Fotografía: @marcos.sierras

Te espero afuera

Por Zuleika Esnal

Octubre 2019:
Me invitaron al “VI Encuentro de escritura en cárceles”. Venían los chicos de Rosario. Yo los adoro.
Repito: Chicos. Pibes. Criaturas que nacieron excluidas de un sistema que después les exige rendir cuentas.
Yo leí un poema de un pibe asesinado a los veinte años.
Ellos mostraron sus canciones y escritos. Pero un rato antes, debajo de la lluvia, se me cerró la garganta.
Uno de los chicos caminaba. Lo seguí. Nos miramos a los ojos, nos queremos mucho.
Diecisiete años.
—Tengo una angustia Zule. Unas ganas de llorar.
Llorá, le dije.
—Llorá mi amor, yo estoy acá.
—No. No voy a llorar, le voy a pegar una piña a la pared. O mejor: Pegame vos. Pegame un cachetazo. Uno solo.
—No te pienso pegar.
—Dale.
—No.
Más piñas me pidió, más abrazos le di.
Le expliqué que en cuanto le pegara al puesto de diarios que tenía en la mira, inmediatamente aparecerían policías, de éstos que te pegan una patada en el pecho y te morís, en medio de la calle.
Después te rodean entre todos, mueven tu cuerpo inerte con la bota para comprobar que dejaste de respirar, pero fue en defensa propia.
Yo trataba de escarbar para sacarle la angustia. Las palabras. Llegar al nudo. Le acariciaba el pecho.
De repente dejó de mirar a los costados y me lloró en la cara:
—Salgo en libertad. ¿Qué voy a hacer? ¿Quién me ayuda? ¿Quién me da una mano? ¿Vuelvo a lo mismo? ¿Eh? Contestame. Vuelvo a lo mismo y me pasan a mayores. No quiero robar más Zule. No quiero. No quiero, no quiero, no quiero.
Nos abrazamos un rato largo. Lo convencí de ir a cantar sus canciones.
Entramos.
Yo me senté en primera fila. Lo miraba todo el rato. No le saqué los ojos de encima.
Él levantaba la vista y me veía tirándole besos sin parar, como una tía babosa, gritándole “Te quiero”.
Le daba una vergüenza bárbara, igual me sonreía.
Más tarde me tocó a mí.
Palabras más, palabras menos, escupí esto:
“La primera vez que me invitaron a visitar a los pibes, inmediatamente pregunté si iba a poder seguir yendo porque no me interesaba ir tipo excursión a ver los presos, dar dos abrazos y volverme; yo quería hacer con ellos un laburo más verdadero y más profundo. A veces me dicen “Che, Zule ¿No tenés una cárcel en Buenos Aires que te quede más cerca?”, pero estos pibes para mí ya tienen un nombre, tienen un apellido, tienen una historia y no me da lo mismo un lugar que otro porque ellos no me dan lo mismo.
A mí me parece importante remarcar que a estos pibes se les debe todo.
Se les debe educación, salud, dignidad.
Se les debe respeto.
Porque a estos pibes, después, cuando salen a afanar, les pedimos que se porten bien. Que no te roben el celular. Que no te peguen un tiro en la cabeza, sin haberles brindado absolutamente nada.
No nos olvidemos de que hacen lo que pueden con lo que les tocó y que muchas veces no les toca nada.
Entonces, en lugar de pedir que se los encierre rapidito, en lugar de pedir la baja de imputabilidad, empecemos a pedir oportunidades para estos pibes porque se las merecen.
No es ningún favor. Es un derecho.
Y mientras tanto, más de un político pidiendo que dinamitemos todo y vuelen por el aire.
Y el negro es siempre la amenaza.
Sangre y fuego como política de Estado.
El odio como bandera.
La barbarie, el desamparo, la desigualdad.
No, señores.
Si vamos a dinamitar que sea este odio. Este ahogar a los pibes para después echarles la culpa de su propio ahogo.
Las villas que tanto molestan a más de uno están repletas de chicos como el que lloró conmigo .
Y a vos, pedazo de clase media que te crees mejor que los demás, a vos, que pedís más “fuerzas de seguridad” en la calle, yo te digo: Hacete cargo.
Lo que verdaderamente estás pidiendo es alguien que haga el trabajo sucio porque no te animás a apretar el gatillo.
Los querés bien muertos. Sos igual que ellos.
Te encanta ver la visera llena de sangre pegando contra el asfalto. Te encanta que no lleguen a la universidad.
Que lloren desesperación en una esquina. Que no sepan leer. Que no lleguen a nada.
A vos, que tanto te quita el sueño que estos negritos te roben, te recuerdo que los primeros robados fueron ellos.
Acá estamos todos en deuda. Vos también.
Aunque repitas como un loro que nadie te regaló nada y todo fue con el sudor de tu frente. MENTIRA.
Nadie llega ni a la esquina sin ayuda de alguien aunque sea una vez.
Seguramente despotricás contra subsidios y planes para estos negros de mierda mientras que al casarte a vos, que trabajás en blanco, el Estado te pagó una asignación por matrimonio.
Por tus propios hijxs, te recuerdo, el Estado te pagó una asignación por nacimiento y me juego las dos tetas que no dijiste ni mu.
A vos no te molesta el subsidio. A vos te molesta la oportunidad. El negro levantando la cabeza. Los pibes pidiendo ayuda.
Te indigna el chorro que quiere dejar de serlo porque entonces vas a tener que depositar todo ese odio vaya a saber uno donde.
Y a los pibes, a cada pibe:
Te espero afuera.