A partir de la inédita situación que están sufriendo las Universidades Nacionales de todo el país, que tiene que ver principalmente con el recorte presupuestario, pero también con las acusaciones de adoctrinamiento y malversación de fondos del discurso oficialista, intento pensar el panorama estudiantil universitario en la provincia de Córdoba. Las preguntas rudimentarias e iniciales que me guiaron la escritura de este texto, como una primera forma de “ponerle nombre” a esos sentires y pensamientos, que me sucedieron de la participación en las diferentes instancias de resistencia por la educación pública, gratuita y de calidad en la ciudad de Córdoba se pueden resumir en ¿Cómo tejer lazos colectivos y construir objetivos comunes que interpelen a lxs estudiantes? ¿Qué tan resquebrajado y roto está el tejido social que no nos permite pensar en conjunto? ¿Cómo desafiamos las ideas de libertad y adoctrinamiento? Como dos ideas de moda que circulan en este momento. ¿Qué lugar están ocupando las organizaciones estudiantiles? ¿Se experimenta una crisis entre las organizaciones sociales y lxs estudiantes militantes/simpatizantes? ¿Cuáles están siendo las preocupaciones y ejes de los centros de estudiantes? ¿Quiénes son lxs estudiantes universitarixs? ¿Dónde están participando, habitando? ¿En que están pensando? ¿Con qué se identifican?
Isabella De Marchi (Estudiante de Sociología de la UNC)
Es imposible abarcar todas las dimensiones que aparecen aquí, pero si es posible reflexionar sobre algunas cuestiones y articular con lo que está sucediendo. En primer lugar, es importante destacar que este contexto particular es parte de un contexto más amplio siendo que se esta llevando adelante un plan económico de ajuste “actualizado” que tiene su fundamento en el clásico manual neoliberal. Esta receta de ajuste promete ser la salida de los males de la sociedad argentina y convierte a la “casta política” en el nuevo enemigo. Sin pretensión de extenderme en este punto, se renueva la receta neoliberal de los años 90 con nuevas promesas y nuevos enemigos, pero con un ajuste igual o más feroz. Este disfraz repercute en el recorte de los derechos de la población argentina, particularmente me enfoco en la educación pública, gratuita y de calidad enmarcada como derecho en la Ley N 26.206 de la Constitución Argentina.
Hay algunas frases que están circulando mucho en redes a modo de chicana: “No hay plata” o “No la ven”, dos consignas que me llevan a proponer un puntapié para pensar la situación del presupuesto universitario. La cuestión es, hay Estado al igual que siempre hay política social sólo que en los periodos neoliberales con gobierno derechistas liberales están signadas por ello e interfieren con el sentido común de lo que entendemos por políticas sociales. En términos mas sencillos, hay plata, pero hay plata para lo que el gobierno oficial considera necesidades básicas, lo que disputa el sentido común establecido de lo que entendemos generalmente cuando hablamos de necesidades básicas (Danani, 2009). Claro está que la educación pública, gratuita, federal y de calidad no es un tema prioritario de financiar si revisamos la situación del presupuesto de las universidades nacionales y el ya avanzado ajuste sobre la educación secundaria. En esta instancia mis preocupaciones llevan a preguntarme por la respuesta, las consecuencias, los sentires y experiencias de esta avanzada derechista liberal sobre la educación pública argentina.
Ante la angustia y el enojo, distintos políticos de la oposición proponen organizar la bronca, pero considero que estamos en una sociedad diferente a la que produjo la crisis social del 2001, como también diferente a la que sufrieron el periodo neoliberal del 2016-2019. Refiriendo a dos momentos coyunturales de la Argentina, desde la vuelta de la democracia, donde transitamos experiencias similares. La apertura comercial, la apreciación cambiaria, el endeudamiento externo, la caída del empleo y del salario real, todas piezas de un modelo de acumulación centrado en la valorización financiera que la generación de los 90” sufrió en consecuencia. La segunda experiencia fue del partido liberal-republicano encabezado por Mauricio Macri que implico para los argentinos el retorno a la era neoliberal impulsada por Carlos Menem a finales del siglo XX. Como era de esperarse, se desarrollaron políticas de endeudamiento y “shock”, otro concepto que es sinónimo de ajuste. En este marco, ¿Cómo pensar las sociedades juveniles atravesadas por estas experiencias neoliberales-liberales que se nos presentan en la actualidad? ¿Cómo leer las experiencias históricas previas para confrontar el presente?
