El martes 8 de julio, víspera de feriado y con el frío de testigo, Cabra da Peste volvió a dejar el alma en el escenario, celebrando 7 años de puro rock and roll de barrio. La cita fue en La Reina del Teatro Flores, donde no faltaron los abrazos, los cánticos bien pegados al alma y ese calor que sólo se siente cuando la música y el pueblo se cruzan.
Por René Ramos
Con casi una década a cuestas, la Cabra no olvida de dónde viene ni a quién le canta. Son del barro, del aguante, de los que no se rinden. Y eso se notó en cada tema, en cada mirada con el público, en cada historia que contaron con sus letras. Porque lo de ellos no es sólo música: es memoria, lucha y amor por lo que hacen.
La noche fue una fiesta: familias enteras, pibes de antes y de ahora, amistades que se abrazan en medio del pogo, pañuelos colgados, banderas bien altas. Todo fue testigo de un grupo que supo resistir, crecer y mantenerse firme al lado de la gente.
Festejaron estos 27 años como se festeja en el barrio: con amigos, con respeto, con emoción y con esa humildad que los hace tan grandes. Porque si algo tiene Cabra da Peste es eso: corazón gigante y una entrega que no se negocia.
El show dejó en claro que siguen más vivos que nunca. Que el rock popular, el de abajo, el que nace en la esquina y se canta en los bondis, sigue latiendo fuerte gracias a bandas como esta. Y que mientras haya quienes crean en la música como bandera, Cabra va a seguir pastando libertad en cada escenario.
Registro fotográfico: Agustina Rúa




























