Por Editorial Sudestada
Cuando Milei comienza a decir “digamos”, hay algo que lo acorrala. En este caso – y muy diferente a los felpudos que lo “entrevistaron” por estos pagos- una periodista británica re-pregunta, insiste cuando el presidente comienza a divagar, retoma la pregunta inicial y espera una respuesta. Milei esquiva el precio de la leche, desestima el ajuste a todos los sectores -y en especial a los jubilados-, habla de lo macro cuando la pregunta fue sencilla, y vuelve a mentir: “Los salarios comenzaron a ganarle a la inflación”.
En la misma entrevista retomó su admiración por Thatcher, la “Dama de hierro” que con saña hundió el Belgrano, la que “cambió sangre por votos” con nuestros pibes, pero también la “ladrona” que le quitó la leche a niños ingleses de 7 a 11 años de edad. La misma que llevó adelante un plan de ajuste al pueblo, la privatización indiscriminada, y su permanente lucha contra la clase obrera hasta lograr desarticular al movimiento. Esto es lo que admira Milei, y justo en la semana aniversario del Belgrano ni titubea en abrazar a una asesina y enemiga de nuestro pueblo.
Posando con la bandera israelí y yanqui -nunca la celeste y blanca- Milei termina “contándole” a una periodista, que no le cree nada, que la “culpa de lo que sucede” es de los medios que mienten y que alimentan lo que se repite.
Vaya a un super, presidente. Pise un almacén, un kiosco, y véalo por su cuenta. Pero no. Milei no viaja por Argentina, no camina por nuestras calles, ni siquiera se anima a ir a la Feria del Libro. El presidente gasta más de 500 millones de dólares para la foto capitalista, para la arrodillada servicial de quien se deja robar, entrega todo, y encima besa a los verdugos.
Milei no sabe cuánto está la leche, como tampoco cuánto cobra un jubilado. Pero sí sabe cómo sobarle el lomo a Israel, EEUU, y a los poderes asesinos, empobrecedores, y mentirosos. Sí sabe lo que es el capitalismo salvaje. Por eso, la leche no le importa, como a Thatcher.