“Encuentro de poetas”: una obra sobre Jacobo Fijman y Vicente Zito Lema

Demencia:
el camino más alto y más desierto

Jacobo Fijman

Encuentro de poetas es una obra teatral dirigida por Ana Yovino donde, a través de textos poéticos de Jacobo Fijman y Vicente Zito Lema, se narra el encuentro entre los dos escritores. A Zito Lema le llega a través del pintor Batlle Planas la noticia de que en un hospicio vivía un poeta llamado Fijman. Después de dos años de búsqueda, logra encontrarlo en la biblioteca del Hospital. A partir de allí, nace una amistad y una promesa: de poeta a poeta, si me muero, no dejes que me abran la cabeza, le dice Jacobo.

Por Natalia Bericat

Jacobo Fijman nació en 1898 en Uriff (actual Rumania). Su familia era de origen judío y tras la persecución llega a la Argentina con sus padres cuando tenía 4 años. A los 23 años, en 1921, Fijman es internado por primera vez en el Hospicio de Mercedes, actual Hospital Borda. Fue detenido por la policía y agredido físicamente. Luego de que es dado de alta, y unos años más tarde, publica en 1926 su primer poemario Molino Rojo. Expontáneamente me considero un surrealista, dijo alguna vez Jacobo Fijman sobre sus primeras poesías.

Molino Rojo recuerda la demencia, el vértigo.
Yo buscaba un título para esa obra que significaba mis estados.
Y reparé en un molinito viejo que tenía en la cocina.
De color rojo. Para moler pimienta.
Y vi en ese objeto todo lo que mi poesía quería expresar.
Jacobo Fijman, en el libro Cristo rojo de Daniel Calmens.

En 1942, es internado de manera definitiva hasta su muerte en 1970. En el espacio de la biblioteca, escribe poesía y dibuja, Realiza algunas salidas durante el día donde visita a amigos y consolida su vínculo con Vicente Zito Lema, quien lo va a buscar al Borda y lo lleva a su casa.

Cuando a mi me internaron hacía más de una semana que
estaba en la calle sin comer, sin dormir. Me aplicaron el electroshock.
Se ve que querían sacarme la enfermedad del cuerpo. Jacobo Fijman

En 1968, Vicente Zito Lema entrevista a Fijman en el Borda. Sus temas rondaban siempre entre la locura y la poesía.

VZL: ¿Jacobo Fijman: se siente un enfermo mental?
JF: No. Rotundamente. No. En primer lugar porque tengo intelecto agente y paciente. Y mis obras prueban que no solo soy hombre de razón, sino de razón de gracia, A pesar de este sitio, que como cualquiera se dará cuenta, no es el más adecuado para trabajar, he continuado en mi tarea: escribir poesía.

Vicente Zito Lema dedica un número entero de la Revista Talisman para homenajear a su amigo Fijman. En 1970, tras la muerte de su amigo, escribe el texto El ángel enjaulado donde relata cómo hace para sacar el cuerpo de la morgue del Borda y darle la última ceremonia al poeta. En una ambulancia, y gracias a la ayuda de un enfermero polaco, Zito Lema lleva el cuerpo a la Sociedad de escritores: me permitieron velarlo, pasé la noche a solas con él, me tomé media botella de ginebra y leí sus poemas y los míos. En la mañana llegó gente, hubo flores, y la tierra se abrió para recibir el cuerpo de mi amigo.

El vértigo de la poesía de Jacobo Fijman, el ritmo constante y esa pulsión que unen a la poesía y a la locura, como el propio escritor sentenciaba, es trasladada a la escena y a la obra de teatro Encuentro de poetas. En diálogo con Sudestada, Ana Yovino, nos cuenta cómo se construyó esta obra y cómo se fue resignificando a partir de la partida física de Vicente el último 4 de diciembre de 2022.


¿Sentís que hoy se resignifica la obra? De alguna manera, lo que comenzó siendo un rescate del poeta Fijman hoy es también un homenaje a la poesía de Vicente
Sí. Incluso en el breve lapso en que la obra tiene vida, de octubre hasta hoy, fueron meses en los que se fue resignificando. Desde el momento en que vino a ver Encuentro de poetas, dos meses antes de su partida. Según Regine, su compañera, ir al estreno fue su última salida. Otra cosa increíble que pasó fue que la obra terminó el mismo día que Vicente partió físicamente en diciembre. La obra, desde adentro, fue acompañando todos esos procesos. Siento también que la obra maduró. Fue muy difícil manejar esa caja. Ahora no se nota porque el actor lo resuelve enseguida, pero cuando estrenamos era todo mucho más “duro”. Ahora la obra tiene una fluidez que la puedo ver desde la platea. Siento que todos crecieron. Va cobrando otros sentidos: antes estaba más enfocada en Jacobo. Antes era Vicente buscando a Jacobo y ahora va la gente buscando a Vicente.

