Marianela Saavedra: “El feminismo me salvó a la vida a mí y a mis hijes”

Marianela Saavedra nació en Gualeguay (Entre Ríos), en julio del 78. Es feminista, escritora, poeta, madre, activista gorda, profesora de Educación Especial, Bibliotecóloga. Actualmente vive en la Patagonia, publica sus poesías diariamente en sus redes sociales y tiene 4 libros editados, algunos publicados de manera autogestiva y el poemario Apodyopsis editado por Sudestada. El domingo pasado, Marianela participó del ciclo de entrevistas “Redistribución de la palabra” y conversó junto a Natalia Carrizo sobre su relación con la escritura.

¿Cómo fue tu acercamiento al feminismo?
Ya era feminista antes de saber que existía el feminismo. Era muy contestataria, peleándome con la iglesia, me expulsaban de la escuela, siempre era la que defendía los derechos de todos. Pasé por un montón de cuestiones muy extremas, soy sobreviviente de violencia de género. He sufrido violencia física, económica, emocional. Y cuando caí tan profundo, el salto fue por y con el feminismo. Me cambió totalmente la cabeza, hay un antes y un después en la vida de muchas de nosotras y nosotres, que tiene que ver con el feminismo. Indudablemente me salvó la vida a mí, a mis hijes, me ayudó a salvar a mis amigas, a mi madre. Es un camino de ida, incómodo, difícil, que requiere de muchísima coherencia y renuncia. He transitado muchos espacios, he sido socorrista, ahora estoy dentro de la militancia gorda. No me imagino viviendo de otra manera. 

Respecto a la militancia gorda ¿Cómo es tratar de introducir un tema que tiene tanta reticencia? 
Es muy controversial. Soy una persona que no nació gorda, engordé después de mi tercer hijo y hubo un cambio drástico en mi vida, con respecto a mi familia, mis vínculos sexoafectivos, la validación social, hay un antes y un después: cuando era delgada era una cosa y cuando empecé a tener un cuerpo gordo fue totalmente otra. Al principio pensaba que era mambo mío hasta que llegué al activismo gordo y me cambió la vida, me mostró muchas cosas. Me di cuenta que lo que vivía a diario era una violencia sistemática que sufre cualquier cuerpo gordo. Estoy todo el tiempo aprendiendo, el activismo gordo tiene muchas décadas en Argentina, hay referentes teóricos y en muchos espacios muy fuertes. Llegó un momento en que me di cuenta que es parte de mi identidad, yo me defino como una persona gorda. Hay mucha resistencia social para aceptar las disidencias, hay muchísimo por deconstruir: el estigma de la salud es uno de los más fuertes. Hemos aprendido con los años que una persona con diabetes, cáncer, HIV, no vamos a insultar, en cambio a una persona gorda sí. Existe todo un imaginario con respecto a que la sociedad puede opinar sobre la salud de las personas gordas. Está tan habilitado el odio hacia los cuerpos gordos, que cualquier persona está habilitado a opinar sobre tu cuerpo si es gordo, te conozca o no te conozca. 

Hay un nivel de crueldad altísimo, yo he visto los comentarios y mensajes que te han enviado ¿Cómo convivir con eso? 
Al principio me dolía muchísimo, sentía que me estaban hablando a mí pero después me di cuenta que no, que en realidad le hablan a todos los cuerpos gordos. Personas que no me conocen me desean la muerte, me dicen que doy asco, gente que me pronostica enfermedades, pero entiendo que no me están hablando solo a mí y también le hablan al resto de los cuerpos. Yo mido 1.50 y peso 80 kilos, ni siquiera entro en los índices de obesidad mórbida, el mensaje es para todas las mujeres. Cuando le sentenciás muerte y enfermedad a un cuerpo gordo, le estás diciendo a las niñeces que se van a enfermar, van a sufrir violencia y se van a morir. Ese es el mensaje.

Vos hablás de una infancia en la pobreza, de ser una sobreviviente de la violencia, de sufrir la crueldad y aun así seguir con el activismo gordo. Pero, sin embargo, nunca te siento víctima. Siempre te siento como una mujer empoderada ¿Cómo se escapa de ese rol? 
Yo no soy solo yo. No soy la única mujer que violaron, que golpearon, que dejaron sola y desprotegida, no soy la única con un cuerpo gordo. Soy en otras y otras son en mi. La conciencia de ser una persona con identidad colectiva es la que me sostiene y la que me lleva a no situarme a pensar que estoy sola con esto. Nunca me siento “pobre yo, mirá lo que me están diciendo”. Siempre pienso que hay un montón de mujeres que les ha pasado lo mismo.

¿Te escriben mujeres que se sienten inspiradas o contenidas por tu arte?
Si, mucha gente. Sostengo mucha comunicación, hablamos por WhatsApp, nos leemos, quedamos como amigues. Tengo una relación muy afectiva con las personas que me leen. 

Entrevista completa en el IGTV de @sudestadarevista 
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