300 mujeres fueron asesinadas en lo que va del año, según datos del Observatorio Lucía Pérez. Un femicidio cada 26 horas. 300 historias truncas, 300 vidas arrancadas, 211 niñxs y adolescentes que quedaron huerfanxs y más de 300 marchas para exigir justicia, reparación y que paren de matarnos. No son números: son personas víctimas de la violencia patriarcal, y nosotrxs las contamos para que se sepa lo que está pasando, para que no quede tapado debajo de la alfombra como quisieron hacer todos estos años, para que no las olviden y porque son nuestra bandera en esta lucha que no se detiene ni termina.
Por Florencia Da Silva
“Las cifras no dan cuenta ni remotamente de las heridas, las restricciones y las sensibilidades que llevamos inscriptas en nuestros cuerpos”, dice le filosofe Vir Cano en su libro “Po/éticas afectivas”. Nunca los números podrán evidenciar todo el dolor que genera la injusticia y los golpes diarios que nos da el machismo, pero encontramos en ciertas estadísticas algunas herramientas de lucha y motor para exigir políticas públicas. En el texto, Cano también apunta: “Si las cifras reparan algo del daño, es porque arman una serie, un marco comunitario, un relato colectivo en el que inscribir tanto dolor. Por eso, su mayor bálsamo es su capacidad de motorizar duelos y responsabilidades colectivas, maneras comunitarias de tramitar la muerte de aquellxs que son ‘nuestrxs’ pero también de ‘todxs’. Eso es lo que alivia un poco la carga, lo que ayuda a cauterizar la cicatriz: la desprivatización de la pérdida, la posibilidad de un llanto en común” .
En diálogo con Sudestada, Anabella Arrascaeta -integrante del Observatorio Lucía Pérez- explicó cómo realizan el trabajo diario y cómo llevan a cabo el padrón de los femicidios y travesticidios: Al principio realizaban un registro diario sistemático. En 2020 le mostraron el trabajo a familias que habían atravesado situaciones de femicidios. “Mi hija no es una cifra”, les dijo una madre. Y comenzaron a pensar cómo hacer para mostrar la mayor cantidad posible de información para reconstruir no una cifra, sino esas vidas: quiénes eran, quién fue el femicida, dónde vivía, si tenía denuncias previas, si estaba embarazada, si llegó a juicio, si tenía hijxs y cuántos, porque las familias siempre están peleando por la asignación que establece la Ley Brisa, para hijxs víctimas de femicidios. También informan cuál es la fiscalía que está interviniendo y cómo se caratuló el caso. “Nos dábamos cuenta que a veces las carátulas las cambiaban, sobre todo en las búsquedas: cuando hay una mujer desaparecida ponen averiguación de paradero, en lugar de verlo con una perspectiva de género, porque esa mujer está en una contexto de violencia y puede estar en una situación riesgosa. Esa carátula condiciona la búsqueda y los recursos destinados. Cuando va pasando el tiempo podemos hacer ese análisis: si se llegó a juicio, si hubo condenados, si hay sospechosos o si la investigación quedó en la nada. Esto nos permite ver las lógicas de violencia y desigualdad”.
En Argentina el Registro Nacional de Femicidios lo hace la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación pero lo informan una vez al año. Cuando le preguntamos al Observatorio Lucia Pérez cómo hacen el registro, explicaron: “Registramos información oficial que dan las diferentes instancias del estado sobre violencia de género, sobre denuncias, intervenciones, causas. Hacemos un relevamiento de los medios de comunicación nacionales, provinciales y locales. Tenemos establecidas un montón de redes con familiares, con organizaciones, con espacios autogestivos sociales relacionados a los femicidios y a los derechos humanos porque son redes donde siempre circula esa información. En La Vaca somos periodistas, entonces hay un montón de información que nos llega y que tenemos la posibilidad de chequear, de llamar, de consultar. Todos los días esos padrones tienen un chequeo y trabajo diario y mensualmente hacemos un informe donde revisamos todos los padrones”. Además, agregó: “No hay estadísticas oficiales del momento. Nos parece importante visibilizar la temática y también tendencias. Registrar alertas es lo que nos permite hacer el padrón diariamente. Nos permiten decir ‘esto está pasando’. Hay cierta dinámica que se repite o que nos llama la atención y construir información con esos lugares. Por ejemplo, en Rosario vimos una enorme cantidad de femicidios. Viajamos a Rosario, nos juntamos con las organizaciones de ahí, llevamos cierta información de lo que pudimos reconstruir para ver qué piensan. Al estar toda la información de manera pública desde cada lugar la pueden tomar para pensar y hacer. Es información que puede ser tomada para lo que necesite el territorio”.
En el ultimo informe del observatorio, se detectó el suicidio después del femicidio. En octubre más del 20% de los femicidas se suicidaron luego de asesinar a sus víctimas. En el mismo, la psicóloga clínica Susana García sostuvo: “no pueden pensarse estos suicidios por fuera de relaciones de violencia y dependencia emocional, donde hay un varón que controla y una mujer que es controlada. “Sin embargo, la base de ese control y búsqueda de dominio es una profunda inseguridad”. Además, agregó: “ese hombre, de haber sido controlador y autoritario, da un paso más y se vuelve peligroso. Sus sentimientos son ambivalentes y absolutamente disociados. Esto es muy frecuente. Por una parte, la necesita y siente que su vida no tiene sentido sin ella y, por otra parte, la odia. Finalmente, cuando la destruye, también la pierde y con su muerte su propia vida pierde sentido, ahí se da el suicidio”.
El registro, análisis y recopilación de información representan una parte fundamental para el activismo. A partir de estos datos, se llegan ideas de propuestas, herramientas para desarrollar y leyes para exigir. “A nosotras nos interesa mucho pensar las herramientas. Después todo el trabajo que hacemos es junto a las familias, entonces el ‘no son cifras’ toma mucho cuerpo. Cómo hablas, qué haces, qué acompañás. Cuando lo estas haciendo junto a la madre, al padre, la hermana, la hija de esa persona que vos anotaste en el padrón, ahí te pasan otras cosas en el cuerpo. Hay muchos casos que acompañamos de manera muy cercana, en las instancias judiciales, con los reclamos, en la calle, para que sean más visibles en los medios en las agendas. Cuando decimos ‘no son cifras’ después lo encarnamos en un trabajo en donde hay que poner el cuerpo”.