Por un fútbol con amor y sin odio

Por Editorial Sudestada

Hoy se conmemora el Día Internacional contra la homofobia en el fútbol

Se conmemora cada 19 de febrero en homenaje a Justin Fashanu, quien en 1990 se convirtió en el primer futbolista reconocido en “hacer pública su homosexualidad”. La frase pareciera retrasar décadas pero para ampliar las luchas hay que comprender primero las realidades. Porque si bien este hecho sucedió en los 90, hasta el día de hoy se mantiene el fútbol machirulo y patriarcal. Porque por más que ninguna persona en el mundo debería tener que decir a quién ama, por qué, cómo, de qué manera, y cómo vive, en este deporte sucede, y cada vez que un jugador hace pública su intimidad -con todo lo que eso implica- abre las puertas de la igualdad, y de que los resabios de una construcción social picapiedra, de “machos”, de “huevo, huevo, huevo” y llanto solo aceptado tras un gol o una fuerte derrota, se vea desplomado por la libertad real, la misma para que en un tiempo -más temprano que tarde- nadie se atreva siquiera a preguntarle a una figura pública sobre su intimidad, sobre su vida privada, sobre el maravilloso y único acto de amar.

El fútbol es el deporte más hermoso del planeta, y para quienes así lo sentimos hay demasiadas muestras que lo comprueban, pero como en todas las esferas de la vida las miserias están, se mantienen, incluso muchas veces crecen. No importa cuántos jugadores heteros juegan, cuando se enamoran en un vestuario, lo importante es que puedan calzarse los botines, entrar a la cancha y jugar sin presiones violentas que nada tienen que ver con el deporte. Y que afuera de la línea de cal y de las tribunas, quede el machirulismo odiante que señala, canta, grita, insulta y traga su propio veneno. El mismo que no comprende el significado del amor, de la vida misma, y de la verdadera libertad.

Por un fútbol con amor y sin odio, no es tan difícil de entender, y menos de lograr.