Por Editorial Sudestada
Nos llega la noticia, y todo duele, porque despedimos a Vera, o eso es una forma de decir. Falleció nuestra querida Madre de Plaza de Mayo, a los 97 años, Vera Vigevani de Jarach, quien llegó a la Argentina en barco -siendo una niña- desde Italia escapando del fascismo. A su abuelo lo mataron en Auschwitz, y fue desaparecido. Y tres décadas después, el terrorismo de Estado hizo desaparecer a su hija, Franca Jarach. Tenía 18 años, fue secuestrada el 25 de junio del 76, la llevaron a la ESMA, y fue una de las víctimas de los vuelos de la muerte.
Vera no frenó la búsqueda ni un solo día, junto a las Madres, a los organismos, y a su propio compromiso con la Memoria, la Verdad y la Justicia, sembrando conciencias en todos los territorios, con el pañuelo blanco, la sonrisa, la palabra, la voz, y una frase que hoy retumba y nos interpela: ““Nunca Más al Silencio”.
Hasta siempre, Vera. Hasta siempre Madre de la Plaza. Hasta siempre eterna luchadora. Acá seguiremos la búsqueda, la causa, el compromiso, la lucha, y el legado que nos han dejado ustedes, las más grandes luchadoras de nuestro tiempo, las que enfrentaron a los monstruos en los tiempos del terror, las que salieron a pegar el grito contra la impunidad, las que llenaron Plazas y plazas en todo el mundo, las que nos enseñaron el verdadero significado de la Memoria, y que nosotros como pueblo adoptamos como identidad.
Hasta siempre, Vera. Acá seguiremos tus pasos, tu corazón, tu lucha, hasta que la Memoria sea innegociable, la Verdad una política de Estado, y la Justicia bien -pero bien- plena.
Hasta siempre, Madre. Te vamos a extrañar con una sonrisa y las lágrimas compañeras, sabiendo que a pesar de tanto y de todo, no nos han vencido.
