A 50 años del primer B.A.Rock

En 1970 el país atravesaba su quinta dictadura militar. En ese contexto de censura y persecución, Daniel Ripoll de 21 años, entonces editor de la revista Pelo, organizó B.A.Rock, oficialmente presentado como “Festival de la Música Progresiva de Buenos Aires”. Un festival de cinco días de duración que reunió 32 bandas de lo que recién empezaba a conocerse como rock nacional. Género que perdió el protagonismo en la escena musical actual por el impacto del indie y el trap, junto con el surgimiento de las plataformas musicales diversas y la mejora del funcionamiento del negocio de la industria. El primer encuentro del B.A.Rock fue el siete de noviembre en el Velódromo de Palermo al que le sucedieron cuatro jornadas más en el mismo mes; por eso se conmemora su 50° aniversario. 

Por: Dolores Martínez

Con el transcurso de los años, el rock nacional impulsado por los artistas del 70´ fue desplazado del centro de la escena musical, de la misma manera que lo hicieron ellos en su momento con los géneros que estaban establecidos. Antes del festival, en el país predominaban el tango, el folklore y el bolero. Este espectáculo fue la primera experiencia masiva de rock argentino. Para ese entonces, el género como movimiento, todavía se estaba formando tanto en Argentina como en el mundo. “Lo atractivo era que el rock and roll proponía innovar desde el sonido, el ritmo y las letras que estaban lejos de lo que se había escuchado hasta el momento”, explica Ciro Fogliatta, tecladista de “Los Gatos”, banda fundadora del rock nacional con su primer tema “La Balsa”.  

Las propuestas artísticas con nuevos sonidos del trap y el indie lograron establecerse fuertemente en poco tiempo. Esto sucedió gracias al impulso de dos factores: el traspaso del CD a las plataformas de música vía streaming y un mercado más preparado para los negocios. “Hubo una caída en la calidad del rock. Las ofertas de las bandas no traen nada nuevo para aportar, cosa que si pasa con el indie y con el trap”, dice Ana Gallo, productora de Lauría Dale Play, empresa de management y booking de artistas y producción de shows. 

Nuevas plataformas

El primer paso en la industria musical para la debacle del rock nacional fue el cambio de la audiencia en la forma de consumir música. El estallido de las plataformas digitales corrió, casi por completo, la venta de discos y con esto, los músicos perdieron el ingreso de dinero de regalías y derechos de autor.

En las aplicaciones como YouTube o Spotify se puede escuchar una canción y ver el video oficial de manera gratuita, pero “el beneficio económico para el artista es ínfimo”, comenta Fogliatta. Esto pone en ventaja a los jóvenes de esta generación, porque crecieron con los avances tecnológicos instalados en la música. A diferencia de los artistas de épocas anteriores que, la mayoría, aún están arraigados a una forma casera y física de producción y distribución. “Lo de antes tenía ese sabor distinto por lo artesanal. Ahora es todo mucho más profesional”, dice el tecladista. 

Esto desembocó en un conflicto entre las productoras y las discográficas, porque al ser gratuita la música, Gallo afirma que para el público es más emocionante la experiencia de ir a un recital que comprar un CD. Originalmente, a partir de la venta de discos, las discográficas les daban dinero a las productoras para la organización de los shows en vivo. Con el cambio de conducta de la audiencia, se invirtió la situación y dejó mejor posicionadas a las productoras en cuanto a ganancias. Si bien las discográficas siguen firmando y distribuyendo artistas adaptados a la nueva normalidad de las plataformas, las productoras recaudan mucho más dinero con la venta de entradas.  

El negocio del rock

El segundo disparador para la caída del rock nacional es la evolución del negocio musical. El B.A.Rock le dio el primer reconocimiento a gran escala al género, porque en esa época había poco público rockero. “Tocábamos en clubes para algunos centenares de personas. Era impensable, incluso para la banda más famosa, tocar en un estadio o en el Luna Park”, cuenta Fogliatta. Actualmente, el negocio está mucho más aceitado, a tal nivel que cualquier artista puede llegar a presentarse en esos imponentes escenarios con una buena gestión. “La industria musical no se centra en el arte, solo se fijan cómo y con qué pueden ganar plata. Cuando un grupo les parece de fácil venta, lo toman, lo producen, lo promocionan y lo instalan en el mercado mediante publicidad”, sostiene Bernardo Baraj, saxofonista de “Alma y Vida”. 

El crecimiento de la importancia del negocio en la industria plantea un dilema con respecto a la calidad y el contenido de las letras de las canciones del momento. Por su parte, Baraj explica que los músicos sinceros producen a partir de una necesidad interna de creación que está muy lejos de la comercialización. “Si un artista arranca pensando en la manera de hacer dinero con su música, carece de valor artístico”, remarca el saxofonista. Sergio Ponfil, director de producto de Sony Music Argentina, respalda lo que dice Baraj y sostiene que el verdadero artista está por encima de las modas o de la monetización. “Hoy les puede ir muy bien comercialmente, pero dentro de 100 años no se si estarán entre los grandes músicos del siglo XXI”, concluye Ponfil. 

Hace 50 años, Daniel Ripoll le abrió la puerta al mundo de los festivales sin pensar que terminaría siendo el impulsor, no solo de un género musical, sino un estilo de vida. “El rock es un movimiento sociocultural que abarca muchos estilos dentro de la música”, explica Fogliatta. Actualmente, esta forma de vivir con la rebeldía original del rock, es continuada por las nuevas generaciones con distintos ritmos, letras e interpretaciones a la hora de hacer música. “Las bandas de esa época crecieron esquivando prejuicios e incredulidad, al igual que los artistas de ahora, solo que en sus comienzos era mucho más difícil”, comenta Ponfil. Mediante el B.A.Rock, Ripoll, le permitió mostrar al rock que la industria musical es una elección de vida; y le dio el puntapié inicial para que otros géneros como el indie o el trap puedan adoptarla.