Estoy pensando en lxs jóvenes en general, desde mi condición de joven en particular y en lxs jóvenes compañerxs de la Universidad Nacional de Córdoba en específico. Lxs jóvenes en un contexto donde predomina una visión individualista proveniente de la creencia de que los desarrollos personales se deben sólo a los propios esfuerzos y no a la acción del Estado; donde la meritocracia, el emprendedurismo y “ser tu propio jefe” son ideas exponencialmente difundidas por las redes sociales, en un marco de globalización, aceleración e inmediatez galopante que atraviesan las sociedades juveniles y considero, permean la participación política. La idea de autoajuste tiene sentido decirla así porque está en continuidad con estas formas –que ya veníamos viviendo– de precarizar y fragmentar lo colectivo, poniendo la responsabilidad en lo individual.
En este sentido, las formas de organizarse creo están íntimamente relacionadas con los discursos que se están construyendo sobre la política y la realidad. Intento problematizar los espacios de dialogo social y debates entre pares porque se observa una gran dificultad de convocar y colectivizar a lxs jóvenes. Estoy haciendo referencia al proceso de configuración de la marcha federal en defensa de la educación pública el 23 de abril de 2024 en Córdoba Capital.
Lo que comenzó con grupos de WhatsApp de estudiantes que se organizaron en asambleas denominadas autoconvocadas, se materializó en barredoras y carteles con la consigna “estudiantes autoconcovadxs/independientes” y la Facultad a la que pertenecían en la marcha del 23A. Existió una necesidad de diferenciarse de las organizaciones sociales o los centros de estudiantes de las Facultades a la que pertenecen. Las organizaciones y centros estudiantiles fueron la masa organizadora mas movilizante y convocante en los ámbitos universitarios, donde los estudiantes se aglutinaban para discutir, hacer y sostenerse en su paso por la universidad, sin embargo, en la marcha del martes 23 el debate que circulo entre les estudiantes fue si era una marcha política, partidaria o genuina. Esto es, si era una marcha en contra del gobierno o en defensa de la universidad pública. Estas tensiones se reflejaron desde el principio en las reuniones con autoridades, gremios y centros de estudiantes para resolver horario, columnas y espacio de la movilización.
Puedo referenciar entonces que los cuadros políticos tradicionales a los que responden las organizaciones sociales estudiantiles ya no son suficientes para pensar en este contexto e interpelar y activar a la diversidad de estudiantes que asisten a la UNC. No obstante, las organizaciones y los centros fueron agentes claves para el acompañamiento a las medidas de resistencia de los docentes y la articulación con centrales obreras, sindicatos y movimientos sociales que se sumaron a la marcha del 23. Esta experiencia hace de la movilización un hito histórico porque renueva la alianza entre estudiantes, trabajadores y movimientos sociales, como sucedió en 1969 en el Cordobazo. La principal característica de la movilización fue que genuinamente nace, se configura y sucede desde las bases sociales, si bien participaron diferentes figuras políticas y protagonistas icónicos, no existe hoy en Argentina una fuerza política partidaria con poder de tal convocación. En este sentido, la lucha en defensa de la educación publica fue policlásista y multitudinaria, pero también política porque todo acto social es político y se observó en la cantidad y diversidad de consignas que aglutinaron y confluyeron en la marcha. La movilización marco un momento de crisis al mismo tiempo que produjo esperanza y exigió un cambio que sostenga la universidad pública.
