Año de elecciones en nuestro país y de puntos de no retorno ecológicos y climáticos. Debates en torno a dónde estamos y qué mirar frente a la inmensa cantidad de información sobre la crisis ecosocial son algunos de los ejes que surgieron en la entrevista con Flavia Broffoni, politóloga, activista y autora del libro Extinción. En diálogo con Sudestada, retomamos algunos puntos que abordamos en entrevistas anteriores y que dan cuenta sobre la situación actual y la agenda ambiental 2023.
Por Natalia Bericat
¿Hiciste algún balance, Flavia, de estos últimos tiempos? Hoy escuchaba la charla TED del 2019 y una entrevista que te hicimos hace un año y muchas cosas que escuchamos ahí fueron cosas que vimos pasar en este 2022/23…
Lo que me tiene con más reflexión estos últimos meses, si bien mi ascendencia es la información empírica, política y social (es lo que estudié) cada vez estoy más segura, de que parte de lo que nos está llevando a este nivel de inercia e inacción tan flagrante (esta pregunta que siempre surge en todos los espacios de activismo, de reflexión, de debate alrededor de lo que era la agenda socioambiental y ahora es absolutamente todo). Cómo se dan esos links entre patrones que parecieran estar desconectados, pero que tienen que ver con que estemos en este umbral de colapso. Así como suena de fuerte es el período en el que estamos. Claramente estamos en un proceso histórico donde inevitable e irreversiblemente los ecosistemas van a llegar a un punto de inflexión. Parte de ellos ya están llegando: el modelo de civilización que conocemos va a dejar de ser tal.
Estoy convencida de que eso lo vamos a ver durante esta década y no en veinte años. Nuestra charla anterior del 2019 aventuraba varias de estas cosas como las pandemias. Era información que estaba disponible y la gran pregunta es, ¿Cómo puede ser que la política pública, la orientación de todos los gobiernos y los centros de poder globales, nos estén llevando inexorablemente a la extinción? No creo que nuestra especie como tal se vaya a extinguir, pero sí la mayor parte de la vida orgánica que conocemos sobre la tierra definitivamente se va a extinguir en el cortísimo plazo.
Desde los muchos activismos la pregunta que nos hacemos es cuál es nuestro rol en esto.¿Para qué nos juntamos ante la designación del ex CEO de Syngenta como asesor del gobierno? ¿Qué sentido tiene? ¿Cuántas injusticias más podemos soportar sin decir y hacer nada?
Mi sensación de cuando leía los primeros análisis de lo que iba a pasar este año, en términos de agenda socioambiental, era esa. Buena parte del periodismo socioambiental decía este año es la COP28 (Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático). El nivel de visibilidad del genocidio ya no tienen ningún tipo de escrúpulos. Los mismos tipos que están haciendo que estemos con esta sequía crítica en la mitad del país, son los que van a presidir la conferencia que va a, supuestamente, negociar la adaptación climática y lo mismo a escala global.
Ya no hablamos solamente de evitar algunas consecuencias, en muchos casos tampoco de adaptarnos. Yo no creo en un plan muy bien organizado, más bien hay algunos centros de poder con muchos intereses y negocios que aprovechan para seguir acumulando. Frente a la inercia social, ellos avanzan y avanzan. Pero esta conferencia no es la agenda socioambiental. Ahí no se decide nada, es anacrónica, obsoleta, no nos tiene que preocupar. Los activismos que se preocupen por la Conferencia están atrasando 30 años en lo que hay que hacer.
