Malvinas: El bronce no llora, el bronce no habla

Las voces del silencio el documental que rescata la pelea que llevan a cabo un grupo de ex – combatientes de Malvinas para que se juzgue a los oficiales que los torturaron durante la guerra: No somos héroes, afirman, Malvinas no fue una gesta.

Por Gabriel Rodríguez Molina

Las voces del silencio, documental estrenado el 1 de abril en el Cine Gaumont, pone el foco en la tortura que sufrieron los soldados conscriptos durante la guerra de Malvinas de la mano de sus propios superiores. Con un registro que se nutre de entrevistas que poco a poco se van hilvanando con la imagen de un paisaje patagónico tan hermoso como desolador se empieza a iluminar esa zona oscura que ha dejado el conflicto bélico de 1982. En una primera instancia se escuchan los testimonios en primera persona de quienes jóvenes fueron convocados para ir a la guerra con una mínima instrucción militar y luego se devela el marco legal de dichas torturas dónde el CECIM de La Plata, los ex soldados y el cuerpo legal toman el protagonismo de la historia.

Soldados hambreados, estaqueados en plena madrugada patagónica, obligados a poner las manos en los charcos de agua helada que se formaban en la torva, jóvenes amenazados tras sufrir esos abusos para que nadie diga nada al respecto. Esos son los relatos que empiezan a aparecer, imágenes que se empiezan a acumular superándose una a otra en el nivel de sordidez e impunidad con el que se manejaron algunos oficiales durante la guerra. 


Cuentan en el documental dirigido por Gabriela Naso –quien también escribió el libro Esquirlas en la memoria (Ed. Marea)- que en un encuentro en Morón en 1983 es que compartiendo experiencias se dieron cuenta que este modus operandi había sido común en varios de los batallones. Algo que en ese entonces llamaban solo como “malos tratos”. Es así que empezaron a aunar fuerzas y a acompañarse para reunir testimonios. Recién en 2007 se pudo presentar la causa donde hay más de 100 militares acusados y más de 250 víctimas de estos abusos. “No somos héroes. Malvinas no fue una gesta. La palabra veterano no nos representa, somos ex soldados, civiles que fueron llevados a una guerra y torturados por los mismos oficiales. No teníamos plata, no teníamos comida, ni siquiera cigarrillos. Hasta tuvimos que más de una vez cazar alguna oveja para comer ¿Qué tiene de heroico algo así?  Y siguen narrando: La orden era no hablar, habían realizado toda una inteligencia militar. Después que pasó todo te llevaban a una sala y si no firmabas como que no habías visto nada no te ibas. Después te daban una cartilla de recomendaciones sobre qué decir y qué no.  Sabemos dónde vive su familia, nos decían. 

Algunas fotos en blanco y negro le van dando el contexto histórico mientras se escucha la voz de algún ex soldado rememorando su historia: Mientras nosotros nos moríamos de hambre los oficiales comían de todo, carne, torta fritas. Cuando tuve la oportunidad, una vez que el oficial se fue, les robé la comida y la repartí entre los soldados. Cuando volvió preguntó enojado quién había sido, di un paso al frente. Me hizo desnudar y meterme desnudo al mar, cuenta Gerardo Roschge, quien luego del conflicto estuvo detenido cinco años más. Oscar Rojas, médico de aquel entonces, cuenta los cientos de casos que veía de pie de trinchera, la lesión en los pies que los llevaba a los soldados a consultar tras estar expuestos tanto tiempo a bajas temperaturas.  Otro de los ex soldados cuenta: Yo era el mayor y tenía 22 años. Estaba a cargo del comando de exploración. Me habían dado un FAL (Fusil Automático Leger). Uno de los oficiales me acusó del robo de una taza de leche en polvo, tuve 15 días de arresto. Otro de los ex soldados -Silvio Katz- narra lo que le dijo uno de los oficiales que lo amedrentaba día a día estaqueándolo “A usted no lo mato por lástima nomás. Y si lo mátase, la cosa sería muy fácil basta con enviarle un telegrama a su familia que diga: soldado muerto en combate. Y sigue narrando: Me estaqueaban con bayonetas, si el terreno estaba blando, ataban con piedras usando los cordones de los borceguíes. En ese entonces pesaría unos 45 kg. Me dejaron unas 6 horas ahí. A otro de los muchachos le pusieron una granada en la boca, cuenta, si hablas explota, le decían los oficiales.” Fue así, con esa tecnología de la impunidad, que los oficiales ya querían imponer su doctrina del punto final, queriendo instalar una sola versión de los hechos sin tener en cuenta el enorme caudal de secuelas que traerían esas conductas violentas para con sus subalternos.

