El escritor estuvo en Salta, participando de la Feria del Libro. Dialogó con El Tribuno sobre violencias, pobreza, infancias, educación, identidades de género, temas presentes en su escritura.
Juan Solá estuvo en la Feria del Libro de Salta. El escritor chaqueño (nacido en Entre Ríos y criado en Resistencia) publicó este año “Amores urgentes”, una trilogía que reúne novelas que lo acercaron masivamente a lectores que encontraron en ellas historias no muy frecuentadas en libros y muy presentes en la cotidianeidad. En diálogo con El Tribuno, antes de su conferencia del sábado, habló sobre las realidades que ficcionaliza con una escritura conmovedora: las violencias sobre los cuerpos no binarios y la recuperación de las voces de las infancias, temas que abordó en su intervención en la Usina Cultural.
-“Infancias en pausa” es el título de tu conferencia…
“Infancias en pausa” es una fusión entre una charla y una lectura, que toma como eje de diálogo el adultocentrismo, la mirada adulta sobre la infancia, toma también la etimología del término “infancia” como este “ser sin voz”. La idea es reflexionar y pensar las prácticas adultocentristas que violentan el deseo y la libertad en la infancia; en base a eso se da una lectura de “Los amores urgentes”, una trilogía publicada por editorial Sudestada que reúne tres libros míos, editados en 2016, 2018 y 2020, respectivamente “La Chaco”, “Ñeri” y “Galaxia”, que abordan la identidad sexual, la pobreza, la violencia intrafamiliar y la violencia en general. Siempre trato de trabajar en el texto con la mirada o desde la voz de la adolescencia, la infancia, en un compendio de relatos que giran en torno a esa temática. Es una fusión de ambos campos, una charla, diálogo, intercambio con quienes asistan y, por otro lado, la lectura de estos fragmentos.
-En “La Chaco” hay historias muy duras contadas con una belleza conmovedora. Dijiste en una nota que “la posibilidad de ser libres siendo quienes somos” marca tu escritura.
Yo siento que la única libertad posible que tenemos es la imaginación. La única libertad real en un contexto en el cual se nos hace creer que somos libres de elegir cuando constantemente estamos siendo condicionados por discursos que apuntan al consumo, que apuntan a la opresión, a la represión de ciertos aspectos de la sexualidad, de la identidad. Yo creo que, como sujetos políticos, desde la infancia estamos siendo condicionados a obrar de tal o cual manera, de acuerdo a nuestra genitalidad y, por ahí, lo que trata específicamente “La Chaco” es rescatar las infancias diversas, las infancias trans y no binarias, desde una mirada de retorno de la libertad arrebatada a esas infancias, haciendo fuerte hincapié, sobre todo, en las cuestiones de género.
-En la novela, desde un presente durísimo de la Chaco, de sus amigas, en un relato onírico por momentos retornás a la infancia…
Creo que es una forma de recuperar mi propia infancia, mi propia niñez, creo que es un espacio en el cual todas las personas se pueden encontrar, independientemente de nuestras decisiones cuando somos adultos y la orientación que le demos a nuestro deseo y la libertad con la que podamos acercarnos al placer o al goce. Independientemente de las decisiones estéticas y políticas que tenemos cuando crecemos, hay un punto en común para toda la humanidad, la infancia. Hablo de infancias sin pausa porque hablo de la interrupción de esas infancias en pos de una “contribución social”, si se quiere, al estado de las cosas, a ese estado patriarcal que rige las relaciones y los intercambios entre las personas. Entonces, recuperar las infancias me parece una mirada interesante para poder reestructurar ciertos aspectos del mundo que tienen que ver no solo con la opresión en sí, sino con las consecuencias reales, físicas, espirituales con las que cargan las personas a raíz de haber sido interrumpidas sus infancias por el mandato.
-Hablás de mandato y a uno se le ocurre pensar en la educación escolar y el papel que le cabe en el cuidado de las infancias y sus demandas.