Importa qué va a suceder con las persistentes revueltas sociales frente a lo que estructuralmente está asociado a los extractivismos. Lo estamos viendo en nuestra región. Está pasando en otras partes del mundo que creíamos que no iba a pasar como en Alemania con una mina de carbón en una aldea. En nuestra región: qué va a hacer Lula como política. Realmente lo que suceda en la Amazonía es impacto climático directo sobre el bioma más importante de la tierra. Eso es muy importante. Y sobre todo cómo va a garantizar Lula seguridad para quienes protegen esos lugares, las comunidades originarias guardianas de esos territorios. Qué va a pasar con la negociación de la deuda externa, eso es agenda ambiental total. Que quieran que asuma el ex director de una empresa cuyo paquete accionario está conformado, me refiero a Syngenta, Synochem, Chemchina, una compañía china, en cuyo paquete accionario hay acreedores de deuda privada de la Argentina entre ellos BlackRock, promotor de la fusión Bayer-Monsanto en su momento.
Correr detrás de la coyuntura se explica a partir de no sentarnos a discutir el paquete grande. Por eso, pensar cuáles son los patrones detrás de la agenda es prioritario. Los conflictos bélicos, la guerra Rusia-Ucrania, va a tomar una dimensión mayor y pone en jaque muchas cosas que atañen a nuestro territorio.
La expansión de la frontera fósil es otro tema fundamental. El despliegue de infraestructura fósil en el Mar Argentino, con la intención de instalar plataformas offshore, y la expansión de infraestructura fósil para sacar combustible desde nuestro territorio hacia otros países que ahora no pueden abastecerse a partir del conflicto bélico, por ejemplo en el Golfo San Matías. El proyecto del oleoducto de Vaca Muerta, a pesar de que eso estaba prohibido por una ley (33/08). Se intensificó el interés oficial en avanzar con esto aunque sea ilegal. En casi ninguna agenda las leyes nos están protegiendo. Aunque exijamos desde las campañas la aprobación de una ley porque da más herramientas para activar por ejemplo por los humedales, definitivamente no podemos confiar de que sea garantía suficiente de protección. Ya lo demostró la ley de bosques, y ni hablar en la agenda de género.
¿Por qué la oposición férrea, por parte de todos los colectivos socioambientales y las comunidades costeras a la instalación de las plataformas offshore en el Mar Argentino? Quiero recordar que no es una decisión de este gobierno. La licitación de las dieciocho áreas para exploración en las 3 cuencas argentinas, se adjudicaron en mayo del 2019. Entonces el ex Ministro de energía Aranguren, licitó y adjudicó 18 áreas en el Mar Argentino para la exploración y posterior explotación petrolera. De las 18, 3 de ellas, están judicializadas conforman la Cuenca alta norte, que son las que están judicializadas y dieron origen al Atlanticazo como emblema.
A diferencia de lo que dijeron los ingenieros y petroleros, durante las audiencias públicas, tienen una metodología muy diferente de lo que se viene haciendo, en términos de profundidad y de impacto. Las plataformas offsshore que ya existen en la Patagonia no tienen la profundidad que van a tener estas, no revisten el mismo nivel de riesgo y no convivieron con condiciones atmosféricas como las que vamos a ver en los próximos años, que son extremas por la misma crisis climática.
El despliegue de infraestructura fósil, es decir no le creemos a la ciencia ni a lo que ya está demostrando el territorio en términos de procesos de sequía ( ahora tenemos la mitad del país con sequía crónica, con los sojeros pidiéndole subsidios al gobierno y terminamos pagando de nuestro bolsillo el bardo que ellos mismos armaron). Les vamos a pagar a quienes desertifican los suelos. Y así apostamos a seguir emitiendo gases de efecto invernadero, a seguir calentando el planeta por muchos años porque la infraestructura pesada reviste el peligro de que, como es muy difícil de amortiguar económicamente.
Frente a todo esto, la organización y la resistencia es importante antes de que empiecen a operar. Una vez instalada, este gobierno y cualquier gobierno, va a ser lo posible por mantenerla porque costó mucha guita. Desplegar oleoductos e infraestructura pesada hace que ese capital político y corporativo no se vaya a desactivar nunca porque costó mucho económica, social y políticamente.
