El voto femenino fue una lucha que llevó años, y gracias a Julieta Lanteri, Alicia Moreau de Justo, Eva Perón, entre tantas otras mujeres, el sufragio se convirtió en un derecho. A 73 años de ese logro analizamos cómo se dio y cómo se ha reglamentado la participación de mujeres en los diferentes cargos que pueden ocupar en el poder ejecutivo y legislativo de la nación.
Por Celeste Almada
El 9 de septiembre de 1947 se sancionó la Ley 13.010, conocida como sufragio femenino o voto femenino, y el 23 de septiembre del mismo año se promulgó en un acto a plaza llena, donde Eva Perón con la ley en mano le comunicó a las mujeres argentinas que la lucha de años se había concretado en un derecho.
El debate sobre el voto femenino buscaba la visibilidad del derecho de elegir y ser elegida, algo que hasta el 11 de noviembre de 1951 no se había concretado de una manera formal. Antes de que se declarara la ley del voto, hubo experiencias aisladas y fallidas que, por la puja de intereses que había entre las mujeres que estaban comprometidas con el sufragio, no se pudieron transformar en algo tangible.
En el área del poder no había mujeres, de hecho la aprobación de la ley se da en un seno de hombres que entendieron la igualdad de derechos como algo que hacía falta en la democracia argentina para una construcción política y social más justa, aunque por supuesto que no todos los representantes del poder legislativo estaban en concordancia con dicha ley. En el libro Evita, de Marysa Navarro, se rescata una de las posturas de quienes se oponían a la igualdad de derechos cívicos: “En algunos casos, recurrían a la burla y al ridículo. Según el diputado Francisco Uriburu: “¡Para qué diablos transformar los hogares en infiernos, donde la dueña de casa será demócrata nacional, la cocinera socialista, la mucama socialista independiente, la lavandera radical antipersonalista… y la institutriz demócrata progresista!”.
Con el paso de los años se hizo realidad el sueño de Eva Perón y de otras tantas que lucharon por la igualdad como Alicia Moreau de Justo, Julieta Lanteri, Angélica Fuselli, Elina González Acha de Correa Morales, Cecilia Grierson, Sara Justo, Elvira Rawson, Carolina Muzzilli, Alfonsina Storni y Salvadora Medina Onrubia: que las mujeres puedan ocupar un lugar importante en los espacios de poder. “Arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Estos no se mendigan, se conquistan”, fue la frase que popularizó la médica italo-argentina Julieta Lanteri al respecto de la igualdad de derechos.
En el año 1890 surgieron los primeros movimientos feministas en Estados Unidos e Inglaterra, que son los que inspiraron a las primeras mujeres argentinas a agruparse. En Buenos Aires, se reunían para abrir espacios de tertulia para comenzar a pensar en esta ola sufragista. En estas reuniones de debate se encontraban Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Alicia Moreau de Justo, Petrona Eyle, Elvira Rawson de Dellepiane y Sara Justo, mujeres sufragistas que fueron pioneras y que en año 1900 crearon el Consejo Nacional de Mujeres, la primera Asociación Feminista en Argentina. Cinco años después, Alicia Moreau de Justo, Sara Justo, Elvira Rawson de Dellepiane y Julieta Lanteri desde el corazón del socialismo crearon la primera asociación que buscaba el sufragio femenino.
El centenario de la Revolución de Mayo en 1910 muestra a una Buenos Aires que festejaba la fecha patria dentro del seno de la oligarquía. En ese marco se dio el primer Congreso Internacional Femenino, con exponentes de Chile, Paraguay y Uruguay. El encuentro fue muy heterogéneo y construyeron entre sus disidencias el primer proyecto de ley del sufragio. Un año después, en 1911, lo presentaron ante Alfredo Palacios, un diputado socialista que se involucró en la causa. En ese mismo año, Julieta Lanteri votó en el atrio San Juan Evangelista de La Boca.
En paralelo se empezaron a gestar las ideas de Roque Sáenz Peña, que buscaban terminar con el fraude electoral y el voto cantado. El 13 de septiembre de 1912 se sancionó la Ley 8871, bautizada Ley Sáenz Peña, que estableció el sufragio universal, secreto y obligatorio, aunque sólo para los hombres. Posteriormente, se dieron pequeñas experiencias en la que las mujeres pudieron sufragar a la par de los hombres.
En 1921 se reformó la Constitución de la provincia de Santa Fe, mediante la cual la mujer podía votar, pero la puja de intereses políticos hizo que esta Constitución se anulara y recién en 1926 las mujeres santafesinas pudieron votar. Dos años después, se obtuvo la igualdad de derechos cívicos en la provincia de San Juan.
Mientras tanto en Buenos Aires, en 1926, se reformó el Código civil, bajo la Ley 11.357 que amplió los derechos civiles de las mujeres, constituyéndolas como sujetas civiles en sí mismas y no en relación con sus padres o cónyuges. Los conservadores claramente lo veían como un ataque al status quo familiar. Todo lo que le aportará a la igualdad de derechos a la mujer era un golpe al bienestar de la construcción de familia que ellos proponían. En 1932, durante la denominada Década Infame, Justo era el Presidente de la Nación a causa de un fraude electoral generado por los hombres de alta sociedad, que eran los que tenían una injerencia real en el marco político nacional. En este contexto, un grupo de legisladores encabezados por Alfredo Palacios, Matías Sánchez Sorondo y Atanasio Eguiguren, realizaron una comisión en el Congreso de la Nación para discutir sobre el sufragio femenino. Estos debates no tuvieron mucho éxito dado que no abordaban a la homogeneidad necesaria para acordar en un proyecto único.
