500 días. Ya hace 500 días. Que desapareció, que lo buscamos, que lo desaparecieron, que denunciamos. 500 insoportables días sin Tehuel de la Torre. Los números redondos nos ponen reflexivxs… ciertamente, hay mucho que pensar sobre Tehuel, sobre su vida, su crimen, su causa. Acá dejamos algunas ideas desordenadas, inconclusas, preliminares, un poco torpes capaz también, pero necesarias, estas líneas recorren lo que nos resuena, evoca, enrosca, de la historia de Tehuel.
Por Gabi Díaz Villa
Lo que sabemos
Luis Alberto Ramos -37 años- y Oscar Alfredo Montes -46 años- son los dos detenidos y posteriormente imputados en la causa por la desaparición de Tehuel de la Torre, un joven trans de 22 años que fue visto por última vez por su pareja el 11 de marzo de 2021. Ese día se dirigió desde su casa en San Vicente, conurbano bonaerense sur, hacia Alejandro Korn, para encontrarse con Ramos, quien le había prometido un trabajo eventual de mozo. Junto con Ramos se dirigieron a la casa de Oscar Alfredo Montes.
En principio se caratuló como “encubrimiento en concurso real con falso testimonio”, ya que se dieron pruebas de que efectivamente habían visto a Tehuel; una foto en el celular de Ramos tomada la noche del 11 de marzo en la que estaban los tres presentes. En noviembre de 2021 la carátula del caso cambió a “homicidio agravado por odio a la orientación sexual e identidad de género”, que prevé una pena de condena perpetua. Mientras continúa su búsqueda, sigue vigente la recompensa al día de hoy para quien aporte datos sobre su paradero.
Este cambio de carátula se apoya en la prenda de vestir y el teléfono incinerados en la casa de Ramos y la sangre de Tehuel en la pared, pruebas halladas en la investigación. Sorpresivamente el 9 de septiembre de 2021 esa casa apareció demolida.
Los dueños de la tierra de nadie
Es la primera vez que un crimen cometido contra un hombre trans llega a los medios masivos de comunicación tal cual es; que se respeta la identidad, los pronombres y el género lingüístico que usaba la víctima. Es lo único que tiene de primera vez, porque lamentablemente el hecho de que se ataque, se mate o se desaparezca a un varón trans no es un fenómeno social nuevo.
En mayo de 2017 Charly Guerrero, un joven trans de 21 años, fue apuñalado cuando iba a comprar a una despensa. A plena luz del día, en su barrio Ceferino de la ciudad de Salta. Organizaciones sociales se presentaron como querellantes y solicitaron se incorpore la figura de transhomicidio, pero fue caratulado como “homicidio simple”.
En la misma ciudad, Santiago Cancinos, un adolescente de 14 años que fue a educación física y nunca regresó. Hallaron sus restos cuatro años después por pura casualidad. La fiscalía determinó que se trató de un suicidio.
En ambos casos, la justicia y los medios insistieron en revelar sus nombres muertos -Nombre consignado al nacimiento de la persona- o malgenerizarlos -que es el acto de llamar a una persona por los pronombres equivocados/incorrectos-. El borramiento de la identidad trans de las víctimas genera que no haya registro de la peligrosidad social específica.
La causa de Tehuel radicada en Pte. Perón, donde además no es la primera vez que una causa no avanza, que la investigación se entorpece, que la fiscal no colabora, que todo queda en nada. El tiempo, el trabajo y el respeto que el sistema de justicia invierte en los casos es directamente proporcional a la clase social de las víctimas. Otra ninguna novedad. Diana Colman, desaparecida en 2015 y María Rosa Ferreira asesinada en abril de 2022; ningún imputado en las causas.
De un territorio que dicen es tierra de nadie se garantiza impunidad para alguien, y buena parte de esa impunidad es que no se sabe quién y cómo, pero el miedo recorre los barrios murmurando las amenazas de Nadie. Entonces no hay quien se anime a contar cuánto humo salía o cómo se vino abajo la casa de Ramos.
Ahora que sí nos ven
Podría parecer que los sujetos políticos necesitan un crimen que denunciar para lograr visibilidad y hacerse oír; que necesitan una víctima para demandar justicia con su foto en alto, y a través de su imagen convoque a quienes se sientan representadxs.
Podría parecer, pero hay un huevo, una gallina y un proceso mucho más complejo que la pregunta por cuál es primero. ¿Por qué trasciende la historia de Tehuel? Si su historia no es tan distinta, ¿qué es lo diferente? ¿Qué es lo que ha cambiado entre 2017 y 2021?
Cómo analogía, Romina Tejerina: una piba más encarcelada por pobre, como muchas otras pibas, condenadas por aborto y exageración, con carátula y pena de haber matado con dolo. Pero los nombres de muchas otras no trascendieron, ¿por qué Romina?
Su nombre y sufrimiento se replicaron sin parar hasta que todxs supimos de ella, y no sólo qué le pasó, también qué hay que hacer para que nadie más pase por esa injusticia. Porque había, cuando Romina, movimientos de mujeres, feministas y de derechos humanos que tomaron su causa como fundamento, y el derecho a abortar como bandera. Un contexto social, cultural y político con el nivel de organización popular y capacidad de protesta social suficientes para incidir en la agenda política. O sea, con suficiente gente y recursos para instalar el reclamo.
Algo de eso hubo en marzo 2021, suficiente indignación y gente pidiendo que aparezca, una foto con su nombre y suficiente difusión, referentes del movimiento que tomaron la denuncia. Además, algunas pocas ONGs y algunas aún menos oficinas del Estado que intervinieron de algún modo, también poco pero en fin…
También una familia que acompañaba su transición, como podían, y que escuchó la importancia de decir su nombre y que se acomodó a los argumentos que ya se habían construido.
¿Cómo sería un feminismo sin Tehuel?
Bueno, sería como ya es: ese feminismo terf que niega la existencia de personas trans diciendo que no se puede transicionar, así, lo más pancho, simplemente no se puede. Y está en nuestras marchas, con nuestras consignas, haciendo mucho daño. Para este sector, Tehuel no existe, y punto.
Para el otro sector Tehuel parece estar generando cierta tensión. ¿¡Cómo no lo van a buscar? si es una de las disidencias que van con las mujeres en sus títulos, si es el prefijo de sus transfeminismos. Y al mismo tiempo, ¿pero el genérico masculino no era patriarcal? ¿Pueden los varones ir a la marcha del 8M?
Por alguna razón, resistencia o circunstancia nombrarnos a las personas transmasculinas parece que resulta muy difícil. Este borramiento aunque sutil es sistemático y también hace mucho daño.