Agustina Cabaleiro, más conocida como Online Mami, es influencer, activista body positive, modelo y licenciada en publicidad. Recientemente lanzó su primer libro, Te lo digo por tu bien, en el que reflexiona sobre las vivencias que tuvo por ser gorda y cómo la atravesó el gordo-odio. Además, aporta consejos para convivir con el cuerpo que tenemos y resistir a la opresión de la hegemonía. En sus redes sociales, Online Mami batalla contra las violencias que se repiten en el mundo de la moda y la indumentaria. No solo reflexiona sobre los mandatos y creencias, como por ejemplo sobre lo que supuestamente tenemos que usar según nuestro cuerpo, sino que también lo lleva a la práctica e invita a sus seguidores a desarmar ese odio que tanto nos enseñaron a tener sobre los cuerpos gordos.
Por Florencia Da Silva
¿Cómo llegaste al activismo body positive?
En un momento sentí que el feminismo me quedaba corto porque había cosas que solo me pasaban a mí. Había cosas que me pasaban por ser mujer y otras por ser mujer gorda. Entonces, para el feminismo era un poco lo mismo el no cumplir con ningún parámetro de la belleza hegemónica y ahí empecé a conocer activistas de body positive y también del activismo gordo. Era lo que faltaba.
El body positive se está masificando y ahora aparecieron nuevos personajes que hablan sobre esto. Muchas veces pasa que lo terminan desvirtuando y reproducen discursos de odio ¿Qué opinas de esto?
Siento que el body positive tiene una cuestión de que todo el mundo puede hablarlo porque es tener una visión positiva sobre tu cuerpo más allá del tamaño, color, si tenés una discapacidad o lo que sea. Pero creo que en lo que erran mucho las personas es en entender que una cosa es la cuestión social, otra es que te repitan que no sos bella, que te puede traer un montón de problemas, y otra distinta es la falta de derechos, de no poder acceder a un trabajo, no poder acceder al sistema de salud. Eso es algo que viven las personas gordas, pero la gente está muy negada a ver esa diferencia.
Este año hiciste un catálogo de marcas que tiene talles inclusivos a lo largo del país, debido a la dificultad que tienen las personas gordas para encontrar talles ¿Cómo nació este proyecto?
Yo siempre comparto marcas que tienen talles, pero solían ser solo de Buenos Aires porque es donde vivo. Y me decían mucho que querían saber dónde había ese tipo de marcas pero en las provincias donde vivían. Así que empezamos la investigación. Obviamente hay menos marcas, pero hay y es muy importante darle visibilidad porque eso hace que puedan crecer y después nazcan otros proyectos.
En tu libro citás a Kellie Brown. En ese fragmento que mencionás, ella habla sobre la moda y ese amor no correspondido. Y pensaba en tu historia, como la de tantas pibas, que les apasiona la moda pero la industria las hizo llorar en un probador ¿Cómo viviste ese proceso?
Es sumamente frustrante, obviamente. No es un capricho vertirse, sino que es un derecho. Pero lo que más te perjudica es todo lo que gira alrededor, porque vivimos en un mundo donde la ropa es importante en cuanto a la identidad de una persona, las marcas, lo que podés llevar puesto y lo que no. Y no tener ropa significa no poder ir a lugares. Y no ir también significa que no te inviten, que te empiecen a dejar fuera de círculos sociales. Entonces una estupidez como una remera, un pantalón, te deja fuera de cosas importantes. Ni siquiera podés compartir que no fuiste porque no tenés qué ponerte. Básicamente te limita tu sociabilidad.
En Te lo digo por tu bien. ¿Qué intención tenías en la construcción de ese libro? Es notable que bajaste a tierra el activismo gordo y body positive para que lo entiendan todes y que no sea algo académico que solo llega a un círculo más reducido.
Es que cuando empezamos el libro, llegamos a la conclusión de que casi todos los libros sobre activismo gordo o body positive son muy académicos, de personas que saben un montón, pero sentía que hacía falta bajar eso. Pasa algo muy curioso con el activismo gordo y body positive, que es que cuesta mucho ese paso hacia el orgullo una vez que entendés la teoría. Eso con otras militancias no pasa, comprendemos más fácil que no nos merecemos eso que nos hacen. Con el feminismo, entendimos lo que es el patriarcado y que, por ejemplo, un piropo en la calle en realidad es acoso callejero. En cambio, con el activismo gordo es más difícil. Yo entiendo que hay una belleza hegemónica, la industria de la moda, la publicidad, y sin embargo, una sigue sintiéndose mal con su cuerpo porque es muy difícil de desentramar. Entonces, lo que quería plantear con este libro es que tenemos la teoría pero qué podemos hacer en el día a día hasta que esto cambie, hasta que no haya una belleza hegemónica, hasta que el sistema de salud no nos violente, etcétera. ¿Cómo sobrevivimos mientras tanto?
Mencionas la contradicción que tenés a veces y las idas y vueltas respecto a la aceptación de tu cuerpo ¿Cómo convivís con eso?
Son días. Hay veces que me siento mal porque pasó algo y otras que no pasa nada y también me pongo mal. También hay muchas cosas que te pueden hacer sentir mal que no tienen que ver con el cuerpo. Y hay como una doble decepción, primero porque te sentís mal con tu cuerpo y después porque “sos una mala activista”, porque no te amás. Además, hay que desmantelar esta cuestión de que hay que amar cada parte del cuerpo, porque no es así ningún amor, ni el romántico ni a nuestros amigos o familiares. Y se termina convirtiendo en otra exigencia más, entonces hay que tenernos paciencia. Es un proceso. Es un camino que se hace todos los días.
En Te lo digo por tu bien, mencionás la existencia de la balanza en las casas y lo que significa tener un aparato de opresión en nuestros hogares. ¿Cómo llegaste a ese análisis?
El capítulo de salud es el que más me gusta. Lo trabajamos mucho con nutricionistas. Y así como tenemos una balanza, no tenemos un estetoscopio. Con el peso tomamos decisiones como si fuésemos profesionales, así arrancamos dietas o nos automedicamos, pero si a vos te duele una muela no te la sacás frente al espejo con una pinza ¿y porqué sí para bajar de peso seguimos una dieta que encontramos en internet? No hay ningún tipo de regulación por parte del estado sobre estas publicidades. Obviamente está defensa al consumidor y se puede denunciar, pero después hay muchos grises. Lo vemos en la televisión y supuestamente a todos les funciona lo mismo. Es como elegir tu propia aventura en vez de ir a un médico. Y cuando vas a un médico, te da una receta fotocopiada que tiene en el cajón.
Además sos licenciada en publicidad, siendo activista gorda ¿Cómo ves la situación actual de las publicidades?
La publicidad está en un momento bisagra que no sabe qué hacer. Creo que las personas están exigiendo varias cosas y las marcas están viendo cómo la pilotean. Se habla de feminismo, diversidad, igualdad, pero no saben bien qué hacer. Algunas intentan jugársela para estar en agenda, pero no tanto para no tomar partido por nada.
Hace poco entró en vigencia la Ley de Talles, y fue un re logro. Vos mencionás que la salida es colectiva. La militancia construye terreno para después conquistar derechos. ¿Cuál crees que es la próxima lucha, el próximo derecho por ganar?
Creo que la próxima gran lucha es todo lo que tiene que ver con el sistema de salud, respecto al trato: que todo no sea pesocentrista. Hay mucho por cambiar. Y hasta que no se regule la publicidad y las redes sociales también va a ser complicado, porque hay personas que prefieren tomarse una pastilla en vez de ir a un médico. Esa batalla va a ser difícil.