Por Editorial Sudestada
Se puede analizar mucho sobre este año del fascismo al Poder, pero algunas acciones ejecutadas pueden ser capaces de graficar este espejo de la “gestión”.
Secuestro de alimentos. Más de 6 millones de kilos de comida de los barrios acuartelada en galpones que recién ahora “dicen” que van a repartir, y en la que la mayoría ya se vencieron. Aumentos en todo lo que sea consumo y necesidad básica, como alimentos, luz, gas, transporte público, telefonía, agua, en la que hasta la yerba dolía y duele. Salarios devaluados y congelados, que a un año de la “asunción” de espaldas al Congreso, del “No hay plata” y aplausos abajo, hoy el Mínimo está decretado por el mismo Milei a 271 mil pesos, cuando la Canasta Básica trepa al millón. Un Estado ausente y criminal que hasta encajonó los medicamentos oncológicos. Ajuste a diestra y siniestra, miles de laburantes despedidos, ataque a las diversidades, defensa a la “violencia contra las mujeres”, y los jubilados como el sector más atacado por la excusa -ya agotada- del “déficit fiscal”, y el “asadito” en Olivos. Y encima PAMI ya no les cubre los medicamentos, y el “sobrevivir” cuesta vida. Educación y salud pública desfinanciadas, en un plan que se agudizará para el 2025. Porque el Estado “no gastará un mango” en lo que sea derechos, pero sí para los cientos de viajes de Milei por “sueños personales”, los aumentos en el Congreso, la “coimas” para los decretos y leyes. Y ahí la pregunta: ¿qué estamos haciendo y qué es lo que se viene? Y como escudo ante todo: represión. En todas las movilizaciones, incluso con compañeros detenidos y llevados a cárceles comunes por “terrorismo”.
Pero a esto le sumamos algunos puntos del shock: reunión con genocidas, los mil decretos, Ley Bases y condena nacional, Conicet, la corrupción en el Ministerio de Capital Humano, la casta familiar con salarios millonarios, la reforma de Sturzenegger, Caputo y los lingotes de oro a Londres, Loan y los “yacarés” de Bullrich. Y los millones de pibes que no cenan en toda la Argentina, y la pobreza que lastima en un territorio que el gobierno jamás pisa. Ni mira. Ni siente. Ni escucha.