La consigna que se construyó en los medios “no queremos ser la generación que venda la universidad” es valida para interpelar y responsabilizar a las juventudes estudiantiles en tanto la defensa de la educación publica y gratuita. Sin embargo, instala una perspectiva adultocéntrica exigiendo a un determinado sujeto político que se hago cargo de la situación, bajo los ideales, desde una mirada generacional, de un deber ser histórico e instalado de la juventud cordobesa.
Llegado a este punto propongo una “solidarización” con las juventudes, esto significa que es necesario comprenderlas para acompañarlas. Los discursos adultocentristas y generacionales reproducen sentires y experiencias que no tienen mucho que ver con la juventud cordobesa de hoy. Es necesario pensar en los jóvenes en su contexto de estudiantes de la provincia de Córdoba, de 18 a 30 años de edad, atravesados por situaciones coyunturales inéditas como la pandemia por Covid19 y la situación actual que activa modos de supervivencia y administración de recursos por necesidad. En este sentido, donde cabe lugar a pensar en la continuidad de los estudios si tienen la incertidumbre constante de no saber si llega a fin de mes; en sus cabezas hay preocupaciones más básicas que resolver, en este sentido, ¿la educación universitaria se volvió un lujo?
Esta generación de estudiantes universitarios no concibe una idea de país clara, un horizonte prometedor, la materialización de los sueños y deseos una ves culminado los estudios. Una seguidilla de gobiernos construyó una experiencia política particular y una conciencia política que tiene que ver con los contextos de crisis en la Argentina mencionados anteriormente. La salida parece no tener luz, cualquier destello de esperanza es arrebatado. Desde este rincondito lugar puede que la promesa de las fuerzas libertarias increpo a las juventudes cordobesas. Los objetivos colectivos comunes se desdibujaron, la competencia volvió a ser la regla, el dialogo político es adoctrinamiento y la ideología un problema. La grieta se profundizo, porque no se trata de profesionalizar la política sino de destruirla. Cuando el discurso generaliza es más difícil ver lo que sucede en la realidad, porque habilita. En este contexto estamos pensando lxs jóvenes.
La apatía es una característica de este tiempo, pero no nos impide pensar y “solidarizarnos” con las luchas juveniles. Es necesario resignificar el contexto de crisis de la educación universitaria para repensar las formas de transitarla y sostenerla. Creo que es una discusión transversal a todos los actores de que hacemos parte. Desde la universidad pública se pueden formar ciudadanos de la democracia, parte del rol de la universidad es construir pensamiento crítico, dar debates y pensar la coyuntura. Esto es fundamental para construir genuinamente un modelo de país y sociedad, con lxs jóvenes adentro y construyendo a la par. La universidad como espacio para abandonar o, mejor dicho, hablar al margen de las redes sociales que tipifican y simplifican las discusiones políticas y construyen realidades llanas, lisas, poco concordantes con lo que sucede.
El estado es un reflejo de la sociedad y mismo al revés. La tecnología es aliada de esta construcción, debemos permitirnos debatirla y habitarla. Para consensuar objetivos comunes intergeneracionales en necesario compartir las experiencias, difundir, publicar, dialogar. La universidad es un espacio clave para pensar lxs estudiantes universitarixs como sujetxs políticos. El presente es un momento bisagra, refleja los deseos, construcciones y culminación de una generación que ya transito su lucha, como estudiantes y jóvenes somos parte, estamos atravesados y nos constituye, pero también estamos a tiempo de construir otro tipo de horizonte posible donde la Universidad sea gratuita, pública, de calidad, laica y federal.
Somos lxs estudiantes los actores de hoy, en presente. ¿Qué lucha elegimos y defendemos? La Universidad Nacional de Córdoba, como todas las universidades nacionales, representan un consenso democrático desde la vuelta de la democracia. La gratuidad asegura el ascenso social de la población argentina, habilita las oportunidades y configura sueños posibles. La educación promueve la discusión y el desarrollo de herramientas para deliberar colectivamente sobre qué consideramos valioso como sociedad. Sin educación no hay orientación democrática de la vida.