Por Editorial Sudestada
Ahí, en la Rural, con todos los patrones entre tapados, montgomery, bufandas de lana, y algunas boinas chetas sueltas. Con Villarruel y el saludo tibio. Con Caputo y Jorge Macri, entre tantos alfiles de un gobierno que llegó para arrebatarnos todos nuestros derechos amparado con falsos datos, números irreales, aplausos cómplices, y la “libertad” del saqueo estatal.
Milei, con anteojos y leyendo, habla de la mejora de salarios y jubilaciones, del mayor “ajuste fiscal” de la historia, y de fondo se escuchan los aplausos, los mismos que ovacionaban a Menem y a Galtieri por solo dar dos ejemplos.
El presidente habla de los salarios cuando él mismo decreto que el Salario Mínimo Vital y Móvil ahora es de 254 mil pesos. Hagamos cuentas: La canasta básica para una familia de 4 personas superan los 900 mil pesos. Es decir que ni con tres salarios mínimos en esa familia pueden llegar a cubrir las necesidades básicas. ¿Cuántos trabajadores cobran un salario que les permita llegar a fin de mes, cuando en Argentina hay más del 55% de pobreza, y en su gran mayoría esas personas son trabajadores registrados?
¿De qué jubilación habla el presidente? ¿Sabe cuánto cobra un jubilado en este preciso momento? ¿Sabe que muchas farmacias amparadas por la “libertad de mercado” niegan medicamentos por PAMI? ¿No escucha el grito de nuestros viejos -a lo Norma Plá- en una realidad que golpea duro y en la que ya hasta cuesta comprar una bolsa de pan?
Por estos interrogantes de respuestas sencillas es que el presidente habla en la Rural, en el exterior, o en eventos de circo armado y privado. Por esto no puede siquiera entrar a una universidad pública, a un hospital del país, y mucho menos a un barrio.
En el momento más crítico del gobierno nacional, con promesas agotadas y ni una sola mejora en la calidad de vida de la gente; la mentira y los aplausos cómplices son el escudo de este fascismo infiltrado en la democracia.