Hoy estaba repasando noticias y leía los comentarios de algunos medios sobre las plataformas offshore y la gente decía pero bueno a 300km no se va a ver. ¡Estos ambientalistas! lo mismo de siempre. La conversación pública de este año, un año electoral, una vez más les vamos a pedir que hablen de la agenda ambiental y van a hablar: porque tenemos la mitad del país con sequía, el Río Paraná más bajo que nunca ( ahora se está llenando de nuevo porque abrieron una represa y no porque está lloviendo como dicen algunos medios). Entonces, hay que pensar. No nos podemos dar el lujo de quedarnos con los titulares. Y lo digo también hacia adentro: ¿Dónde vamos a poner el tiempo y la energía del activismo? Pedimos parchecitos o pensamos que estamos en una donde nos jugamos los últimos cartuchos. Es muy diferente. No hay que ser un instruide para hablar de estas cosas.
Hablábamos en un vivo con Cris Prieto, miembro de la Asamblea por un Mar Libre de petroleras, que a los que vivimos en la costa nos bombardean con publicidades para convencer a la gente de que las plataformas offshore nos van a beneficiar. Hay mucha guita de por medio. Ahora…¿Qué necesitamos generar, qué dispositivos se necesitan, en la calle sobre todo, para contrarrestar este discurso ? Los medios de comunicación operan para eso todo el día…
Sí. El solo hecho de visibilizar que estos procesos existen, sirve. Ninguna institución, de las creadas bajo este formato civilizatorio, está para cuidarnos. Y no hablo de Argentina. Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, las instituciones gubernamentales y no gubernamentales, los dispositivos que se arraigaron para generar orden y reducir los niveles de complejidad en los vínculos sociales tomaron una dimensión demasiado inmensa. Entonces, se van a dar las resistencias y las últimas fronteras de lucha a nivel local y territorial. Es importante desde lo simbólico decir por ejemplo ¿No puede asumir el ex CIO de Syngenta? Sí. Completamente, porque nuestro cerebro funciona sobre todo a través de mecanismos casi ficcionales creyendo historias que hacen sentido.
Las corporaciones aprendieron muy bien a entender como cognitivamente le hacemos más caso a unas cosas que a otras. Y a la información empírica no le hacemos caso. No le hacemos caso al aumento de la temperatura global. No le hacemos caso a la extinción de especies. Nada de eso es suficiente para traccionar la voluntad social. La resistencia necesariamente se va a dar en la calle no tengo duda. El cuándo y cómo, nos es más misterioso de lo que podríamos creer.
Hay un nivel de inercia que se explica porque hay mucho dinero invertido en propaganda para que nos hagan creer que esta normalidad está bien. Algo sucedió con la pandemia, y con el acuerdo porcino que fue una gran lucha ganada, porque ese shock inesperado la pandemia y lo que la mayoría de la gente no veía venir, llevó a un momento de reflexión y racionalidad. Una resistencia que era obvia.
El tratamiento de esos momentos de shock, yo creo que los activismos, autoconvocados y organizaciones territoriales puede aprovechar para poner en agenda una causa justa. Ese momento. No estoy haciendo una regla general, pero en esto de ¿Qué podríamos hacer? Estoy convencida que informarnos no es suficiente, sino más bien generar conversaciones que busquen ir un poquito más abajo. Ya estamos en condiciones de tener esas conversaciones. Estamos viviendo la última etapa del capitalismo. Y no es porque se esté muriendo sino que llegamos al pico de todo.
Volviendo a la cuestión de qué hacer, yo creo que cada vez más, lo que las luchan van a terminar siendo son estrategias de zonas a defender. Vamos a tener que retomar una tradición histórica. Lo de molestar en las ciudades no está funcionando. Tenemos que pensar desde el activismo qué lugar nos llama para guardanear y defender. De los lugares salen las cosas: sale el petróleo, la minería, la soja. Hay que volver ahí. La organización de base local es la que da más esperanza.
Podés escuchar el resto de la entrevista en Vivo de Instagram: https://www.instagram.com/tv/CoGVwzxpPCp/?utm_source=ig_web_copy_link