Por Editorial Sudestada
Ya no es novedad. El Congreso podrá debatir, podrá votar, podrá sacar leyes, pero si el presidente las veta, ellos acompañan. El PRO afiliado ya al fascismo al Poder. Los radicales que cambian de vereda según el mejor postor. El peronismo que cambia de color según la ocasión. Y la clase política funcional o arrinconada por un presidente que pretende gobernar por decreto, ajustar a todos los sectores, y seguir con el plan de empobrecimiento masivo, todo con la excusa del “déficit”. Porque le saca a los jubilados, le recorta a la salud y a la educación, desfinancia a las Universidades, busca privatizar todas las empresas estatales, rematar nuestros recursos, congelar salarios miserables -entre tantas acciones- pero da piedra libre a los capitales extranjeros, le quita los impuestos a bienes personales, se aumentan el sueldo todos los meses, saquean millones para la SIDE, fugan millones a Londres, y el Estado solo dice “presente” para los privilegiados poniendo contra el paredón a todos los derechos humanos y sociales.
Adentro los traidores. Afuera el pueblo. Que sale a las calles, que se moviliza, que no se resigna, y que sigue resistiendo frente a la clase política que levanta la mano, que transa por atrás, que especula, que “espera”, que sigue el lineamiento fascista y empobrecedor, y que hoy nos vuelve a pegar otra piña.
Pero las tomas continúan, las asambleas se expanden, las clases abiertas se mantienen, y la educación se defiende. Por más que la desfinancien. Por más que la -y nos- pretendan de rodillas. Por más que ahora en la Rosada festejen que le sacan al público para seguir financiando al privado y sus “sueños personales” de que ningún hijo de obrero se anime siquiera a pasar por la puerta de una Universidad.
Porque esto no es económico, es político, es ideológico, es un ataque directo, perverso, y que desprende el veneno hacia todo lo que sea un derecho nuestro. Porque ahora le toca a las Universidades, y mañana a los hospitales. Porque para esto vinieron. Pero acá estamos, en todos los rincones.