Uno sobrevive en los demás,
en la memoria y en los actos.
Eduardo Galeano.
Viejos de mi… es una obra teatral de Sergio Mercurio. Sus protagonistas son dos viejos, Juanito y Juárez, que comparten la pensión y una historia de vida. Después de diez años de investigación, el dramaturgo logra concluir esta obra que atraviesa la temática del mal de Alzheimer desde un abordaje poético y con una técnica que pone la imagen en primer plano. El autor manifiesta su intención, en contraposición a la estética televisiva que mira de lejos las cosas, de acercarse a la mirada de los personajes, a sus gestos y voces.
Con un título provocador, marcado por la palabra entrecortada, los parlamentos de los personajes también sufren el corte, la interrupción del discurso. La memoria opera como navaja que va fragmentando el hilo de la anécdota que Juanito intenta contar a su interlocutor. Su amigo Juárez, a fuerza de ingenio y dibujos con yerba sobre la mesa, intentará juntar esas partes de la memoria que se van desperdigando por la casa.
El escenario se oscurece junto con la música que, de fondo, va marcando el tono del relato. El lente de la cámara se posa sobre la respiración de los actores para dar cuenta de lo importante. La luz en el rostro, las arrugas en la piel y ese temblequeo en las manos y en la voz que de a poco va olvidando todo lo que tiene a su alrededor.
El sonido del mar introduce la imagen poética en el monólogo interrumpido del personaje: iba a flotar en su mundo, dice mientras vemos aletear sobre la brisa a las gaviotas de la playa. Lo auditivo se vuelve parte de la obra. El espectador recorre el suave aire de la orilla hasta llegar al viento sur de la sudestada. Cada intervalo es un freno para cambiar el aire y detenerse a ver a las palomas comer del piso. El tango y sus acordes acompañan a estos hombres a reconstruir la cartografía de su amistad. Un mapa con retazos perdidos, pero con un horizonte de sal donde hacer pie.
Lo único concreto es el tiempo, dice Juárez. Es Viejos de mi… una reflexión sobre la vida y su paso. Cada escena es un detenimiento en lo cotidiano y una lucha por recuperar lo perdido. Sergio Mercurio escribe los silencios del discurso y los entrelaza en esta obra teatral haciéndonos partícipes del ritmo de la existencia. ¿Qué es la memoria sino eso que construimos con el otrx? No hay individualidades en la trama. Somos ese espejo que vemos en quien nos mira de cerca.