“Cuatro caballos negros”: un western gauchesco del escritor Juan Carrá

El escritor, periodista y docente Juan Carrá publicó recientemente por Editorial Negro absoluto la novela Cuatro caballos negros. “Bajo la temblorosa luz de un candil; entre documentos y testimonios que parecen multiplicarse; un cronista intenta dar cuenta de una historia poblada de fantasmas. Cuatro mujeres marcadas por la desgracia recorren un largo y violento camino hasta encontrarse en la pampa feroz de principios del siglo XX”, dicen las palabras de Ricardo Romero en la contratapa del libro. En diálogo con Sudestada, conversamos sobre el proceso creativo del autor, la tradición literaria en la que se inscribe y las influencias del western, el policial y la gauchesca en esta novela.

Por Natalia Bericat

Primero preguntarte por el narrador. Hay un rescate de la tradición y el contador de historias, un volver a la oralidad y a la construcción ficcional donde continuamente escuchamos a quien escribe. ¿Cómo construiste esa figura?
El narrador de Cuatro Caballos Negros es un personaje central en la novela, no tanto por su vínculo con la peripecia que va a narrar, sino porque es el único que es posible de hacer que esas historias se conviertan en relato. Eso me parece que es clave para pensar este narrador. Es un cronista, una especie de flâner que se aventura hacia La Pampa con la intención de encontrar rastros de cuatro mujeres que son una especie de leyenda, que él escucha, que él conoce que existen y se aventura a buscarlas. Y lo que hace en ese camino es reconstruir la historia de esas mujeres a partir de lo que el propio territorio le cuenta.
Primero porque él va hacia esa búsqueda a un territorio que no le pertenece y por lo tanto encuentra ahí relatos que están vivos, que son contradictorios entre sí, que no permiten pensar en una idea exclusiva de verdad. Y él, con todo eso, tiene que construir su propio texto, su propia idea de lo que pasó con ellas en ese mundo hostil que tiene por delante. Esto como una cuestión más general. Después en el texto todo esto se hace visible.
El narrador le cuenta al lector sus vacilaciones, sus problemas. Le cuenta al lector que es todo eso que se encuentra y todo eso que incluso no sabe cómo hacer para hilvanarlo, para convertirlo en parte de la misma historia. Esas costuras, esas fisuras de la idea monolítica de la verdad, son para este personaje una excusa narrativa, una posibilidad más para contar. Además hay algo importante en términos técnicos con el narrador que era necesario que hubiese alguien que contara la historia: una voz, una subjetividad que se apropiara de ese relato para poder narrarlo porque si no era imposible poder contar la convivencia de esos mundos, del mundo de los cuatro personajes centrales que son cuatro mujeres, cuatro mujeres que trabajan y que hablan en idiomas diferentes, que confluyen en un territorio como es la Bámpara del principio del siglo XX y que en esa dificultad que el propio habla y el propio lenguaje plantea a los personajes, el relato hubiese tropezado muchísimo. Entonces era necesario que alguien contara lo que contaron, que el relato sea una especie como de relato de oídas y eso le podía dar al texto la agilidad necesaria para poder llevar adelante la trama con el ritmo que a mí me interesaba que tuviera. Ante todo quería que la novela fuese una novela de aventuras, una novela que se acercara en términos de género a la idea del western gauchesco.

