El León del pueblo

Por Editorial Sudestada

Sucedió ayer. León se acercaba al homenaje a Evelyne Lamartine, la superiora que nunca dejó de buscar la Verdad, de luchar por la Memoria y la Justicia, de sus compañeras. Las monjas francesas -Léonie Duquet y Alice Domon- víctimas del terrorismo de Estado. El homenaje se realizó en la iglesia Nuestra Señora del Pilar, y el trovador de las causas, el poeta de los pueblos, el de la Memoria y el “bajen las armas”, escuchó que un músico callejero, Rafael Villamayor, estaba entonando un tema suyo. Paró el auto, le hizo señas, y fue hacia ahí. Para que juntos, logren la magia en la plaza. Para que de repente “Pensar en nada”, se convierta en un abrazo en momentos en los que se necesita mucho.

León y el arte callejero, y la música, la palabra, y el compromiso social y humano, bien impregnado y sentido. Y también la Memoria, porque dentro de la iglesia le cantó -luego- a Evelyne y a todos los que homenajeaban a una enorme luchadora. “Acompañé a Alice a tomarse el colectivo y ya no la volví a ver”, había dicho ella sobre la compañera que todavía seguimos buscando, y que sabemos que fue víctima de los vuelos de la muerte. La misma, que de casualidad, esta mañana homenajeamos, junto a Léonie.

Esta imagen conmueve, emociona, pero también demuestra la coherencia de Gieco, cuando la palabra y la acción van de la mano, cuando de lejos escuchó un tema interpretado por el arte sin patrón, por un músico que sale a brindar lo suyo, y se acercó a sumarse. Para que la viola suene, la armónica contagie, y el canto nos pertenezca a todos.

Qué mejor manera de homenajear a Evelyne, a las monjas francesas, y a la Memoria, que en la calle, con los ciudadanos de a pie, con un recital improvisado en la plaza, y con el abrazo para que la magia suceda. Este es León, uno de los más grandes de nuestra historia reciente.