La sonrisa de Jara

Por Editorial Sudestada

El 16 de septiembre de 1973 fue asesinado en el Estadio Chile

El cantor popular, el de las palabras eternas, el compromiso, la sensibilidad, el amor y la lucha en una fusión permanente, el símbolo de la música popular como herramienta de denuncia, de visibilizar injusticias, de soñar con un mundo más justo, siempre con la palabra atenta, la melodía que acompaña, y la sonrisa dispuesta, ante todo.

La voz necesaria y urgente, con la militancia bien adentro, fue detenido y ejecutado el hace 51 años en el Estadio de Chile. Y fue en Santiago, aquel septiembre. La cacería sobre la Moneda, y el cantor con las horas contadas. Víctor tenía 40 años, y una sonrisa que todavía conmueve.

En el mismo Estadio, en cautiverio, torturado y con un destino final que supo a penas se lo llevaron, Jara tomó un cuaderno, un lápiz y escribió su último poema. Luego, le trituraron los dedos, lo fusilaron con 44 disparos. Su cuerpo -junto a de otros compañeros con mismo destino- fue lanzado a la vía pública como si fuera basura.

La saña genocida se replicó en el continente, pero ni aún así a Víctor Jara pudieron callarlo. Su voz continúa despertando conciencias en el mundo entero.

La historia de los pueblos de América le hace un lugar a esos versos que derrotan a la muerte. Los cobardes de uniforme creyeron que aquel día, pero jamás entendieron lo que este muchacho de rulos y sonrisa ancha repitió infinidades de veces: “Canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva”.