Recientemente la editorial Carretilla roja editó en Argentina el libro O reguero de hormigas de la escritora mexicana Yolanda Segura @yolandasegura. En este libro el color rojo y la sangre van tomando distintos sentidos que la autora busca para indagar en la dimensión política del cuerpo. En esta entrevista conversamos sobre este y otros de sus libros donde la poeta, activista feminista y disidente sexual, explora el lenguaje y nos invita a leer al mundo con una mirada crítica.
“¿qué es esto rojo que te asciende por el cuerpo?”
“puede ser que todas las palabras
provengan de la intención de nombrar el rojo/
que todas las palabras nazcan de la sangre.”
“alguien podría devolvernos tanta sangre
cuántos litros qué cuerpo qué historia”
O reguero de hormigas, Yolanda Segura
Por Jacqui Casais @me.tengo.harta
En tu poesía buscas de darle otros significados a las palabras, en O reguero de hormigas las palabras rojo y sangre van tomando distintos sentidos a lo largo del libro. ¿En tu poesía el lenguaje poético es un lenguaje emocional?
Sí, pero no creo que solo sea un lenguaje emocional. Creo que parte de lo que hace que lenguaje poético esté tan alejado de muchas personas tiene que ver con que se lo asocia precisamente solo a lo emocional. En la literatura mexicana creo que hay una serie de asociaciones construidas como convención, aunque algunas ya no se sostienen en el presente, la serie asociaciones de lo poético con lo emotivo me parece que no es la única esfera de la poesía. Para mí tiene que ver con lo político, con el pensamiento crítico, con entregar nuevos sentidos a las palabras, con descubrir esos nuevos sentidos y eso no siempre está alineado con lo con lo emotivo. Si lo podría pensar más con lo afectivo, entendido como esa intensificación del cuerpo, ese razonar corporal que tienen ciertas palabras, por ahí sí podría pensarlo.
“un poeta que se enferma se enferma porque es bonito que le duela el mundo nunca
porque le duelen los ojos de leer, corregir, traducir, editar veinte horas seguidas”
“ un, por ejemplo, poeta que se enferma es su cuerpo y no los nombres y apellidos de las personas que le dijeron no.
un poeta que se enferma es un cuerpo que trabaja y sin embargo.
un poeta que se enferma es un poeta que no tomó ansiolíticos a tiempo:
el ansia es un problema individual, son los nervios, las neurosis, el temperamento. 50 mg..”
En Un cuerpo que trabaja y sin embargo, reconocés que une escritore también es une trabajadore. La experiencia de la corporalidad se hace presente a lo largo de estos textos donde cuestionás la exigencia de ser siempre productive. Nos enfrentamos afuera con capacitismo e internamente a la autoexplotación, a la presencia obligada en las redes sociales y a la velocidad con la que se pretende que produzcamos. ¿Qué postura tomás frente a estas demandas?
Sí eso también está, por ejemplo, en la teoría de la mujer enferma de Johanna Hedva en esta frase que me parece bastante potente: cómo rompes la ventana de un banco si no puedes salir de la cama. Por supuesto vivimos en una realidad absolutamente capacitista y auto explotadora que está estrechamente relacionada con el pensamiento neoliberal y con esta idea de hacernos empresaries nosotres mismes.
Creo como la máquina capitalista parece ser imposible de parar, hay que ir buscando estrategias que nos permitan fugarnos, hacer espacios de excepción. La fiesta por ejemplo me parece una de ellas, en la fiesta no estamos siendo productives. La poesía también me parece una de ellas, pero si bien el instante poético que implica un tipo de conexión que no tiene que ver con la productividad, no podemos dejar de pensar que también la poesía está implicada en un flujo de capital. La poesía también es una mercancía que se comercializa, que forma parte de un sistema no solo de capital económico. sino de capital intelectual también. Creo que hay que reconocer las dos cosas, que la poesía nos permite este escape del capital y que la misma poesía, igual que todas las artes y los productos culturales, está inmersa en un sistema de mercado. Entonces creo que siempre en una relación complicada en la que sin embargo me parece importantísimo seguir insistiendo.