La post guerra fue dura, cuentan los ex soldados, mientras los que pertenecían a las fuerzas armadas volvían a una vida habitual, a su trabajo, con una obra social, nosotros volvíamos y no teníamos trabajo, cobertura médica, psicólogos. Pero que no se confundan las cosas, aclaran, nosotros no buscamos revancha, buscamos justicia. Es así que entre ellos fomentan la consigna del #yohablo para con apoyo de los abogados y en este caso con apoyo del registro documental y el periodismo poder contar también esta parte de la guerra. La otra parte de la guerra. Por eso es que, tras ese manto de oscuridad que revela el documental al final aparece un arcoíris, símbolo tal vez del futuro de la causa que aún se está tratando que busca reconocer los delitos cometidos como violación a los derechos humanos. 

En conversación con Ernesto Alonso, referente ineludible del Cecim (Centro de Ex combatientes) éste nos dice: Hay que decontruir la figura del héroe que construyó la dictadura militar. También empujada por el sistema patriarcal donde a la colimba se iba para convertirse en hombre. Uno no tenía noción de lo que era la tortura o la vergüenza. Hay quienes le preguntaban si habían sido torturados y decían que no, que solo le apuntaron con un revolver en la sien durante una hora porque había comido demás. Estaba el soldado fetiche por ser judío. El hambre. Valía más la vida de una oveja que la vida de un soldado. Si te robabas provisiones por no aguantar más te estaqueaban. Nosotros vemos a esas torturas como delitos de lesa humanidad. La causa está en el juzgado federal del Río Grande. En 2015, Cristina Fernández de Kirchner pidió la desclasificación de los archivos secretos de Malvinas. Nosotros no queremos que los expedientes sigan durmiendo un sueño eterno. Malvinas es la vaca sagrada de nuestro país. Y ellos siguen con su plan de ocultamiento hasta el día de hoy. Basta mirar cómo se contó la guerra. Con los 160 casos de tortura en Malvinas en todas las unidades se evidencia que no hay hechos aislados, allí hubo asesinatos, enterramientos, soldados estaqueados, inanición, famélicos, picanas hechas con teléfonos, abusos, antisemitismo, muerte. En vez de contar eso se volcó todo a la construcción de la figura del héroe ¿Sabes por qué? Porque el bronce no llora, el bronce no habla. Nosotros no somos veteranos. Veterano viene de Veterans, un término anglófilo. Yo no soy veterano. Yo soy ex soldado conscripto combatiente en Malvinas. El regimiento 7 fue la unidad con más bajas: 36. 34 conscriptos y 2 suboficiales ¿Ves algún teniente entre los caídos? Concluye. 

Ficha 

2024 / 88′ / Digital 2K / Color. País: Argentina Guionista Gabriela Naso. Casa productora. Pulpofilms (Argentina). Productores. Ana Fraile – Lucas Scavino. Productora asociada Gabriela Naso Productores ejecutivos Ana Fraile – Daniel Botti – Lucas Scavino Dirección de fotografía Fernando Lorenzale (ADF) Cámara Fernando Lorenzale (ADF) – Guido de Paula (ADF) Dirección de sonido: Paula Décima Montaje: Josefina Llobet (SAE) 

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