Foto: Francisco Bernabei

¿Cómo nace la historia, la idea de representar el encuentro entre Jacobo y Vicente?
La idea la trajo Alejandro Spangaro, el actor. Él trajo una obra donde está Jacobo con un interno del Borda ( que es ese personaje que aparece, con el que Vicente se encuentra y le pide cigarrillos).  Esa obra estaba muy bien, pero era otra cosa: era Jacobo mostrándole a un interno del Borda el teatro y mostrándole esa otra realidad.  En esa obra el único lugar humano era el teatro y ahora eso fue trasladado a la biblioteca.  La obra era un esqueleto de algo y yo sabía que había que trabajarla.  Ahí es cuando se me ocurre que toda la obra tiene que transcurrir en una caja.  La caja era la clara metáfora de lo desechado y que iba a permitir un juego con los cuerpos adentro. 

Prueba de maqueta

El texto no terminaba de funcionar y, ahora que veo como devino la obra, me doy cuenta que era otra cosa lo que se quería contar. Quise ser respetuosa y no modificar el texto. En un momento, me di cuenta que la historia conmovedora era contar la historia del encuentro entre Jacobo y Vicente. Por otra parte, yo no conocía la historia. Me parecía que iba por ahí la obra.  Ahí fue cuando arrancamos a buscar entrevistas de Vicente sobre el encuentro. Cuando juntamos todo el material, lo fuimos a ver a Vicente que en ese momento estaba dando Las Islas. Estaba en Hasta trilce y fuimos para contarle la idea.
Me escuchó y me dijo que lo llame. Cuando le dije que todo transcurría en una caja ahí me prestó más atención y me empezó a preguntar detalles. Para ese momento nuestra escenógrafa ya había hecho dibujos y bocetos de cómo iba a ser la caja. Cuando le mandé los bocetos se entusiasmó y me dijo Ojalá que esta obra se haga y yo le dije: claro. Ya estamos por estrenar. 

Vicente ya no salía de su casa cuando estrenamos la obra y quiso venir con Regine. Todo fue muy mágico. Hay cosas en la vida que te hacen pensar. Es eso que dice Vicente: Valió la pena. Lo fuimos a buscar para que entrara a la obra y se quedó un rato escuchando al violinista que está en la puerta, que es parte de la obra, y fue todo muy mágico. Le tocó con el violín La foglia que a Jacobo le gustaba mucho y él se quedó un rato ahí escuchándolo. Lo miró con mucha ternura y entró. Realmente lo sentí como una ceremonia. Después me contaba Regine que los domingos le gustaba que le lean las opiniones del público que iba a ver la obra a través de la página de Alternativa. Domingo a domingo, él iba pidiendo que le lean. Él estuvo muy hermosamente implicado en la obra. Siento que nos convocó a nacer. 

En mi trabajo estoy muy conectada con la poesía surrealista y era como escuchar eso que pasa en los sueños. Conectarnos con eso.  Es escuchar lo que aparece y así se empezó a formar la obra. 
A 20 días del estreno le propuse a Julia, mi hija, (que es la que canta en la obra y hace de la Virgen) que participara. El sí fue rotundo. Queríamos que esté “esa novia” que Fijman amaba. Se fue armando una especie de espacio sagrado.  La poesía en ese lugar del cielo, desde una visión más fijmaniana,  donde hay un Cristo, un ascendido, una virgen. En esto de la ascensión, la escenógrafa había hecho una sola máscara y empezamos a probar como esa máscara subía hasta el lugar donde estaba la virgen.  Se dio lo que quería Jacobo: ser recibido por su novia.  Eso no estuvo desde la escritura pensado. Eso apareció y además de eso un montón de cosas que se iban haciendo presentes. Incluso en la propia caja.  En un momento cuando baja la caja con la luz nos damos cuenta de que la caja se transforma en el ataúd de Jacobo Fijman.  En un momento entendí que era simplemente ponernos a escuchar lo que pasaba. Las cosas quieren aparecer y te llaman. Es simplemente estar atenta a eso que sucede. Y no fue solamente lo que yo escuchaba, sino lo que escuchaba todo el equipo. Fue un trabajo colectivo.

Foto: Francisco Bernabei

Un ejemplo fue la cabina de electroshock y las imágenes de Vicente y Jacobo en la sombra . Lo mismo pasó con el personaje que toca el violín, que no iba a estar en la obra. Ingresó a último momento y sentí que tenía que estar con esa máscara Esa idea de personaje de la calle que tenía que ver también con Fijman. Me interesaba también ver la incomodidad de eso que se genera en la calle cuando él está descalzo tocando el violín y cuál es la reacción de la gente cuando lo ve en la puerta del teatro.

Foto: Silvio Gatto

Cuando lo vemos entrar a la obra pienso en esos versos de Vicente que decía: ¿Qué hiciste con el amor mientras el otro sufría? Cómo reaccionamos ante un artista callejero que está tocando el violín, que te interpela y te está pidiendo que lo escuches. Quizás las mismas personas que van al teatro se incomodan en la calle ante esta persona, pero en el contexto teatral pasa otra cosa. Nos conmovemos por la historia.  Esa operatoria me interesa: ¿Qué hacemos después que salimos del teatro?

