Un 23 de diciembre de 2016, mi viejo, Andrés Rivera, dijo basta a la costumbre de vivir. El 23 de enero de pasado, su compañera durante casi 48 años, tomó la misma decisión.
La conocí a SUSY con apenas 7 años. Mi hermano Carlos (4 años mayor que yo), siempre frontal y rebelde le dijo un día a mi madre:” no quiero ir de lo de papá, porque Susana nos hace lavar los platos”.
Por Jorge Ribak
Con los años comprendí que esa era Susana; su ideología, su forma de pensar desde la izquierda marxista, también se trasladaba a su vida diaria. Coherencia, le dicen. En la última década se acentuaron mis diferencias con SUSY, en especial por cómo cuidar del viejo. Que se entienda por favor que siempre se preocupó de su salud. Nuestras distancias, era el cómo.
El viejo en nuestras conversaciones la citaba como la “duquesa “ por su cultura y formación mamada de la familia Fiorito.
Recuerdo los almuerzos en el 8vo piso de la calle José Hernández, del Dr. Fiorito; el almuerzo se servía ante el sonido de una campana que agitaba el DR para que LA SIERVA , sirviera los platos, o los retire. Tuve una cordial y afectuosa relación con el DR FIORITO, que se potenció cuando obtuve el título de abogado. EL DR FIORITO hubiese querido un heredero “varón” que administre su fortuna; el destino quiso que la “duquesa” vuelva esa fortuna a aquellos que más la necesitaban.
La “SUSY” se autoexilió de su clase y vivió toda su vida con una austeridad admirable. Coherencia. Aprendí de la “duquesa” a escalar el cerro Tronador; conocí las cascadas del Coaco Y Blanco, en Traful, allí donde el viejo escribió sus obras memorables. Susy y el viejo, participaron de mis primeros pasos en la magia en Traful, cuando desplegué mis dotes para niños de una escuela de montaña. Años más tarde le preguntaban a la SUSY “y los magos”?, como si hubiese pasado el carromato del circo de Le notti di Cabiria, la memorable película de Fellini.
Y por Susy conocí al viejo Pedro (Milesi) extraordinario militante anarquista y mejor persona. Pasamos veranos en su casa de Bialet Masse. Ante el advenimiento de la dictadura, el viejo PEDRO, tuvo que salir de Córdoba. Le pregunté entonces a mi madre si podía vivir con nosotros en Castelar. Habíamos perdido a Carlos dos años antes. Esos meses fueron una caricia para mi alma quebrantada. Lo quise mucho al viejo Pedro. Me llevaba de la mano a comprar a lo de Any (viejo almacén del barrio) la damajuana de vino. Le gustaba tomar al viejo Pedro.
Entonces, a pesar de los enconos, enfrentamientos y divergencias me quedo con esas y otras vivencias que me donó la Susy. EL viejo supo confesarme que le dolía que las dos personas que más quería estén distanciadas. Guardé un respetuoso silencio honrando a Borges quien sentenció; “no hables, a menos que puedas mejorar el silencio”. Queda su obra, su militancia, su biblioteca popular Pedro Milesi.
Allá va viejo, esa mujer que tanto querías. Aún tengo, mucho por hacer en este plano; entre tantas tareas, cuidar tus libros y expandir tu obra. Te avisaré con tiempo cuando diga basta a la costumbre de vivir. Tal vez podamos conversar los tres juntos. ADIÓS, DUQUESA.