemento Las 12 y actualmente trabaja en Infobae, Radio Nacional y Radio con Vos. Peker es periodista hace 25 años. Escribió sobre anticonceptivos gratuitos hace más de dos décadas, sobre la urgencia de la legalización del aborto, destacó la importancia del goce y el deseo, también sobre casos de violencia de género y abuso sexual. Por esto, vivió la persecución, amenazas y violencias. En diálogo con Sudestada, habló sobre la situación actual de las mujeres en los medios y sobre qué pasa con quienes escriben sobre temáticas de género.
Por Florencia Da Silva
¿Cómo vivís actualmente ser periodista de género? Con respecto a las temáticas que se abordan, la frustración con determinados temas y las luchas actuales.
Soy periodista especializada en género desde que tengo 24 años. Escribí desde la Revista Luna en 1998, o sea hace un siglo, y hace 25 años. Escribía de temas que después se volvieron masivos cuando casi nadie escribía y cuando estos temas no eran temas masivos en Argentina. Desde el derecho al aborto hasta la violencia de género y muchos otros temas. Nunca creímos, quienes lo hacemos de hace tanto tiempo, que iban a llegar a ser tan masivos y, a la vez también, después de ser tan masivos -el pico fue en 2015, 2018- tampoco creí que las agresiones iban a ser tan fuertes y creo además que las audiencias, las lectoras, las pibas, las mujeres tienen que volver a leer a las periodistas de género. No a mí, sino a muchísimas. Porque creo que hay una terrible venganza contra las mujeres que a partir de la escritura transformamos la historia junto a mujeres que las transformaron desde otros lugares, como la calle, la academia, los barrios, las universidades, los colegios y muchos otros. Hoy es muy hostil ser periodista de género.
Recientemente contaste que fuiste amenazada de muerte por hablar sobre casos de abusos ¿lo ves como un llamado para que dejes de hablar?
En principio creo que durante toda mi vida -porque 25 años de escribir es una vida entera, no es solamente un trabajo, no es una parte chica de tu vida- recibí aprietes y vivimos épocas de backlash con distintas denuncias de abuso. La verdad es que también por supuesto que pesa. Porque una vida entera en el que tenga tanto costo escribir por supuesto que se siente, duele, genera una mochila que es difícil de llevar. Estamos ante una sociedad que no quiere tolerar el abuso, pero que parte de ese freno del abuso tiene que ser que las periodistas que escribimos sobre abuso lo hagamos con libertad de expresión. No se pueden tomar como equivalentes a un noticiero que un día excepcionalmente un periodista informa de forma sensacionalista o revictimizando a la víctima, mientras que hay periodistas de género que lo hacemos con compromiso, con sensibilidad con ciertas pautas éticas y sistemáticamente, para que no sean casos excepcionales y monstruosos en donde se muestra algo como un horror pero después se suelta la mano y se suelta la temática.
El escenario que nos enfrentamos no existe solo para que nos callemos, sino que estamos corriendo riesgo. Subió un escalón. También me parece importante que el momento feminista entienda, que se dimensione, que se tomen medidas y herramientas para revertirlo, y que también haya más apoyo a quienes estamos contando. Hoy no es solo para que nos callemos, en principio también es para que se callen quienes sufren abuso sexual. Estamos corriendo riesgo directo. Es mucho más peligroso lo que está pasando. Creo que estamos a tiempo de revertirlo, pero que sí puede ser tan peligroso y que se vuelva irreversible.
El viernes pasado recibiste el respaldo de tus compañeras. Como contraposición a tanta violencia aparece la sororidad entre mujeres trabajadoras ¿Cómo lo recibiste?
