“No me toques”: poder disfrutar de la banda que nos gusta

Un grupo de mujeres se reunieron para ponerle freno al acoso dentro de los recitales. “Queremos disfrutar de la banda que nos gusta”, “queremos compartir el espacio del pogo con igualdad, donde se respeten nuestros derechos y libertades, donde no tengamos que estar pendientes de si nos tocan”, dicen las redes de No me toques: un paso atrás. Durante décadas venimos aguantando y naturalizando que “es normal” ir a un recital y que pase siempre lo mismo.

Por Natalia Bericat

Nos tapamos, nos ponemos buzos en la cintura, tratamos de movernos para que no nos pase, pero sigue ocurriendo. Hablar sobre este tema es fundamental para que dejemos de pensar que nosotras “provocamos” que nos abusen o, peor aún como hemos escuchado del mundo machista, que “nos gusta” que nos acosen. Charlamos con Andrea Guzmán, una de sus integrantes, sobre este proceso de visibilizar lo que las mujeres vivimos hace tanto tiempo en los recitales de rock.

¿Qué rol ocupó el movimiento de mujeres en esta desnaturalización del acoso dentro de los recitales?
Los movimientos feministas fueron fundamentales para visibilizar y denunciar una realidad que antes se naturalizaba o se silenciaba: el acoso en los recitales y en espacios de disfrute. Desde Un paso atrás, no me toques, creemos que haber llevado la bandera feminista a estos territorios terminó por romper el pacto de silencio y evidenciar que la violencia no se toma descanso ni siquiera en estos espacios que deberían ser de disfrute y libertad. La organización colectiva fue clave para incomodar, cuestionar y para exigir una transformación cultural dentro de la escena musical. Gracias al movimiento feminista, hoy podemos nombrar, denunciar y exigir responsabilidad tanto a los agresores como a los espacios que lo encubren.

¿Cómo fueron recopilando el relato de las pibas y con qué cosas en común se encontraron?
Los datos llegaron a través de mensajes que empezamos a recibir en nuestras redes sociales. Al principio fueron pocas, pero con el tiempo se fue generando una red de confianza donde cada piba que escribía habilitaba a que otra se animara a contar lo que había vivido. Ahí entendimos que no eran casos aislados, sino una práctica sistemática y naturalizada en los recitales.

¿Cómo nace la asamblea “No me toques”?
La asamblea, que es la manera que encontramos para organizarnos de manera democrática, es autogestiva, apartidaria, laica y sin fines de lucro. Nace para erradicar la violencia, los abusos, el acoso en los recitales y eventos masivos, para brindar de alguna manera contención, para poder construir lugares seguros donde podamos disfrutar tranquilas sin temor, generando herramientas de visibilización. Por ejemplo, hacemos muchos murales participativos, pintadas colectivas, tenemos un fanzine con información, hacemos volanteadas para poder difundir y crear conciencia. Esa conciencia que buscamos y necesitamos, que es un rock con conciencia de género, para poder de esta manera defender y evitar las causas que nos competen, para que mujeres y diversidades puedan no ser tan hostigados y maltratados. Tenemos una convicción y compartimos el accionar que es necesario para hacer un llamado de atención hacia aquellos que nos unen y nos violentan.


¿Qué significó que las bandas, como La Renga por ejemplo, tomen posición arriba del escenario y le pongan freno a estos hechos de violencia contra las mujeres?
Todo precisamente surgió a partir de una situación extrema de violencia que sucedió en una previa al recital de La Renga, en donde una de las pibas que estaba sufrió un abuso sexual, y a partir de eso empezamos a cuestionarnos y a preguntarnos por qué tenemos que soportar o de alguna manera vivir todas estas situaciones que nos suceden de hace muchísimos años. Desde que el rock es rock y desde que yo por lo menos tengo conciencia lo recuerdo, tengo 44, siempre estuvimos en esas situaciones de hostigamiento. O si nos metíamos a ciertos lugares era porque buscábamos algo, no simplemente porque teníamos ganas de un disfrute tranquilo.

Eso a través del tiempo, en los ochenta, en los noventa, se fue naturalizando eso de “¿Por qué estás ahí?, “¿Por qué te metes ahí?”, “¿Qué tenés que estar haciendo en el pogo?”. De alguna manera, después de esta situación, nos encontramos con que éramos muchas compañeras que estábamos cansadas de pasar por esto y nos juntamos. Nos juntamos y ahora somos un colectivo que tenemos en diferentes espacios, como en la Kermesse (ahí tenemos un Stand donde hacemos intervenciones artísticas).
La Renga fue de las primeras bandas que nos dio un espacio, nos otorgó una carpa para poder hacer contención frente a diferentes situaciones que se pueda dar en algún recital. No solamente estamos dentro del recital sino que también nos organizamos entre las compañeras y algún grupo de compañeras está dentro de la carpa y otro grupo está afuera en la previa, en donde también suceden muchísimas situaciones de esta índole. Esto empezó a suceder en el 2022. Pero bueno, es muy valioso que bandas tan grandes nos sean un espacio y que a partir de ahí empecemos a poder visibilizar esto que nos sucede a todas.

Empieza a existir una restricción para los violentos que entran a recitales o a canchas de fútbol, ¿no?
Hace poco armamos un petitorio para que los que estén en situación de falta con alimentos, cuota alimentaria y o tengan perimetral o denuncias por violencia de género no puedan ingresar ni siquiera sacar ticket para las entradas. En los partidos de fútbol no pueden ingresar los deudores alimentarios. Eso también es un gran paso.