El Mamut es un ciclo que ya lleva cuatro años donde convergen la poesía, la música y diferentes expresiones del arte. De manera itinerante, nómade, tanto Simur como Toti, sus fundadores, van recorriendo diferentes lugares del país, e inclusive del mundo, con esta propuesta de “Poesía, parrilla y perreo”. En diálogo con Sudestada, conversamos sobre cómo fue creciendo este espacio y todo lo que genera esta propuesta poética, diversa y popular.
Por Natalia Bericat
Pensaba sobre este lugar de la poesía histórico como género que ha tenido ese lugar estático y clasista. Al mismo tiempo destinado a ciertos sectores y cómo ustedes fueron transformando eso. Diría en todo lo contrario, en un evento con movimiento, nómade y popular ¿Cómo transformar eso y revertirlo, cambiarle el sentido totalmente hacia otro lado? ¿Cómo viven ese proceso, ese lugar de la poesía que ustedes le están dando dentro de Mamut?
Simur: Varias cosas. En principio yo creo que nosotros partimos, cuando arrancamos con el Mamut, desde un lugar más lúdico y hedonista. Partimos desde algo más chico, en la casa de Toti, para 50 personas y a partir de ahí nos encontramos cumpliendo un rol, más que una misión, dentro de la poesía. Pero no es que desde un principio nos embarcamos la misión de desarticular el modo y la forma en las que se da la poesía en nuestra sociedad. Nos encontramos con que El Mamut generaba eso y creo que nos encontramos muy a gusto.
Toti: También era generar un espacio. Nos pasaba que íbamos a otros ciclos y sucedía esto que vos decís, que por ahí era todo muy solemne, estar escuchando y nada más, y por ahí sí cuando arrancamos con El Mamut nos dimos cuenta que faltaba. También fue sacar a la poesía de ese lugar en el que se puso.
Simur: El viernes nos juntamos con Mercedes Romero Russo que labura con nosotros, y hablábamos también de que es interesante lo de la parrilla y el perreo. El perreo le aportó a la poesía. Es interesante lo que la poesía, también, le aporta al perreo, esa situación de fiesta al final de El Mamut. Esas pausas de 45 minutos para escuchar poesía, te dejan en un estado súper interesante para después bailar libremente, y a la vez muy copado sobre el público. Toda esa parte de poesía genera un público y un estado mental que está buenísimo para después ponerse a bailar.
Hay algo ahí en el origen, en esto de revivir El mamut. Quería que me contaran un poquito porque me encanta la idea del nombre y esto de lo científico y lo poético ¿Cómo se les ocurrió?
Toti: Jugando, en un principio. Éramos tres con Maru Salemi que también es poeta. Nos juntamos un día los tres buscando nombres y dándole forma al evento en sí. Partió desde la premisa de que El Mamut iba a ser un evento nómade que se iba a mover, y ahí fue buscar animales que tengan esa característica. No fue con tanta cabeza. Hubo intercambio de ideas. Después sí fue tomando significado, pero al principio fue más eso.
Simur: Como dice Toti, primero encontramos el nombre y después se fue cargando de sentido. Ayer me mandaron una noticia sobre eso. El público nos manda todo el tiempo las noticias de la genética del mamut. No sé por qué un montón de potencias se pusieron en la cabeza revivir el mamut. A nosotros nos parecía, y nos parece, muy divertido; es lo ritual. Dentro de El Mamut se habla todo el tiempo de ritual. Desde el fuego de la parrilla, el baile que es algo súper tribal. Estamos trabajando con poesía, que va más allá de la complejidad poética infinita que puede tener el lenguaje, estamos laburando con lo oral, una de las formas de arte menos tecnológicas al igual que el baile. Entonces, en ese combo entre la parrilla, el baile, trabajar el arte y la espectacularidad, encontramos una vuelta a las raíces y como se revive al mamut. Nosotros en una búsqueda personal y también instintiva, buscamos revivir todo eso primitivo.
Está buenísimo aparte esto de que sea nómade y federal. Inclusive se fueron a Europa. Está buenísimo también que que la poesía salga del círculo íntimo de la Capital y que empiecen a escucharse otras voces. Yo veo que a veces ustedes invitan artistas locales cuando van a los diferentes lugares. Por ahí hay poetas que son del territorio y eso me parece que está bueno para poder dar cuenta de todas esas voces que están escribiendo poesía hace mucho…
Sí, la calidad artística de Argentina es tremenda y a cualquier pueblo que vas te encontrás algo interesante, sea música, pintura. Estamos tratando de viajar. Dentro de Argentina, el último lugar que estuvimos fue Mar del Plata. Ahora estamos buscando más apoyo para poder viajar, para poder también ser justos, y llevar El Mamut que podemos hacer en Capital con esa infraestructura. Hoy estamos viajando un poco menos porque también estamos buscando apoyo para la infraestructura que tenemos montada en Buenos Aires, poder llevarla al resto del país. Más que una misión, una fascinación Federal tenemos nosotros.
Es una organización autogestiva ¿no?
