Por Editorial Sude
Sucedió en medio del encuentro en Dubai. Emma vio a un hombre que la acosaba, frenó, se acercó a la umpire, y se quebró en llanto. Y todo se frenó. Y se escuchó a una mujer que sufría abuso en pleno partido por parte de un hombre sentado en las primeras filas. Y lo identificaron. Y lo rajaron del Estadio. Y le prohibieron la entrada. Aunque todavía no sabemos su identidad. Pero sí que el acoso dejó de estar naturalizado gracias a la lucha de las pibas, al grito de las mujeres, a las cadenas que rompimos. Porque al patriarcado lo vamos tirando día a día, y esto ya no pasa de largo, en ningún deporte, en ninguna esquina, en ningún espacio. Porque la violencia es violencia. Porque el acoso es abuso. Y porque ya no nos callamos más.
Emma Raducanu había sufrido acoso tres años atrás, y el sujeto fue detenido. Ella misma había dicho en aquel momento “Siento que me quitaron mi libertad”, y que no podía estar tranquila ni en su casa. Y le sucede de nuevo. Y la impunidad machirula es tal que el acosador se sienta en las primeras filas y allí expulsa toda la mierda, creyendo que nada iba a pasar. Y Emma sintió el abrazo, la contención, incluso pudo pedir auxilio, llorar, hablar, y visibilizar lo que ella y millones de mujeres en el mundo entero, sufrimos a diario.
Quizás estas imágenes sean capaces de pegarnos un cachetazo tal para comprender lo que significa este abuso que muchos -todavía- ningunean. Porque lo que se sufre es demasiado. Porque el terror te paraliza. Porque el acoso es violencia. Porque tenemos que explicar -y lo seguiremos haciendo- lo que significa no poder salir a la calle, no poder mirar por la ventana, que suene el celular y tiembles, que te toquen la puerta y llores, que te llegue “un regalito” y te derrumbes, que lo cuentes y se te caguen de risa en la cara, que denuncies y “faltan pruebas”, que no te dejen vivir ni un segundo en paz, y ellos caminen como si nada.
Emma frenó el mundo. Y habló. Y lloró. Y multiplica una acción necesaria e importantísima para todas las humanidades que sufren esto mismo, todos los días.