El abrazo en Radio Nacional fue realmente muy emocionante. Hace muchos años que trabajo en la radio. Las periodistas de género en Argentina somos trabajadoras y somos trabajadoras de un gremio especialmente precarizado. Yo creo que, además, la crisis económica nos está precarizando para que podamos ser más vulnerables frente a los ataques. Entonces, el respaldo de compañeros y de compañeras es sumamente importante. También creo que hay que fortalecer el trabajo de las periodistas de género. Hay que ayudar a las periodistas para que puedan seguir escribiendo, fortalecer las condiciones laborales, hay que generar protección jurídica, apoyo terapéutico. Hay que garantizar condiciones dignas de trabajo en lo económico, en lo social. Hay que generar herramientas de cuidado, autocuidado y de cuidado social para que se pueda seguir escribiendo, sino de nuevo también la libertad de expresión corre riesgo por esas precarizaciones. Creo que la solidaridad, poder hablar, poder entender que este es un problema de trabajadores y trabajadores es fundamental. Así que estoy muy agradecida a Radio Nacional, a la comisión de género de la radio y a las personas que se solidarizaron.
En las últimas semanas nos enteramos de distintos casos de abuso y de violencia de género que eran conocidos por la agenda pero que quedaron impunes, al menos hasta el momento, como es el caso de Darthés y Gianola. ¿Qué entendés de esta situación? ¿Cuál es el mensaje? Me interesa tu mirada porque sé que estuviste acompañando a Thelma todos estos años.
Con los casos de abuso creo que hay fenómenos que son masivos y creo que hay un mensaje social de retroceder la denuncia de las mujeres, y que eso se exprese en fallos judiciales. Sin embargo, prefiero hablar de los casos que conozco porque me parece que es importante que justamente en cada caso sea valorizado qué pruebas hay en el expediente y cuáles son las respuestas judiciales. Si hay alguna denuncia que no tenga prueba suficiente, que no sea factible de generar una condena, por supuesto que soy respetuosa de la justicia, de las garantías procesales, y de lo que que creo que es el derecho a la defensa.
Sí creo que en el caso de Thelma había y hay pruebas muy sólidas en el expediente, y que el fallo de primera instancia de un juez suplente en Brasil es una vergüenza para toda la Justicia latinoamericana. Considerar que una violación agravada no se puede probar si no hay pruebas de la penetración del pene en la vagina, nos retrocede más de dos siglos. Es absolutamente peligroso para todas las mujeres de América Latina.
En principio, por supuesto que la violencia sexual es una situación que no se lleva adelante con testigos, es en el ámbito privado. Por supuesto que no vas a tener fotos o videos y mucho menos cuando estamos hablando del 2009. Por supuesto que no hay testigos. Por supuesto que no hay ADN, porque además estamos hablando de un fenómeno de personas que pueden recordar tiempo después. Además, en el caso de Thelma pudo denunciar en otro contexto, en el que veníamos hablando, yo como periodista venía hablando y escribiendo. Calu Rivero, Dignity, había contado lo que le había pasado. Anita Co había contado lo que le había pasado, y eso genera un contexto de recuerdo y de acompañamiento social que no estaba antes. Por lo tanto, sus circunstancias son distintas y por supuesto no va a haber prueba de ADN.
La Justicia dice: “¿por qué no se lo contó a dos amigas a los 16 años?”, pero basta ver las fotos de Thelma en Patito Feo para entender que no va a estar dando detalles de una penetración o no, para ver si un juez después convalida su relato. Es un fallo vergonzoso. La violación agravada está en la diferencia de edad, que por supuesto entre los 45 y los 16 años hay una diferencia muy marcada. Es la diferencia de poder de alguien diciéndole ‘vos conmigo siempre vas a estar en el trabajo’, y entonces sin él es que nunca lo iba a tener. Adelante mío Griselda Siciliani le dijo a Thelma: “siempre me pregunté que había pasado con vos”, por el talento que tenía, por la proyección de carrera. Es claro que el abuso quiebra una carrera laboral, profesional y vocacional muy importante. Eso muestra cómo se multiplican los abusos sobre las mujeres. Es un fallo que no tengo dudas que se va a revertir en las instancias de apelación, porque no podría pasar por los parámetros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Pero sí es importante que apoyemos a Thelma y que entendamos la gravedad de la situación, que la apoyemos en que pueda trabajar.