En 1938 Victoria Ocampo, escritora argentina perteneciente a la clase más acomodada de la sociedad porteña, encabezó el pedido del sufragio de la mujer. La puja de intereses dentro del mismo movimiento de mujeres era muy fuerte. Las conservadoras no querían que las mujeres que no supieran leer y escribir pudieran acceder al voto y las socialistas no querían que un gobierno militar fuera el que les otorgase el derecho. Estas diferencias hicieron que el voto femenino se diluyera cada vez más.
En 1945 sobresalió en la historia argentina la imagen de Juan Domingo Perón, para ese entonces era Secretario de Trabajo y Previsión social. Perón no sólo peleó por los derechos de los obreros sino que también estuvo a favor de que las mujeres pudieran participar en la vida democrática del país. Es por esto que la gran mayoría de las asociaciones femeninas apoyaron la fórmula presidencial compuesta por Juan Perón y Hortensio Quijano, quienes el 26 de febrero de 1946 ganaron la presidencia y vicepresidencia de la Nación.
Junto a Perón, adquirió gran relevancia su esposa Eva Duarte. Para el pueblo es Evita, quien se convirtió en la abanderada de los humildes y de los derechos políticos de las mujeres. Encabezó la causa para que el voto femenino dejase de ser sólo un tema de debate sin fin, para finalmente ser un hecho en las urnas.
El 3 de septiembre de 1947 comenzó el tratamiento de la ley en la Cámara de Diputados. Ese día centenares de mujeres se agolparon en las puertas del Congreso de la Nación apoyando el proyecto de ley que se estaba discutiendo dentro del recinto. Un conflicto con el radicalismo impidió el debate que se reanudó el 9 de septiembre con la presencia de Eva Perón en los palcos de la Cámara. 117 diputados fueron los que votaron a favor e hicieron que ese fuera un día histórico.
El 23 de septiembre fue formalmente promulgada la Ley del voto femenino. Eva Perón en el balcón de la Casa Rosada se dirigió a su pueblo para compartir el júbilo de poder saldar la deuda democrática que Argentina tenía con las mujeres. La Ley 13.010 hizo que Argentina ingresara a la vanguardia mundial, siendo el quinto país del mundo en permitir la igualdad de derechos políticos y civiles.
El 11 de noviembre de 1951 se celebraron por primera vez en la historia argentina las elecciones nacionales con la participación de centenares de mujeres que ejercieron su derecho cívico, no sólo con el sufragio, sino con la participación de mujeres en las listas como candidatas a diputadas y senadoras.
Cabe destacar, que el sistema electoral de la época era diferente al que existe en la actualidad. Para ese entonces, el voto era indirecto, lo que quiere decir que, de manera secreta y obligatoria, se votaban los colegios electorales que luego elegirían al candidato o candidata de esa elección. Este modelo de elección indirecta se modificó en la reforma de la Constitución en 1994, donde el voto pasó a ser directo y se eliminaron los colegios electorales.
Con la ley se generó un cambio importante en las cámaras de senadores y diputados de la Nación. El 25 de abril de 1952 los legisladores y legisladoras elegidos por el pueblo tomaron posesión de sus bancas, estableciendo una nueva composición en el Congreso Nacional incluyendo por primera vez a 23 mujeres -sobre 133 diputados- que fueron elegidas por el pueblo.
La mujer puede y debe votar, y hace años que es una activa sujeta social, política que participa en la vida cívica y democrática. Argentina ha sido un país pionero en la sanción de una ley de cupo femenino como medida de acción afirmativa para asegurar la representación de las mujeres en el Congreso de la Nación. En 1991 la Ley 24.012 estableció un piso mínimo de representación de mujeres en las listas partidarias para los cargos legislativos nacionales. Las mismas debían estar compuestas de, al menos, un 30% de mujeres. Sin embargo, la aplicación del cupo femenino en el Senado se retrasó hasta 2001, año en que la elección comenzó a ser directa. La norma logró perfeccionarse a través de sucesivas reglamentaciones que resultaron clave para evitar los incumplimientos partidarios y asegurar la postulación de mujeres en lugares con posibilidades de resultar electas. Estas reglamentaciones llevarían, incluso, a la aplicación de facto de la paridad -50% de mujeres- en la composición de las listas de candidatos para el Senado de la Nación -Decreto 1246/00- donde, al presentarse sólo dos candidatos por lista, la Ley de Cupo y su reglamentación ya prevé que deban ser candidatos de distinto sexo. De acuerdo a la nueva ley, a partir de las elecciones para la renovación parcial de ambas cámaras en 2019, las listas legislativas deberán contener un 50% de candidatas mujeres de forma intercalada. La misma ley debería ser aplicada en los organismos ministeriales, pero es algo que no se encuentra con la misma equidad. Con respecto a la cabeza del ejecutivo, la única mujer que fue electa y reelecta como presidenta de la nación fue Cristina Fernández de Kirchner, ganando las elecciones del año 2007-2011, quedando como la primera mujer de la historia argentina en encabezar una lista electoral como candidata a presidenta y ser elegida por el voto popular.