La palabra de Javier Santillan, a 18 años del asesinato de Darío Santillán y Maxi Kosteki.
Después del 26 de junio de 2002 fue muy duro…Yo militante nunca fui, no me considero uno. Tengo muchos compañeros que hace poco que están y tienen más militancia que yo. Sino fuera por los compañeros no seríamos nada. Desde lo personal nunca vi las cosas desde el lado de la militancia y hoy veo, la verdad que aprendo mucho y les debo todo.
La gente que siempre nos acompañó, acá, allá, de lejos, sirvió para estar de pie y a la vez sirve de ejemplo para que otras personas que pasaron por situaciones como esta sepan que no todo está perdido, que hay posibilidades y que de una manera u otra no están solos. Eso lo aprendí mucho acá, con los compañeros.
Yo siempre viví en mi mundo, eso cambió. Hoy realmente convivo y aprendo de las diferencias, los admiro y siempre estoy agradecido con ellos. Acá conocí a mi mujer y mi hermano a la suya. Mis hijos se hacen acá y los hijos de mi hermano también, aprenden acá y se crían entre esta gente, entre los compañeros, del día a día. Ni siquiera entre nuestros propios familiares encontramos tanto acompañamiento, está todo bien con todos. Hoy siento que esta es mi gente, entre mis compañeros está mi familia y eso no se encuentra en cualquier lado, eso yo lo encontré acá.
Foto de portada: Matanza VIVA y Revista Sudestada