Por Editorial Sudestada
En unos de los días más fríos de los últimos años, cuando la ola polar era anticipada por pronósticos desde hace semanas, y con la noticia de un muerto por el abandono del Estado en Mar del Plata, la “Ciudad feliz” está sin gas, y se cerraron escuelas, universidades, comercios, bares, y el intendente -responsable de la falta de inversión- “aconseja” a quienes todavía tienen gas que “moderen el uso”.
El mismo Montenegro, macrista y alineado al gobierno de Milei, que envía los operativos con uniformados para rajar a la gente que “sobrevive” en condición de calle, para “limpieza” de calles y veredas. El mismo que ignora por completo su responsabilidad, que tira la pelota para adelante, y que como ejecución ordena el cierre de una Ciudad entera, sabiendo que la restauración del gas no se da de un momento a otro como por ejemplo la luz.
Con sensaciones térmicas bajo cero, el frío crudo y la ola polar exponen lo que significa el privado cuando el Estado le da vía libre, cuando no hay inversión, cuando las empresas no están -jamás- al servicio de las necesidades del pueblo. Esta realidad muestra y contrapone la idea absurda de Milei y los funcionarios del hambre, y algunos mediáticos impresentables, que todavía sostienen “que te salve el privado”. Esta es la diferencia clara, porque para las empresas somos consumidores, como un monto por mes, y de necesidades básicas… acá la muestra.
Mar del Plata desolada, con el cierre de una ciudad entera, por falta de gas, por decisión previa, por mirar para otro lado, y con un intendente que desliga responsabilidades, que le habla a la “ciudadanía” y que se atreve -sin un solo escrúpulo- a mencionar la palabra “solidaridad”, mientras “barre” a personas en situación de calle, con la crueldad y la miseria de su propia policía.
¿Hace falta aclarar, una vez más, la diferencia entre lo público y lo privado, entre las empresas y un Estado?