El lenguaje de la novela nos trae la serie literaria gauchesca que no solo se hace visible en el paisaje de la pampa y la llanura, sino también en la construcción de personajes que dicen por ejemplo “acá se hacen los hombres”. ¿Cómo juega en ese sentido las voces de las mujeres que vos elegís poner en primer plano? ¿Qué te lleva a escribir una novela, en un contexto de principios del siglo xx, donde las mujeres, de manera colectiva, diseñan su propio destino?
Cuatro Caballos Negros busca inscribirse entre esos textos que se apropian y re-escriben en la tradición de la Literatura Argentina apropiándose y re-escribiendo textos y sentidos propuestos en la literatura gauchesca y en ese sentido me parece importante marcar la necesidad de colocar a los personajes subalternos en roles diferentes, en roles de poder en este caso cuatro mujeres que vienen de cuatro historias absolutamente diferentes cargando en sus espaldas historias de violencia y esclavitud que empiezan a encontrar algunas formas de redención sobre todo a partir de la necesidad de encontrarse entre ellas mismas y de buscar una salida colectiva para eso que les pasa.
Me parece que una de las cosas interesantes que nos podemos plantear a la hora de repensar nuestra tradición literaria tiene que ver con esto, con re-asignar roles a los roles estereotípicos propuestos no solo por la literatura, sino también que reproduce en todo caso el sistema de dominación en el que fueron narradas y que hoy en todo caso la literatura tiene la posibilidad de jugar a que se subviertan esos roles, a que se cambien esas correlaciones de poder a que determinados personajes que antes eran marginados ahora ocupen roles mucho más preponderantes narrativamente. Pero también en términos políticos: las cuatro historias que confluyen en Cuatro Caballos Negros no dejan de lado que ese territorio es un territorio claramente masculinizado claramente donde el poder efectivamente lo ejercen los hombres, donde la violencia está ejercida sobre todo en la mano de los hombres por eso también hay personajes que son los que juegan roles de, podríamos decir, los roles de dominación en el texto y que van a tener que enfrentarse a la furia de estas cuatro mujeres que van a ir encontrando, en todo caso, su propio destino a partir de ellas mismas. Hacerse cargo de que tienen que hacer algo por su propia historia porque nadie lo va a hacer por ellas y me parece que eso es interesante.

En relación a las mujeres, hay un lazo fuerte entre cuerpo, territorio y vestimenta que aparece reiteradas veces (esa segunda piel de la que hacen referencia otros textos de la Literatura Argentina). El polvo, el barro, la pampa y el cuerpo femenino se unen en el paisaje. ¿Cómo se logra ese efecto en la lectura?
La novela transcurre en un territorio muy particular que es el territorio pampeano en el momento en el que se está expandiendo hacia el sur para ganar territorio y para ganar sobre todo espacios de productividad para el desarrollo ganadero. Ahí se genera un planteo que está muy relacionado con la idea del western, que es esta idea de un territorio donde el estado aún no tiene un peso específico importante y donde no existe tanto la ley, sino lo que existen son los códigos y las cosas se resuelven a través de la violencia. Por lo tanto ese territorio es un territorio hostil, es un territorio que modula los cuerpos y que modula las vidas de todos los personajes que por ahí pasan. No solo de los personajes de las cuatro mujeres que terminan siendo los personajes centrales de la novela, sino de todos los personajes que por ahí habitan esa zona porque el conflicto central del texto es el vínculo con el territorio y el vínculo con esos cuerpos, o sea la apropiación del territorio y la apropiación de los cuerpos podríamos decir que es en algún punto los dos temas clave en los que se mueve el texto. En ese sentido me parece que vuelve a aparecer la tradición. La Literatura Argentina tiene una larga tradición en la que se trabaja sobre la apropiación de los cuerpos, sobre todo los cuerpos femeninos pero en general de los cuerpos y que me parece que esa apropiación siempre es una apropiación política y en este caso lo que se busca es cómo el territorio a la vez modula ese vínculo de poder.
No es lo mismo la apropiación de los cuerpos en la ciudad que la apropiación de los cuerpos en el campo, entonces ahí me parece que hay algo narrativo que se va construyendo entre el vínculo, entre la acción desenfrenada que tiene el propio género western con la necesidad de poder narrar ese espacio con una carga de belleza, por un lado, pero también con una carga de aridez que haga presagiar la idea de que es un espacio de hostilidad.
En una de las escenas, ellas logran convertirse en parte de la noche cubriéndose de tierra y de barro para camuflarse. En algún punto lo que está pasando ahí es que es el propio territorio que se apodera de ellas para poder comerse al enemigo. Ellas ya son dueñas de esa tierra. Ya son dueñas de ese territorio en términos políticos.
También como para poder empoderarse y poder construir su propio destino, parece que ahí hay algo simbólico que está bueno pensar: esta idea de que cuando el territorio termina de modularlas realmente, cuando el territorio termina de parirlas ellas son capaces de poder efectivamente cumplir su destino.