En un momento de la obra el guion dice: la poesía y la locura tienen la misma pulsión y yo sentí, en ese momento, que esa pulsión también estaba en el texto y en la obra. Había un ritmo propio: los sonidos, las luces, los detalles, la palabra poética sobre el fondo. Hay una atmósfera en el escenario que se genera…
Sí. Fue algo buscado.  Por un lado, yo sabía que había que hacer una línea de acción que tenía que ver con el encuentro. Me interesaba que no sea una obra encriptada. Quería que los que no supieran sobre ese encuentro lo pudieran entender.  Quería que quede clara la historia, pero por otro lado, quería que esté intervenido por los poemas y había que elegir con cuál abrir, cuáles eran para el clímax y con cuál cerrábamos. Eso le da un ritmo de por sí. Hay un tiempo para desplegar y una búsqueda. 
Vicente pasa dos años buscándolo y tienen como un ritmo que va cambiando. Eso está como impreso en la búsqueda: ¿existe o no existe Fijman? y si existe ¿dónde está? Es salir a la búsqueda y aparece el mundo Fijman.  Hay algo muy mágico que pasa en esa biblioteca. Cuando llega Vicente, abre la puerta y cuando lo encuentra a Fijman le dice: disculpe ¿usted es Jacobo Fijman? Sí. Lo estaba esperando, le responde.
Siguiendo con la línea del ritmo, después de eso viene el electroshock. Y eso es soltar todo el sufrimiento.  La caja que encierra ese cuerpo y tenía que estar atravesada por la poesía y la belleza. Él, desde el encierro, pudo crear tanto. Teníamos que atravesar los paisajes de Jacobo en el encierro. Había que descubrir el espacio de la caja.  Hay algo de de la búsqueda, de lo Barroco, de la desesperación por encontrar la belleza. Una vez me criticaron que estaba muy sobrecargada y yo dije que sí, que era esa la búsqueda . También se habitó el espacio de arriba del escenario y eso hizo también que que haya más cosas, más búsqueda. 

La obra comienza con los versos de Vicente: ¿Qué hiciste con el amor mientras que el otro sufría? Siento como que la obra da respuesta a esa pregunta retórica (aunque sabemos que son preguntas que no necesitan respuesta) Hay elementos de la obra que dan cuenta de eso.  Cuando Fijman le dice a Vicente ¡Por favor que no me abran la cabeza! no quiero que me busquen la piedra de la locura… Esa desesperación de Vicente de salvarlo es realmente darle respuesta a eso: responder con amor al sufrimiento del otrx …
Vicente fue una persona que se implicó mucho, que estuvo en muchas causas tan urgentes. Quizás uno nunca llegue igualar a ese faro, a esa urgencia respondida de esa manera. Él es un faro. Esta obra se convierte en algo del orden de lo religioso, por eso también hay algo de los domingos de la ceremonia del Cristo rojo que encarna Fijman. Está muy pensada en la idea de gente yendo los domingos a misa. Mientras esté esta energía y a la gente le interese, seguirá teniendo vida.

Me quedé con algo que dijo Vicente cuando fue a ver la obra: la poesía siempre paga con creces. De alguna manera se siente como un regalo de la poesía lo que ocurre en el escenario ¿no?
Esa noche fue mágica. Incluso hay una parte de la obra donde se proyecta una de las caras y ese día se proyectó más la de Vicente. Generalmente el que tenía más protagonismo era Jacobo en el centro, pero ese domingo, cuando fallece Vicente (que fue justo la última función) me llamó la atención que se proyectaba la cara de él.  Fue como una ascensión, como una ceremonia. El actor va buscando la sombra: no está muy pautado, pero se dio de esa manera. De alguna manera estuvo Vicente en ese cielo representado. Es como ponerle palabras a lo misterioso.
Cuando hablo de poesía en acción pienso en eso. Es que la poesía en la vida son acciones y justamente lo que hizo Vicente en su vida fue poner la poesía en acción. Acciona y opera sobre el mundo con esta poética y eso es transformador.  Es poder tomar la metáfora en la escena y que opere sobre la acción. Se estaba yendo de este mundo y te das cuenta que la poesía te guía. La belleza nos guía como él nos decía.

Ficha artística
Basada en textos y poemas de Vicente Zito Lema y Jacobo Fijman.
Dramaturgia: Alejandro Spangaro y Ana Yovino
Actúa Alejando Spangaro, Alejandro Mazza, Julia Conlazo, Brian Pombinho Soarez Dirección Ana Yovino
Musica Original Grod Morel
Asistente de dirección Ana Belén González
Diseño Grafico: Gabriela Ramos
Diseño de iluminación Betina Robles
Escenografia :Alejandro Spangaro y Giselle Bosio
Vestuario y máscaras: Giselle Bosio

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