Una reflexión sobre el odio y el morbo con la condena de los rugbiers.
Lo que nos diferencia de los monstruos es tener humanidad. No la perdamos, que nadie nos la quite, que no nos avergüence sentir un frío por el cuerpo y una contradicción extraña en el momento en el que un juez dicta una sentencia mirándole la cara a pibes de 20 años que mataron a otro de la misma edad. Porque ayer, no ganamos nada. Un pibe muerto, 8 pibes presos, y sin saber si volverán a ver una vereda. No hay nada que festejar. Se hizo justicia, a medias, porque la justicia real sería que Fernando esté acá, pero eso no va a pasar. Pero de ahí a festejar cómo se siguen arruinando vidas, es perder un poco la humanidad, es extinguirnos mientras caminamos. Esto no es un gol, no hay nada que festejar, pero sí reflexionar, para poder levantar la cabeza y comprender los resabios para enfrentarlos, la deconstrucción como pilar en un camino que soñamos sea mucho más sano que el pasado y el presente. Reflexionar sobre el silencio y también la opinión, la saña comunicacional que derrama odio creyendo ser la corrección moral de los que señalan pero nunca se miran para adentro. Y de repente gente que festeja 5 perpetuas, que se relame de lo que a estos pibes les podría “pasar en un pabellón”. Los operadores que se corren del libreto y expulsan veneno para que el odio sea mucho más grande que la conciencia. Y “que se mueran adentro”, gritan como si fuese un show, y la realidad pasa a ser tan cruda que duele, lastima, y pone en jaque a la misma humanidad. En las luchas aprendimos y construímos. La destrucción está en otra vereda. Por eso con los genocidas, con los femicidas, con los abusadores, y las grandes miserias humanas, pedimos justicia y no venganza. La muerte nunca es la salida.
No perdamos la humanidad. Que nadie nos la quite, nos la borre de la vista, ni nos haga escribir como en un grito para disfrutar de torturas y vejaciones que podrían sufrir los rugbiers cuando los suelten en un penal. No somos eso. Somos una parte de esa humanidad que los monstruos no pudieron borrar de la historia.
Ayer no ganamos nada, pero si no reflexionamos podemos perder mucho.
Editorial Sudestada
Imagen de portada: Telam