Por Editorial Sudestada
Las imágenes son claras, y el frío recorre el cuerpo cuando la policía detiene a un pibe por repartir folletos del Frente de Izquierda. Sucedió en la Estación de Constitución, y la pregunta llega sola. ¿Por qué lo detienen? ¿Por qué lo llevaron a un cuarto entre uniformados? ¿Está prohibido en Argentina hacer campaña por la oposición? ¿Quién le da la orden a la Policía Federal para que suceda esto?
Esto es violencia política, una detención ilegal, que traspasa una línea muy delgada, y que nos lleva inevitablemente a los años más siniestros de nuestra historia reciente. Porque esto es -además- persecución, abuso de Poder, abuso político, y censura partidaria. Esto es el resabio de una dictadura, los métodos conocidos entre botas y fusiles, y la muestra de quiénes y para qué nos gobiernan.
Y nos hablan de “libertad”, mientras se cagan en la constitucionalidad de la democracia, mientras persiguen a militantes, nos cagan de hambre, nos cagan a palos, si nos movilizamos somos delincuentes, y si repartimos folletos también.
Dos horas después, el pibe fue liberado, y entre compañeros gritaron bien fuerte “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”. Y la resistencia como bandera, la lucha como camino, y la denuncia para visibilizar un hecho que pone a la democracia en peligro como tantos otros que vemos a diario. Porque a poco de las elecciones la Policía Federal acciona de esta manera, y si no hay reacción… sabemos todo lo que puede venir después.
Esta es la Argentina de la “falsa libertad”, entre uniformados y saqueadores, entre persecuciones y hambre, entre detenciones ilegales y violencia estatal.