Como cualquier institución, la escuela está regida por ciertas normas que no están construidas por sus actores principales, sino por sujetos externos a esa institución que utilizan el espacio para moldear la conciencia, el espíritu y si se quiere también la inteligencia de las personas. Como todo sujeto institucionalizado, el estudiante debe acatar, comportarse de acuerdo a cierta normativa que, en teoría, le va estructurando la noción de cómo es el mundo adulto, y en muchas escuelas se tiene una mirada muy basada en preparar para la adultez, pero muy pocas veces se habla del respeto a la niñez, a la infancia, a sus propios discursos con sus propios deseos, sus propias búsquedas, sus inquietudes. Siempre rescato las palabras de Darío Sztajnszrajber, él habla mucho de la “seriedad con la que juegan las infancias”, la seriedad del juego que potencia lo actitudinal desde la curiosidad, desde la imaginación y lleva a revisar la mirada del mundo. La institución anula cierta posibilidad de imaginar otros mundos posibles y, como te decía, prepara al sujeto estudiante para ocupar un lugar dentro de una máquina; la educación tiene muchas veces una mirada muy fordista, como si fuéramos piezas en una línea de montaje. Y cuando se habla de potenciar las individualidades, los propios deseos, se pierde de vista que eso se hace dentro de opciones que ya están prestablecidas, no hay una real libertad de elección. La escuela debería poner el foco en el deseo, en la mirada infantil y desprenderse de esta cuestión de generar cabecitas con estructuras que respondan a un orden preestablecido.
-Muchos chicos sufren en la escuela por ser diferentes…
La escuela puede generar grandes revoluciones, y también puede ser una gran cárcel para los niños y para las niñas que sufren bullying. Estaba leyendo de un nene mexicano de 17 años, el profesor le hacía bullying por su orientación sexual y se terminó suicidando y la escuela estaba al tanto de la situación. Si bien en nuestro país no estamos acostumbrados a lo que se vive en otros países como Estados Unidos, donde el bullying puede desencadenar un montón de cuestiones que ya sabemos, sí tenemos casos de violencia y de suicidios que tuvieron lugar a raíz de estas situaciones. Entonces, ¿cuál es el rol de la escuela en estos casos? En muchas provincias en que se ha rechazado en su momento la ESI (educación sexual integral), es importante ejecutar un diálogo en torno a los deseos y las necesidades que puedan llegar a tener los beneficiarios de la educación, niñas, niños, niñes, independientemente de lo que puedan llegar a considerar desde la moral de ciertos sectores. Se habla de adoctrinamiento como una forma de solapar la cuestión de fondo: darle voz a la infancia. Y me resulta muy sospechoso la conducta de un adulto que no quiera acompañar un proyecto que les permite a las infancias recuperar su voz, su derecho a expresarse y, sobre todo, la posibilidad de reconocer y denunciar abusos. Muchos aún no logran entender que la ESI está diseñada para proteger a las infancias, y estamos hablando de una mirada adulta, ¿no?, pero en pos de reconocer y recuperar esa voz que a la infancia se le ha arrebatado. Es importante tener un diálogo serio y entender que la educación sexual apunta a proteger a estas infancias hasta que tengan la posibilidad de denunciar ciertas estructuras de violencia, que las han marcado. Puede ser violencia sexual y de otros tipos dentro de la casa. Eso de “con mis hijos no te metás” es raro, no me quiero “meter con tus hijos”, yo necesito que tus hijos comprendan ciertas cuestiones para evitar que, por esas diferencias, ataquen a los chicos de otras personas por no adaptarse a esas estructuras propuestas muchas veces por la institución. La escuela debe ser un paso para la pluralidad de voces y para una educación no regida por una mirada moralista o biologicista sino para, en el marco de libertad, recuperar sus voces.