Simur: Sí. Es una movida. Por suerte tenemos el desafío del crecimiento. Hace unos años era un espectáculo para 50 personas. Ahora estamos con el desafío de moverlo por todo el país respetando esa estructura, pero la voluntad es total. Siempre decimos con Toti que el último Mamut es en las Malvinas.
¿Cómo fue lo del año pasado que estuvieron por Europa?
Toti: El año pasado estuvimos tres meses haciendo El Mamut, con una de gira nos fuimos a España, Portugal, Italia y Alemania. Hicimos 11 fechas, tres meses, y donde más estuvimos fue en Berlín, en donde más se entendió El Mamut, donde más conectamos. Hubo más apertura y fue más gente. Había muchos argentinos y personas de toda Latinoamérica. Creo que también todos los alemanes que pasaban se recontra copaban. Se fascinaban por el asado. No están acostumbrados.
Esto del ritual que decías al principio también… Entrar ahí, permitirse también entrar en otras culturas y compartir con otra gente está buenísimo.
Simur: A los poetas que iban de Europa, al principio, los desconcertaba que hubiera gente bailando. La celebración que se da en El Mamut, no la entendían y después se iban fascinados.
Toti: Apostamos a lo primitivo, a los idiomas sin traducción. Si alguien leía en alemán no subía alguien a traducir. En unos sí tuvimos un cuaderno traducido para seguirlo con la lectura. Era disfrutar lo desconocido y entender por otro lado. En Barcelona, vinieron dos chicas a leer en catalán, fue emocionante.
Simur: Fue la primera vez en la gira que escuchamos poesía en otro idioma. Era prestar atención al movimiento, al ritmo, prestar atención a cosas que en general cuando escuchás poesía en tu idioma no lo observamos tanto.
¿Se siguen sorprendiendo de la gente, de cómo la pasan? ¿Los sigue movilizando este crecimiento?
Toti: No sé si está bien que lo digamos nosotros, pero por ejemplo en el último fueron 1100 personas y yo claramente nunca había vivido algo así. Mil personas en silencio y escuchando poesía es algo que siempre me sorprende y me parece hasta un hecho histórico en algún punto. La emoción de recibir a tanta gente, muy permeables. Se da una energía de que somos muchos, pero es lo mismo que cuando éramos 50. Disfrutar la poesía y conectar con el de al lado aunque no lo conozcas. Terminar bailando con esa persona. Se genera un clima ameno.
Simur: La apertura al crecimiento te va enfrentando con emociones nuevas. Cuando hacíamos los primeros de 50 personas, de repente estábamos todos escuchando poesía en un lugar muy particular. Tenía un montón de magia que pasaba por la intimidad del momento, como que “Mirá en el lugar secreto en el que estamos”. El otro día que eran 1000 se generaba una conexión escuchando a los poetas. Era una emoción fuertísima. Lo bueno del camino recorrido es que es riquísimo en emociones y de hecho en el momento en el que voy presentando a los poetas, me decían un par que estaban emocionados de estar leyendo poesía frente a tantas personas.
Toti: Encontrar 1000 personas para hacer un pogo es fácil de encontrar, pero encontrar mil personas en silencio y disfrutando poesía es algo que hay que cuidar entre todos y todas. No es solo nuestro, es un espacio que tenemos que cuidar entre todos porque me parece que es bastante único lo que se da.
Simur: Lo que buscamos nosotros es que sea una experiencia enriquecedora, un ritual que te enriquece en el juego de las tres partes de la poesía, la parrilla y el perreo. Es el único lugar en el que te vas a encontrar con 1000 personas en silencio escuchando poesía y bailando. Cuando arranca la primera tanda de poesía, yo tomo la palabra y una de las primeras cosas que digo es: “Esto es un ritual y vamos a hacer un recorrido. Abrite, entrá en esta que te proponemos con la mejor y ese es el recorrido”. Se va leyendo poesía hasta que te subís a full. Ahí descubrís, volviendo a lo primitivo, un montón de cosas dentro tuyo, de emociones.
Es clave que nos siga movilizando la poesía y sobre todo lo colectivo. Ya no veo experiencias de poetas leyendo solos, solas. Casi no existe. Uno va a leer y siempre está buscando leer con otres. El Mamut transcurre en un contexto donde está ocurriendo esto también…
Simur: Incluso cuando vamos a la presentación de un libro, tiene invitados que también leen, fragmentos del libro escrito por otras personas, pero siempre hay una variedad y una diversidad. El público, quien comparte con nosotros el ritual del Mamut, viene a enriquecerse de la diversidad.
¿Y ahora qué se viene?
Simur: El próximo es el 16 de abril. Estamos en Palermo, en Plataforma nave. Es un lugar que nos gusta mucho, porque dentro de la ciudad de Buenos Aires es ir a los bosques y hay algo divertido. Lo estamos haciendo cada 15 días o un mes. En abril va a haber dos fechas: 16 y 30. La idea también es visitar los países vecinos. Si llegan temprano la entrada es un alimento no perecedero que luego es destinado a un comedor en el barrio Saavedra. Con todo lo que juntamos se pudo abrir un segundo merendero en otro lado y eso es increíble. Si llegan más tarde la entrada es a un precio popular, accesible para todes.
*Las fotos son de Maia Alcire @maiaalcire
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