Alejandra: una perforación a cielo abierto es el primer unipersonal de Martín Rechimuzzi. A partir de la vivencia personal y familiar, y luego de empaparse de los testimonios y de las voces de las personas que habitan espacios de encierro, el actor y guionista de esta obra de tres actos, nos introduce en la locura, el delirio y la mirada social sobre un tema que, en este contexto actual, donde la crueldad parece ganar terreno, resulta necesario sacar a la luz las historias silenciadas y poner en primer plano un nombre propio, una historia que es individual, pero que contiene los ingredientes de lo colectivo. Estoy convencido de que se trata de un rasgo que caracteriza la época y deseo que “locura” y “crueldad” sean asunto separado, dijo Rechimuzzi en sus redes.
Con la herramienta del humor y la improvisación, y con un nodo artístico entre cada segmento protagonizado por el Dúo Acuarela, nos topamos con una comedia/tragedia que nos permite establecer lazos entre lo personal, lo político y la atmósfera digital post-pandemia que nos rodea.
Por Natalia Bericat
me dirijo a ustedes
para que de inmediato
me devuelvan
el derecho al delirio.
Vicente Zito Lema
Como en el coro del teatro griego antiguo, con la voz que anuncia y sentencia el devenir irreversible y determinado por el destino, Rechimuzzi comienza su obra con una advertencia, con una lectura, a modo de diario íntimo, que relata lo que se avecina. Nos prepara para sentir, haciéndonos conocer el interior de Alejandra -y su propio corazón-invitándonos a ser parte de un rito: el cumpleaños de 15 de quien padeció la locura, el encierro y el tormento de las voces en su cabeza. Alguien más habla en ella, nos dice Martín y en ese momento empezamos a escuchar los ecos de una vida.
Entramos de lleno en una biografía, en una narración que, a medida que pasan los minutos, se nos va haciendo carne. Nadie saldrá ileso luego de escuchar, en primera persona, cada monólogo. Tres partes donde el abanico de emociones es un péndulo que danza desde la carcajada hasta el llanto, ese que sale de lo más profundo y no se puede esconder. En esta obra hay destellos de una dramaturgia que el actor viene recorriendo y donde el absurdo cobra fuerza y es rescatado del baúl de nuestro Teatro Nacional.
La locura es como un bicho, dice el guion. Es en ese diagnóstico pronunciado y ejecutado por la legitimidad médica, donde se inscribe la historia de Alejandra. Al espacio del hospicio, al encierro y la medicación, se le contrapone lo festivo, la posibilidad de bailar con los muertos y que el público se sume a una ceremonia íntima donde lo grotesco y la cordura juegan sobre el escenario. La herramienta con la que el actor trabaja: el humor y la ruptura de los espacios. Un lenguaje crítico sobre el contexto actual, donde lo político, lo poético y lo teatral se conjugan en el discurso, es el hilo que une las escenas. Hay una mirada que sale de plano, que se pone frente al lente para mostrar eso que parece obvio pero que no lo es. La tecnología y lo digital son un espejo frente a las y los espectadores.
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En el medio de los actos aparece el respiro. El Dúo Acuarela trae la alegría para que no se pare de bailar nunca. Tomamos aire y nos preparamos para otra escena donde un cumpleaños en el conurbano nos trae el borde y los desbordes de lo social. La violencia institucional, la realidad de nuestra salud pública, los mandatos sociales hacia las mujeres, la soledad y tristeza van apareciendo como diapositivas. Cada palabra es un relámpago que nos dice algo más sobre Alejandra, pero también sobre nosotros mismos.
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Simplemente no soy de este mundo recitaba Alejandra Pizarnik en una de sus poesías. Vemos esta obra queriendo arrancar al personaje de la tristeza y llevarla a un lugar seguro, a otro mundo posible. Escuchamos estas escenas entendiendo que nadie se salva solo y que no hay manera de combatir los dolores del alma con el arma filosa de la crueldad y el odio. Por Alejandra y por las miles de personas que pasaron por el cuerpo esta herida, seguiremos defendiendo la Cultura y todos los Hospitales que están siendo amenazados. Sin trabajadorxs, sin arte y sin amor no hay Salud Mental posible.
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Ficha Técnica:
Idea, Interpretación, Dirección: Martín Rechimuzzi
Montaje: Lucía Seles
Videos y Diseño digital: @loloarmdz
Vestuario: @lapolillavestuario
Música en vivo: @duoacuarela
Gráfica: @alejandro.ros
Fotos: @marcelosetton
Productor Ejecutivo: @nicovertura
Producción gral: Joaquín Laviaguerre y Bautista Laviaguerre.
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