UNICEF y el Ministerio de Justicia de la Nación informan que, entre octubre del 2020 y septiembre del 2021, se registraron 9.989 infancias y adolescencias víctimas de violencia familiar y/o sexual. En el 72% por ciento de los casos el perpetrador fue un varón del entorno familiar. Las infancias y adolescencias no son atacadas por extraños, sino por sus padres, sus abuelos, sus tíos, hermanos mayores y hombres del círculo más cercano de las víctimas.
Por Cecilia Solá
Las denuncias, según relevamiento de datos de la línea 137 y otros organismos que atienden a la protección de las infancias y adolescencias, dan cuenta de que en más del 85% de los casos las denunciantes de los ataques son las madres y las abuelas. Solo el 2% de los casos denunciados tienen sentencia firme, pero abundan y se repiten los casos en los que la justicia adultocéntrica, misógina y patriarcal carga contra las infancias que lograron poner en palabras el horror, y contra las mujeres protectoras que las protegen.
Resulta alarmante como las historias parecen calcadas unas de otras, repitiendo patrones de revictimización, hostigamiento y violencia contra las víctimas.
Como Luna, a quien la justicia trató de acallar durante diez años, negándole el derecho a ser oída y rehusando imputar al abusador, hasta que la lucha inclaudicable de su madre protectora y de los movimientos de mujeres que las acompañaron lograron que la niña fuera oída.
Hablamos de Sol, en Rosario, a quien la jueza Silvina García sometió a una audiencia con tres adultos que intentaban convencer de que su progenitor, a quien la niña había señalado como la persona que abusaba de ella, “podía cambiar y volverse bueno”. 28 veces gritó Sol, llorando, que no quería ir con su papá porque le hacía daño.
Lo mismo que gritó Arcoíris en La Rioja cuando fue arrancada de los brazos de su abuela, quien recibió una brutal golpiza por parte del progenitor cómplice para llevarse a la nena a la casa donde está José Kuky Vergara, ex Jefe de Despacho de la Secretaría de Justicia de La Rioja, abuelo de Arcoíris y el hombre que la niña denuncia como la persona que abusó de ella.
En Resistencia, Chaco, la niña Cielo logró hablar de los abusos sufridos a manos de su progenitor durante las visitas otorgado por el juzgado. Este hombre, perteneciente a la casta familiar de los poderosos, ya había sido condenado por ejercer violencia de género contra la mamá de Cielo y, después del divorcio, exigió un régimen de visitas nocturnas, llevándose a la nena a dormir con él a casa de los abuelos paternos, momento y lugar en el que sucedía el abuso.
“De noche no, mami”, fueron las palabras de Cielo a su madre y a la justicia que desoyó su grito, igual que no escuchó a Arcoíris, a Sol, a Michelle, a tantas infancias vulneradas que continúan siendo violentadas ahora por una justicia adultocéntrica, misógina, machista y corrupta que protege a pedófilos y abusadores.
Después de 5 años y más de 17 expedientes, Cielo continúa en peligro y su mamá protectora sigue recibiendo amenazas y órdenes de silencio, acusada de impedimento de contacto.
La visión adultocéntrica de la justicia desoye el grito de las infancias.
El machismo y la misoginia de jueces y juezas de familia colocan sobre los testimonios de las niñeces y las denuncias de las madres protectoras la sombra perversa del SAP, ese falso síndrome inventado por un pedófilo para bien servir a otros pedófilos y proveerlos de herramientas que defiendan sus aberraciones, acusando a las mujeres que denuncian de despechadas, histéricas, vengativas o interesadas, capaces de “inocular” la idea del abuso en la mente de sus hijos e hijas para herir al ex. El mismo que continúa sirviendo en bandeja a las infancias a manos de los abusadores.
“De noche no, mami”: el caso de Cielo
Hace cinco años la niña Cielo logró hablar del horror que sucedía cuando su papá la llevaba a dormir con él a la casa de los abuelos paternos. “De noche no, mami”, pedía Cielo a su mamá, frente a la insistencia del abusador que aducía que esas visitas nocturnas eran el único horario que tenía para “disfrutar de su hija”.
A pesar de las denuncias de la mamá protectora, a pesar de las pruebas irrefutables obtenidas a través de médicos y psicólogos, la fiscal Rosana Soto debió ser advertida por una jueza de Garantías para desarchivar la causa y, aún así, ésta se encuentra cajoneada en la Fiscalía N° 3 de la Ciudad de Resistencia. No se ha llamado a declarar al imputado, que ya cumple una condena en suspenso por haber ejercido violencia de género contra la madre de Cielo, y no solo no se ha tomado ninguna medida de protección hacia la nena, sino que la in-justicia provincial se ha dedicado a hostigar, amenazar y perseguir a su madre, obligándola a callar las violencias institucionales de las que es objeto con la vieja y remanida excusa de proteger a la niña.
En un accionar que no puede ser calificado más que de extrema perversión, el Juzgado de Familia n°1 impone a Cielo una re vinculación forzosa con los abuelos paternos que niegan el abuso llevado a cabo contra su propia nieta y bajo su techo, convirtiéndose en facilitadores y cómplices del horror que se está devorando la infancia de Cielo.
Las infancias hablan, las madres protectoras denuncian y la justicia las calla, las amenaza, las castiga, las corrige.
Difícil creer que les mueve el bienestar de la niña cuando la fiscal Rosana Soto, de la Fiscalía N° 3 desestima todo el caudal probatorio contra el progenitor de Cielo y rehúsa tomar cualquier medida de protección a favor de la nena.
Difícil creer en las buenas intenciones de la doctora Feldman, del Juzgado de Familia N°1, que manda a buscar a Cielo con la policía, y se la lleva entre llantos y gritos desesperados de la nena, aterrorizando por igual a sus docentes y compañeritos de jardín.
Difícil ser infancia en un mundo que convierte a las niñeces en objeto de consumo y las destroza en nombre del derecho del abusador e ignorando los Derechos Humanos de Cielo a vivir feliz y a salvo.
Si esta es la justicia que tenemos, es urgente cambiarla.
Por Cielo, por cada infancia y cada madre que se juega la vida y la libertad para protegerla.