Cuando el calendario nos acerca a “la semana de mayo” aparecen en distintos medios artículos sobre los antecedentes que llevaron al Primer Gobierno Patrio. Historiadores y también periodistas nos cuentan de las noticias provenientes de Europa, nos hablan de Napoleón y la invasión de España, las Juntas y la detención del rey que luego se convierte en “el deseado” y la estrategia de nuestros revolucionarios en utilizar la denominada “Mascara de Fernando VII” para iniciar un gobierno, todo eso matizado con notas de color. Dichos antecedentes y demás agregados para hacer la historia vendible y llevadera no están mal, pero callan más de lo que cuentan.
Por Marcelo Valko
Vale preguntarse entonces ¿qué cuentan y qué callan? En principio y haciendo a un lado irrelevantes amoríos y preferencias culinarias de los protagonistas como si tuvieran algo que ver, el eje lo ponen fuera del continente. Sin lugar a dudas fue muy poderosa la influencia que Hegel impuso en su momento asegurando que el escenario de la verdadera historia universal se encuentra en el Viejo Mundo y por eso América no es de nuestro interés. Siguiendo esa tesitura, los libros nos cuentan lo que enumeré al comienzo: Napoleón, el rey prisionero, las Juntas…en definitiva en nuestras costas se proyectan las sombras y ecos de tales episodios.
El rechazo criollo a las invasiones inglesas había dado mucho que pensar a gente que ya tenía su mente puesta en la rebelión de Túpac Amaru que había hecho trastabillar a la Corona Hispana provocando la mayor represión conocida hasta entonces con millares de muertos y decenas de miles de desplazado de la zona de conflicto. Y eso, teniendo en cuenta que la rebelión solo duro medio año… El “grito de Tinta” dejó rastros simbólicos indelebles en el ideario de Mayo que se reflejaron en símbolos como el sol inca en la bandera o estrofas en el Himno Nacional que nos consagra como hijos del incario. Pero aún existe otra omisión fundamental que la historia oficial, desmemoria mediante, oculta detrás de la cesta de mazamorra que tantos actos escolares cultores del status quo repiten cada año en el acto del 25 de mayo.
Dos años antes de la primera Invasión Inglesa, Haití declaró su independencia. Tras la Revolución Francesa con su declaración de libertad, igualdad y fraternidad los esclavos africanos de Haití dieron por seguro que tales consignas también serían válidas para ellos. No fue así. Tal como expongo en mi último texto “Esclavitud y Afrodescendientes” que trata de la otra cara del genocidio americano, Francia envió miles de soldados para aplastar la rebelión de esclavos. Incluso fue hasta el mariscal Leclec cuñado de Napoleón. Sin embargo, esos esclavos desarrapados que ansiaban ser tratados como seres humanos derrotaron a la primera potencia militar de la época y hasta los huesos del mismo Leclec quedaron allí. Una sensación de euforia recorrió las capitales latinoamericanas. Tengamos presente, que aun hoy en día se trae a colación la derrota de Estados Unidos en Vietnam hace casi medio siglo, imaginemos lo que el triunfo haitiano significó en aquel entonces. Si unos esclavos sin ayuda de nadie derrotaron a las tropas de Napoleón todo era posible. En cambio, en lugar de enseñarnos con claridad la influencia de ese episodio fundamental lo deshacen presentando en su lugar al vendedor de mazamorra.
En mi caso, fui un participe involuntario de este catecismo de la amnesia. Cuando iba a la escuela mi mamá con un corcho quemado me pintó el rostro para actuar como un inofensivo negrito vendedor de velas. Cuando la historia oficial busca invisibilizar la verdad mediante un relato necesita innumerable cantidad de cómplices, la mayoría lo hace ignorando el triste papel que desarrolla, obvio no me refiero a los niños. Así como el nazareno dijo en aquel instante aciago “padre, perdónalos, no saben lo que hacen” es hora de decir basta.
No se puede perdonar a la historia oficial y su culto al olvido. Basta de asociar el movimiento revolucionario a unos paraguas, a un balcón, a la mazamorra y a un pueblo siempre en el papel de ignorante partenaire preguntando ¿qué pasa? El pueblo siempre sabe que pasa, por eso buscan adormecerlo con estos relatos que solo sirven al mantenimiento de un status quo que nada bueno nos ha dejado. ¡Es hora de volver a Mayo! Es lento, pero viene…