-Vivís en Chaco y ya viniste a Salta…
Vivo en Resistencia, me crie ahí y volví por la pandemia, y me fui quedando… Estudio locución y, cada tanto y cada vez que se pueda, viajo. Estoy reticente a viajar mucho porque tuve una época de no parar, todas las semanas dormía en micros distintos. Por eso me pareció importante no exigirme más de lo que puedo dar, empezar a comer bien, a descansar… porque es un laburo muy satisfactorio, pero conlleva toda una parte que la gente no ve que tiene que ver con la producción que puede ser muy estresante. Y, por suerte, aquí en Salta… me habían dicho que era muy conservadora, pero la verdad que la primera vez que vine me crucé con gente muy abierta de cabeza, que está haciendo proyectos muy interesantes, me encontré con un gran espacio para celebrar la cultura, para celebrar el arte. Artistas muy interesantes, gente de teatro, de la escritura. Me encontré con proyectos como el diccionario Aquicito, una edición que ejecutó SILVIA KATZ y reúne visiones del mundo estructuradas desde la mirada de la infancia y con las palabras de los niños y niñas… cosas muy interesantes. Entonces, quedarse con la idea de que es una provincia conservadora… Bueno, en toda provincia conservadora existe también una resistencia, generalmente conformada por gente del palo del arte que busca alternativas a la existencia marcada por la hegemonía. En mi ciudad, Resistencia, también existe, en Corrientes, una ciudad también muy conservadora, también existe, en Tucumán hay una movida de resistencia. Hasta en los pueblos más chicos siempre hay personas dispuestas a correr la mirada hegemónica y formar espacios de reflexión, alternativos.
-¿Estás trabajando en algo?
Estoy en varias cosas. Siempre estoy escribiendo, estoy en un libro de poesía, estoy escribiendo cuentos distópicos, que van por el lado del agua que falta, de la tierra que se seca y se hace polvo… y después alguna que otra novela. Estamos trabajando en conjunto con un grupo de escritores para hacer el guion de “La Chaco” para cine. Escribiendo, siempre y viajando siempre que se pueda, y también tratando de estar en la casa con mi gato, me siento con él a escribir.
Diálogos urgentes y aporofobia
“Que los chicos de ahora vienen con un chip para no discriminar, lo escuché muchas veces, pero hay chicos que discriminan”, dijo Juan Solá en otro tramo de la charla. Y agregó: “También es cierto que muchas personas están formando espacios alternativos para que un chico tenga la posibilidad no solo de entender que no debe ser maltratado, sino también que no debe maltratar, que no hay motivos reales para operar de esa forma”.
“Y eso depende del trabajo que se hace en la casa, en el acompañamiento de los padres. Por ahí se deposita en la docencia y en los medios de comunicación la responsabilidad del abordaje de ciertos temas, pero me parece importante pensar en el factor hogar. A veces, uno desde un medio de comunicación puede tener la mejor intención de comunicar y es difícil entrar en una casa conservadora”, dijo el escritor, y ejemplificó: “Lo veo mucho con el atentado, digo yo, contra la comunidad mapuche en el sur, hay gente que realmente piensa que son un problema y hablan de ‘la cuestión mapuche’ y hacen caso omiso a datos duros, como que Beneton tiene 900 mil hectáreas y Lewis, 8.000, y ese extranjero rico que compra la tierra en su conjunto, incluyendo los acuíferos, no molesta; entonces, tenemos de base un racismo aporofóbico (miedo a los pobres)”.
“Entonces, hay un laburo que comienza desde la casa, y no sé si los adultos están dispuestos a correr esa mirada aporofóbica, que viene en parte por el hecho de no querer reconocerse parte de esa comunidad pobre, empobrecida, y terminamos volcándonos contra los más débiles. Son diálogos urgentes”, dijo, y cerró: “Parte del mundo del futuro también tiene comunidades originarias”.
“El otro día escribí un poema que terminaba diciendo ‘mi amor, vengo del futuro, vos estás ahí pero el río no’. Ese es mi gran tema de este año, el agua, los recursos naturales. La aporofobia contribuye con la desintegración de la soberanía sobre nuestras aguas y tierras. Es un tema para discutir ¿no? Hay un contrapeso de la pobreza: la riqueza extrema, concentrada en muy pocos con privilegios impensables para ciertas comunidades, y no hablo de aviones privados, hablo de agua. Hay comunidades en Salta que no tienen agua y todavía está el chineo y la gente no hace más que horrorizarse… Por eso digo que es útil para la infancia reconocer un abuso. Todo es importante, pero se prioriza formar obreros antes que personas pensantes que puedan defenderse de la injusticia”, concluyó el escritor chaqueño.
Nota publicada por El Tribuno, escrita por Roberto Acebo