Por Editorial Sudestada
Esta imagen representa el desprecio del gobierno nacional hacia los jubilados en particular, y al pueblo en general. Porque luego de que Milei festeje vetar el aumento a las jubilaciones -que es un ingreso ínfimo pero que le suma unos manguitos a un ingreso miserable- y a la nueva fórmula de movilidad, pero incluso sostenga que “los que cobran la mínima no son jubilados”, los “viejos” salieron a las calles a reclamar derechos, a reclamar una vida digna, a pegar el grito porque el hambre abunda y comer todos los días es una odisea, sin ningún tipo de exageración. Pero también lo es calefaccionarse, pagar la luz, comprar medicamentos, viajar en tren o en bondi, y levantarse al día siguiente y que todo duela mucho más.
Los jubilados reclaman dignidad, y la respuesta es violencia política, con la policía federal que se relame de pegarle a los viejos, que disfruta de la orden que atenta contra los pueblos. Al igual que los gobiernos que saquearon al Estado y que empobrecieron a la gente. Como en el 2001, con el mismo discurso del déficit fiscal, con Bullrich como cabeza del recorte de las jubilaciones, y ahora del accionar represivo.
Porque el supuesto “superávit” siempre lo realizan a costa del pueblo, de los ingresos en las casas de familia, de la asistencia en los barrios, del desguace de la salud y la educación pública, entre miles de acciones en la que el Estado decide no “gastar”, que significa arrebatarnos derechos. Jamás ese déficit toca sus privilegios. De hecho mientras el presidente decide vetar esta ley, llora porque en el mismo Congreso no le aprobaron los 100 mil millones de pesos para la SIDE. Y cuando los jubilados le reclaman que el ingreso no les alcanza, que no le arranque unos mangos más a una miseria que cobran mes a mes, los reprimen.
Este es el gobierno nacional y esta es la policía federal, la ecuación cruel y siniestra que da este resultado. Violencia política contra todo aquel que levante la voz, incluso contra los jubilados y jubiladas con hambre.
Imagen: Rodrigo Ruiz