“El capitalismo salvaje nos enseña a naturalizar la crueldad”

Agustina Bazterrica es escritora argentina y autora de Cadáver exquisito, novela que en la actualidad se publica y lee en varios países del mundo. Hace unos días participó de Redistribución de la palabra, el ciclo de entrevistas dirigido por Natalia Carrizo.

Quizá hay muchas posturas políticas en Cadáver Exquisito, pero una es la violencia que hemos naturalizado, ¿no?
Sí, totalmente. Lo que yo trato de trabajar en el libro, aparte de la trama evidente que es legitimar el canibalismo, que ya de por sí es una situación violenta, pero debajo de esa trama lo que intento sugerir es esta matriz en la que estamos todas, todos y todes insertos, que es el capitalismo salvaje que nos enseña desde nuestro nacimiento a naturalizar la crueldad. Y es un sistema del cual no podemos salir, independientemente de que nos vayamos a una isla, porque ya lo tenemos inserto. Esta es una de las cosas que este sistema, que está imbricado con otras matrices, como el patriarcado, nos enseña: naturalizar la crueldad.

Creo que hay un trabajo muy interesante de poder desnudarlo sin señalarlo para que se le haga evidente al lector. También me pareció muy curioso que elegiste trabajar sobre el lenguaje, incluso en las primeras páginas hay un momento en que hablás del eufemismo, qué es correcto decir y qué no.
Me encanta que lo hayas dado cuenta de eso porque el lenguaje no es un personaje dentro de la novela, pero sí es un objeto de estudio dentro de la novela, y eso lo hice de manera consciente. Hay toda una parte del proceso de escritura, no sé si a vos te pasa, que es intuitiva, una no va escribiendo y pensando racionalmente ahora quiero criticar esto o decir lo de más allá, sino que va surgiendo, va fluyendo, pero este tema sí lo hice de manera consciente porque para crear estar matrices complejísimas un cómplice es el lenguaje.
Un ejemplo que doy es el hecho de que en nuestro idioma español hay ciento un sinónimos para la palabra “puta”, pero no hay una sola palabra que hable de lo mismo para los hombres. Eso está hablando de lo que es el patriarcado, claramente. Entonces, con el lenguaje vos podés disciplinar, podés juzgar, podés reprimir.  Y al mismo tiempo está mostrando la realidad en la cual estamos insertos, la cual nosotros también vamos perpetuando y construyendo. Eso se está dando de a poco gracias al trabajo de las feministas, que justamente lo que hacen es deconstruir estas matrices. Por ejemplo, el patriarcado nos enseña hace siglos que las mujeres y minorías valemos menos.
En el caso de la novela, la matriz que construyo es aquella que dice que comer carne humana está bien, para hacer eso, claramente tiene que desaparecer la palabra canibalismo. Las palabras oficiales en general son aquellas que encubren, la poesía y la literatura son aquellas que rebelan, por eso es tan importante leer y por eso en las dictaduras los libros se queman, se prohíben.
Ese es el poder que tiene el lenguaje, cómplice y revelador.

Más allá de la distopía en sí, de la novela y lo literario, a mí me representó una posición política acerca de un canibalismo social que existe, de alguna manera también hay una denuncia. ¿Tuviste esa intención de ponerlo de manifiesto?
En un principio no. Se me ocurrió la idea, la maceré, como hago con todas las ideas; a veces no funcionan, a veces sí. En este caso, me parecía potente, pero necesitaba empaparme de ese universo que quería crear. Estuve investigando seis meses acerca de cómo funcionaban los frigoríficos, hice un trabajo muy profundo inclusive sobre qué significa el canibalismo, leí tesis doctorales. Pero claramente en la obra yo también vuelco mis propios miedos, mis propias reflexiones y, sin duda, una de las cosas que percibo, porque estoy inserta en esta realidad, es que nos canibalizamos los unos a los otros.
Un ejemplo que es súper contundente es que mientras nosotras estamos haciendo esta entrevista hay mujeres en cautiverio que están siendo violadas diariamente porque la trata de personas es el tercer negocio más rentable del mundo y con eso se beneficia un montón de gente. No es el tercer negocio más rentable del mundo únicamente porque hay gente de poder metida, sino también porque hay una sociedad, que es la nuestra, que es este capitalismo, que va educando a los hombres para que objetiven a las mujeres, para que las usen y las desechen, para violarlas, en definitiva.