“una persona es un individuo idiomático*::::”
“Uno de los más eficaces instrumentos de la
deconstrucción nazi de la persona fue
el lenguaje.”
Persona, Yolanda Segura
En Persona hay una búsqueda por definir qué nos hace personas humanas, una facultad específicamente humana es la lengua. ¿Crees que es necesario a través del lenguaje pensarnos no solo desde los géneros e identidades sexuales como lo plantea el lenguaje inclusivo, sino como también como especie?
En algún sentido la lengua articulada como la conocemos parece ser una característica específicamente humana pero también hay otras especies que se comunican y que son capaces de hacer inflexiones si bien no tienen, hasta donde sabemos, un lenguaje tan sofisticado como el humano. Pero eso creo que tiene que ver más con un sesgo de aproximación y de conocimiento que con una realidad que parece muy imposible conocer porque para conocerla nos que nos tendríamos que salir justo de los parámetros del humano. Entonces sí creo que es necesario pensarnos a través del lenguaje, pero no pienso que el lenguaje sea algo común a todos los seres humanos. El lenguaje al menos este que se emite con la voz y que tiene ciertas condiciones sintácticas porque eso en algún sentido puede ser una aproximación capacitista a lo humano. Entonces antes que pensar el lenguaje creo que es importante pensar en algo que dice Judith Butler que me parece interesante que es “la vulnerabilidad corporal común” es decir, lo que nos hace seres humanos es la condición de poder ser herides en términos y físicos pero también en términos afectivos. Y creo que eso puede funcionar como una condición quizá un poco más universal que todo lo demás. Para mí eso sería uno de los ejes que nos implicaría poder pensar nuestra humanidad de forma distinta, que además nos enlazaría también a este otro concepto que me parece muy interesante que el de la persona no humana. Por supuesto todas estas búsquedas en mi caso y en el caso de gran parte del pensamiento occidental está mediado por el lenguaje y en ese sentido es importante explorarlo.
En tus libros utilizas varios recursos visuales: la espacialidad, los signos, la puntuación y también experimentás con el uso de distintos formatos, como por ejemplo los tests y formularios en tu libro Estancias que por ahora tienen luz y se abren hacia el paisaje. Esta búsqueda estética ¿sale con cada poema o lo pensás de antemano como un concepto que va a estar a lo largo de todo el libro?
Es parte de algo que va surgiendo y que tiene que ver con la investigación. En el caso de que todos los libros que tengo escritos hasta ahora hay una investigación bastante larga y profunda en torno al tema del cual quiero hablar, y es en esa investigación donde van saliendo cosas, referencias, imágenes etc. Después en el proceso de organización, de clasificación, de conexión entre una idea y otra o entre un concepto y otro, es cuando van apareciendo esos juegos. Tienen que ver con una apuesta por movilizar un poco lo que entendemos como poesía y flexibilizarlo. Porque la poesía no es solo lo que sucede en un verso, me gusta mucho pensarlo como una suerte de montaje, entendida en términos cinematográficos. Por ejemplo combinar elementos que no que parecen no tener nada que ver entre sí y que es en esa combinación donde se encuentra el sentido. También para cuestionar por qué nuestra forma de escritura ha sido tan estable, desestabilizarla un poco con este tipo de juegos espaciales me parece una postura política, ver qué pasa si jugamos un poco con la espacialidad y con el movimiento en la hoja en blanco, que siempre la hemos utilizado de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo.
Hay una larga tradición en la poesía de este tipo de recursos, por ejemplo Apollinare, y en nuestra región encontramos entre otras, a la Vanguardia brasileña, que ha sido muy importante para mí entendimiento de lo poético.