Por Editorial Sudestada
Ella es nuestra Madre. Psicóloga, psicoanalista. Militante de la salud y de la concepción social de la salud. Madre de Plaza de Mayo. A la que el terrorismo de Estado le arrebató a 7 integrantes de su familia: dos hijas, un hijo, sus dos yernos, su nuera, y el padre de sus hijos. La que siempre luchó por la Memoria, Verdad y Justicia, con el cuerpo en las calles, y la sonrisa que multiplica.
La que en los 90 se paró frente a la ESMA para que el menemismo no la demoliera, y partió al medio a la historia misma. La feminista. La alegre. La Madre de todos y la que no bajó ni un segundo los brazos. La que cerró los ojos allá por el 2013, para seguir abriendo miles en todo el territorio nacional.
Laura. Nuestra Madre. La que el Hospital, que el gobierno pretende cerrar, lleva su nombre. Ese nombre que les inquieta, que les duele, que les preocupa, y al que desprecian. Porque detrás de las rejas y en la cloaca de la historia, los monstruos esperan la revancha criminal. Porque Laura no solo los enfrentó, y los expuso, junto con enormes Madres, con todo el movimiento de ddhh, y con un pueblo que comprende el significado de la Memoria, sino que también luchó por la salud pública, por la salud mental, por los derechos de los pueblos, y por las conquistas sociales.
Ella es Laura. Ella es Bonaparte. La militante. La gran luchadora, que el gobierno intenta que pase al olvido. Ella. Nuestra Madre de Plaza de Mayo. Presente. Ahora, y siempre.