Hoy los ataques son una condena a Thelma, a quienes escribimos y a las que denuncian, son una advertencia para que otras personas no denuncien. Por supuesto que quiero que las personas denuncien abuso sexual cuando les parezca el mejor camino, puede ser otro el camino, no creo que la denuncia sea el único camino. Sí creo que hablar es el ABC de sanar, de reparar, de construir, de entender, de comprenderse. Hoy lo que está en juego no es solo poder denunciar o la impunidad: hoy se está condenando a quienes hablan y a quienes escriben. Si alguien quiere hablar de abuso sexual, y se considera prescrito, puede ser juzgado quién habla. Entonces está en juego la palabra de las víctimas de abuso sexual.
En los últimos años nacieron un montón de espacios de género y compañeras especializadas ocupando espacios en los medios, pero al mismo tiempo vemos cómo abundan las historias de violencias misóginas en los medios de comunicación, cómo se replican estereotipos violentos y se repiten los mismos errores históricos en los grandes medios ¿Cuál es tu mirada sobre el panorama actual para las mujeres y diversidades en los medios?
El panorama actual de las mujeres en los medios es de absoluto retroceso. En principio lo que hubo fue una interpelación hacia lugares muy masculinizados. Entraron más mujeres en los medios, eso es buenísimo. No necesariamente las mujeres tienen que ocupar espacios de género, o sea pueden hablar de política, de economía, de espectáculos y por supuesto de lo que quieran. Sin embargo, sí me parece que está claro que venimos de un país en donde las periodistas especializadas en género ocupamos un lugar importante y que casi no hay columnas de género en casi ningún lugar.
Muchas periodistas que tienen una especialización en periodismo de género trabajo tienen, pero ocupan lugares muy chicos y marginales. Está claro que en grandes medios de los dos lados de la grieta, incluso en en medios públicos, tendrían que haber ocupado lugares de mucha más relevancia. Eso no sucedió y hoy son muy pocas que ocupan lugares muy marginales, que están muy atacadas. Entonces, por supuesto que festejo que haya mujeres en los medios, pero hoy lo que hay no es un avance, es una enorme retroceso. Hay menos mujeres especializadas, súper atacadas, no han ocupado lugares centrales. Se habla de violencia o abuso cuando se habla de una manera que no es la que corresponde, no sistemática, ocasionalmente y de hecho cuando estamos amenazadas o pasan cosas graves no tiene una repercusión en los medios, que sería la que correspondería para situaciones tan graves como las que estamos atravesando.
También las audiencias, las mujeres las lectoras tienen que entrar a los portales que son especializados en género. Por ejemplo Las 12 de Página 12, Latfem, Mujeres que no fueron tapa u otros sitios de Instagram o de Twitter que puedan contar noticias. No hay que esperar que el algoritmo te lo tire porque las redes son machistas y no te lo van a hacer. No hay que esperar que te llegue el posteo, tenés que poner la lupita y buscar para poder apoyar. En el caso de mujeres que trabajan en medios masivos de comunicación Silvina Molina en Télam, Mariana Iglesias en Clarín, Ingrid Beck. Hay que buscarlas también, hay que leer sus notas porque sino en los medios hoy no hace falta la censura, dicen “estas notas no son leídas”. Hay que leer, hay que volver a leer. Hay un montón de medios provinciales muy valiosos, y periodistas como Sonia Tessa, el Periódico Pausa, Manuela Calvo -que ha sufrido un ataque tan fuerte en La Rioja-. También hay investigaciones como la de Sandra Chaer, Mariana Fernández Camacho que también escribe en Infobae.
Hay que buscar, hay que apoyar, hay que leer, hay que pedir en las Ferias del Libro que vayan mujeres periodistas, escritoras, hay que ir a verlas. Hay que reactivar un movimiento que es político y que es cultural, antes de que esas voces se cierren. Queremos que puedan hacer eco a reclamos, mientras hoy el silenciamiento, el castigo, disciplinamiento es tan grande. Entonces creo que estamos a tiempo, pero hay que estar activas y apoyar a las que hablan y a las que escriben.