La estructura de la novela, la división en capítulos cortos que nos dejan a la espera tienen mucho del folletín. ¿Hay un rescate ahí también de la tradición?
Sí. El folletín tiene una clara influencia en la construcción de esos capítulos cortos y sobre todo esa estructura de capítulo bien escénica y bien visual, podríamos decirle, con un final muy, con cada capítulo autoconclusivo y que a la vez abre el camino al siguiente capítulo dejando en latencia la atención necesaria como para que el lector tenga ganas de seguir leyendo. Eso me parece que es parte de la tradición del folletín, que después en los géneros populares se recupera permanentemente. Se recupera en el cómic y se recuperan las novelas de género criminal o policial. Es algo que también vengo trabajando en distintas novelas mías y que en este caso está más acentuado.

Se puede ver en la escritura un trabajo minucioso sobre ciertas costumbres y al mismo tiempo sobre vocabulario muy propio de la pampa, el campo (el facón y el poncho por ejemplo) y lo gauchesco. ¿Cómo entraste en ese mundo? además hay muchos géneros que confluyen en la novela. ¿Cómo presentarías “Cuatro caballos negros” en pocas palabras?
Mempo Giardinelli dice que el western norteamericano es como una especie de prólogo de la novela negra norteamericana. Lo que se genera es un desplazamiento del personaje del héroe del western de lo rural a lo urbano, y así el personaje del cowboy se convierte en el personaje del detective, y ahí hay como una especie de linaje de tradición de la novela negra clásica norteamericana.
A partir de esa idea podemos pensar cuál es el vínculo que existe entre nuestra novela negra actual, nuestra novela criminal, sobre todo esa variante de la novela negra que no narra una detectivesca, que no narra desde el punto de vista de una investigación, sino que narra las relaciones de poder de los territorios, que narra las relaciones entre las bandas, entre pistoleros, el vínculo de la violencia del estado con los sujetos sociales, etc. ¿Cuánto de esa literatura actual que están narrando estos mundos tiene un anclaje en nuestro western que sería la gauchesca? Hay como una primera idea en eso, como el western es el origen de la tradición de la literatura negra norteamericana. La gauchesca puede ser el origen de la tradición de la literatura negra actual. Ahora, no solo eso, sino también que es interesante pensar cuánto del western norteamericano y de la gauchesca son narraciones que están dadas casi en espejo, como el gaucho está construido de una determinada manera, al igual que el cowboy, cómo está construido también el territorio de expansión hacia el oeste, cómo está construido en la literatura nuestra el territorio de expansión hacia el sur, cómo están construidos los espacios de relaciones sociales de esos personajes, cómo pueden ser el salón en el caso del western, y la pulpería en el caso de la gauchesca, cómo podemos pensar también la relación entre la forma de justicia y la presencia de la justicia, y los códigos, por ejemplo, el duelo como un elemento de definición narrativa en el western, y el duelo facón como un elemento clave en la literatura argentina que atraviesa la tradición de esta manera hasta la actualidad, empezando por Borges, por ejemplo.
Entonces ahí hay toda una intencionalidad de pensar esta idea de western gauchesco y de colocar a Cuatro caballos negros como una especie de novela que sintetice esos aspectos de mundo y de conflicto que podrían definir a este género. Por supuesto que gran parte de la construcción de esto está dada a través de la intertextualidad, con textos como Martín Fierro, como Moreira, textos como, no sé, Hormiga Negra, como algunos textos de Fray Mocho, Viaje al país de matreros, etc.
Después también textos más actuales, como Las aventuras de la China Iron. Hay toda una construcción en Cuatro caballos negros de mundo, de desarrollo de personajes, de conflictos, de la propia expresión de la pampa y además, están tomadas más de la Literatura que de una investigación sociológica, digamos. Si bien igualmente en el desarrollo de la novela, de la escritura de la novela, hice todo un trabajo de investigación, yendo a museos para poder documentarme sobre determinadas cuestiones por ejemplo, el trabajo de la intertextualidad de Cuatro Caballos Negros está dado siempre a través de otros textos de la propia Literatura y no necesariamente desde textos más científicos.