El “vicio patovica”, esta vez en Mendoza

Por Editorial Sudestada

Sucedió el domingo a la madrugada en Mendoza, en una fiesta de 15, en la que estos miserables que trabajan de “abrir y cerrar” una puerta, con la violencia siempre de la mano, entre tantos desprecios y discriminación, se violentaron contra un pibe -Martín Brizuela- que les pidió volver al entrar al lugar porque había olvidado su campera.

“Lo asfixiaron hasta desmayarlo”, denunció la familia de la víctima. Y las imágenes son claras, como también el terror que imponen estos que entrenan para pegarle a los pibes, con la cobardía de ir siempre de a varios, con la saña para lastimar, y como en este caso, contra un adolescente. Y la impunidad que “los sigue acompañando”, porque ni los organizadores de la fiesta ni desde el salón Desert Gala, ubicado en Chacras de Coria, salieron a decir nada. Y la denuncia está hecha, los videos circulan, y el “vicio patovica” vuelve a aparecer en los medios cuando todos los fines de semana sucede lo mismo, una y otra vez.

Acá, allá, en cualquier boliche, los patovicas que se creen dueños de esa entrada, tienen el mismo accionar, las mismas órdenes, y muy poca lógica y capacidad. Son los mismos que le dicen “no” a un pibe por ser morocho, por las zapatillas, por algo que no les gustó del pelo o de lo que se les ocurra. Son los mismos que incomodan a las pibas, los que de repente te meten una piña por la espalda y te atacan de a muchos representando lo que son. Esta vez, dejando a un pibe internado.

La denuncia contra los cobardes de músculos y remeras negras, está realizada. Sin embargo sabemos que el fin de semana que viene si no están ahí, se cruzan al boliche de enfrente, a otro, cambian de ciudad, y siguen con la misma metodología.

Es muy triste que de alguna manera se naturalice que estos pseudos “policías” que trabajan de abrir una puerta, sigan violentando y arruinando vidas, desfigurando caras, estigmatizando, sembrando rencores y viejos hábitos que no cambian.