La Protectora
Qué injusta suele ser la historia con las mujeres. Rosita, por ejemplo: dedicó su vida a la liberación de Latinoamérica y sin embargo, se la suele recordar como “La amante de San Martín”. Como si nada de lo que hizo fuera suficiente. O valioso. Fue actriz, activista y espía para la causa libertadora. Nació en Guayaquil el 13 de abril de 1796. Hija “Natural” (como se llamaba a las infancias bastardas) de una mulata , Felipa Cornejo y de un millonario del cacao, Francisco Herrera Campusano y Gutierrez que se dignó a reconocerla con testamento y todo antes de morir. Flor de gesto, Francisco. Nos caemos de orto, andá con Dios querido.
Por Zuleika Esnal
Fue denunciada a la Inquisición en 1818 por leer “Libros prohibidos” en una época donde la mayoría de las mujeres eran analfabetas.
Rosita llegó a Lima a los 21 años y se armó flor de quilombo porque claro, era amante de un comerciante español. A diferencia de San Martín y tantos otros que tuvieron infinidad de amantes a lo largo de su vida y nadie se detiene en eso porque A NADIE DEBERÍA IMPORTARLE CON QUIEN CARAJO SE ACUESTA LA GENTE, en el caso de Rosita, fue el estigma de su vida. Bastarda y puta.
Ya instalada en Lima, se acerca al General enemigo Domingo Tristán y es ahí cuando comienza a pasar información a los patriotas sobre los movimientos de las tropas que este pelotudo acordaba con el virrey de La Serna. En una de las tertulias que se hacían en su casa, conoce a Manuelita Saenz (Otra tremenda patriota que peleó codo a codo con Simón Bolívar y fue tildada como la puta del libertador). En un mundo que se empecinó en dividir a las mujeres a lo largo de la historia, ellas se volvieron inseparables. A diferencia del forro de Tristán, ellas no compartían cierta información entre ellas para no ponerse en peligro.
Rosa fue quien logró que el comandante Tomás de Heres y sus 900 hombres se pasaran al bando patriota, por ejemplo. Rosita recorría plazas y mercados con su amiga repartiendo propaganda libertaria. Y por las noches se encargaba ella misma de pegarla en las paredes. Se la llevaron en cana por “Actividades clandestinas” y la tienen encerrada unos días.
La noche del 28 de julio de 1821, se vio por primera vez con San Martín en el Cabildo de Lima, donde se hacía una fiesta en honor del General y a favor de la causa Libertaria. Ella venía escribiéndose con Don José desde 1820, mandándole información.
La noche del 29, otra reunión, esta vez con San Martín como anfitrión. Meta tertulia y zamacuecas, nace el amor.
Ella se muda con él a la quinta de la Magdalena (Hoy Museo de Arqueología) .
San Martín la incluye entre las 112 mujeres condecoradas con la orden del sol para premiar sus servicios en favor de la independencia. La Sociedad Limeña lo tomó (Cito textual) como una “afrenta”
El 14 de julio de 1822 San Martín se junta con Bolivar en Guayaquil y no pegaron mucha onda, la verdad. El general decide alejarse de Perú y el 20 de septiembre se raja a Chile sin despedirse de Rosita. Dos años después ella se casa con un alemán con quien tiene un hijo pero al separarse, el tipo se lleva al pibe y le prohíben criarlo.
Rosita fue espiada mucho tiempo para ver si San Martín la bancaba desde afuera y al comprobar que jamás recibió carta alguna y la dejó completamente sola,El Congreso anula la orden del Sol que le había concedido el General. A ella y a su amiga del alma, Manuela Saenz que terminó vendiendo tabaco en el puerto de Guayaquil.
Rosita murió en cagada de hambre y de olvido, en 1855.