Por Celeste Almada
En esta época, por más retrógrado que parezca, todavía siguen los trabajos estigmatizados. Hay mixtos, de hombres y de mujeres, y específicos para cada género. Los mixtos en muchos de los casos, son los administrativos, ahí no hay problema, excepto que en la mayoría de los casos los hombres tienen mejor salario que las mujeres.
Con el tiempo, a las mujeres que quieren romper con estos paradigmas, se las pone como heroínas que se “meten” en un espacio hostil que no está preparado para ellas. En este sentido, los límites marcados por el patriarcado en la sociedad no las colocan como trabajadoras, sino como mujeres que vienen a romper con el sistema.
Florencia Morales es trabajadora de las telecomunicaciones, delegada sindical y mujer feminista. A pesar del qué dirán, rompió con las estructuras impuestas y el 6 de Marzo del 2020 se convirtió en la primera mujer que arregla el servicio de línea e internet en casas particulares como técnica revisadora para la empresa donde trabaja, en la región de La Plata, Berisso y Ensenada.
En exclusiva con Revista Sudestada, contó sobre el proceso de selección, por qué se postuló a esa convocatoria laboral y cómo es ser mujer técnica y sindicalista.
¿Cómo se dio todo esto? ¿Cómo elegiste ser técnica?
Trabajo para una empresa de telecomunicaciones hace siete años. Fui operadora en el call center de La Plata, y como todo lo que transcurre, cumple un ciclo. Para mí, era necesario un cambio, tanto en lo laboral como en lo personal. Se presentó una convocatoria en la empresa, para ocupar el lugar de técnico revisador, y por primera vez no estaba cerrada al sexo masculino, así que me anote.
¿En qué año fue?
Esto fue a fines del año 2019. Primero hablé con el sindicato, porque actualmente estoy cumpliendo funciones como delegada de call center gracias al voto de mis compañeros y compañeras y consulté si era viable un cambio de sector. Me dieron del gremio el visto bueno enseguida, así que me postulé y fui a la entrevista. La entrevista fue grupal, éramos varios , había hombres y mujeres.
Sos delegada sindical ¿cómo llegaste al sindicalismo siendo mujer?
Vengo de una familia que ha militado en política y sindicalismo, sobre todo mi hermano, que perteneció al gremio de la construcción. Desde chica siempre iba a todos los actos, tocaba el bombo con él en las asambleas. Y bueno, una vez que entré a trabajar en la empresa, me empecé a acercar a compañeros que militaban en el sindicato de las telecomunicaciones, vi que era un espacio en el que se podía trabajar, colaborar, aportar ideas. Comencé dando una mano en lo que se necesitaba y en el año 2017 me propuse para la función de delegada. Gracias a la confianza y apoyo de mis compañeros y compañeras ejercí dos años y luego renové mandato hasta diciembre de este año.
¿Había delegadas antes?
Sí, había compañeras que eran delegadas y también en comisión directiva. No muchas, pero sí había y en la actualidad somos más.
Flor, retomando lo de la convocatoria, te presentaste y…
Me presenté a la convocatoria, estaba el gerente general del servicio técnico y estaba como veedora Natalia, compañera delegada también del call center. En la entrevista nos empezaron hacer preguntas para conocer los perfiles de cada postulante, yo levanté la mano primera como para sacarme el peso de encima y poder explayarme. Comenté que estaba en busca de este cambio, que me sentía con capacidad para poder afrontar un trabajo de este tipo, que por ejemplo para solucionar cosas en mi casa me daba maña y si no lo sabía lo buscaba en un tutorial.
¿Había más mujeres en la convocatoria?
Había mujeres, y varones también. Había dos compañeros que eran del call center con estudios afines al puesto, que seguramente en otro momento hubieran sido contratados, pero en esta oportunidad se notaba que la empresa apuntaba a incorporar una mujer como técnica. De hecho éramos más mujeres que varones. Eran tres varones y seis mujeres. Todxs fueron entrevistadxs, todxs querían cambiar de puesto.
Lo interesante es que convocaban a personas más allá de su género, en ese sentido nadie ponía en tensión el concepto de feminidad. Digo que no es que sos menos o más femenina por ser técnica revisadora.
Me pasó cuando empecé a trabajar, que más allá de la sorpresa de una clienta por que le iba a arreglar el teléfono una mujer, me dijo: “nunca pierdas tu femineidad”, y me dejó tecleando. ¿Mi femineidad sabés en dónde está? en terminar de trabajar y ponerme crema en las manos, para que no se me llenen de cayos. En ponerme protector solar para cuidarme la piel del sol y del viento.
En ese momento la interpeló. Pero eso no es una cuestión de género…
Es verdad -me contesta reflexivamente- algunos hombres lo hacen, pero pocos, y muchas veces son criticados por ello, estigmatizados porque esos cuidados “pertenecen a las mujeres” y en realidad no. Son cuidados que deberían pertenecer a cualquier persona. El cuidado personal, o ser un poco coqueto/coqueta no es una cuestión de género, sino una cuestión tal vez de la personalidad de cada unx.
Pero retomando lo de la clienta, me llamó la atención que puntualice en eso.
Florencia tiene el pelo largo hasta la cintura, con rulos color rojo como el fuego, que se lo trenza para poder trabajar más cómoda. Mujer simple, humilde con una actitud en búsqueda del aprendizaje constante. Pero aunque ella no lo vea, tiene claro en el lugar que quiere estar. En esta conversación sobre su trabajo, me cuenta sobre una charla que tuvo con Daiana, su compañera de vida.
—En una de las miles de charlas con Dai, le contaba que había hecho mi primer trabajo yo sola, le dije: “hice esto, aquello, la escalera al hombro, subir al techo, escalar el poste y todo lo pude hacer, lo hago, y lo hago bien “. Me sorprendió a mi misma y seguramente sea una sorpresa para todxs lxs clientxs, hasta para los mismos compañeros de la central, verme a mí haciendo el mismo trabajo a la par de ellos. Y me responde: “¡Qué genia!” Y le digo: “soy como un chabón” , y ella -Daiana- me dice: “no sos un chabón , sos una mujer que trabaja de esto”. Pero para mí, aún hoy, sigue siendo un flash.
Bueno, pero también creo que todxs estamos en un constante proceso de deconstrucción.
Si, tal cual. Como te digo, agarré una pinza a mis treinta años, me costó al principio, pero lo normal. Es natural, y se tiene que ir dando para que más puedan hacer lo mismo. Me motiva pensar que otras mujeres vean estos trabajos sin condicionamientos de género y tengan una oportunidad más, una alternativa distinta y totalmente viable para su futuro.
Los trabajos no tienen género, no tienen sexo, no tienen nada, son trabajos que lo podemos hacer todos,todas y todes.
Es que sí, tenemos obreras, recolectoras, colectiveras, taxistas, gasistas. Hay un montón de tareas ahora que son ejecutadas por mujeres, pero que históricamente estuvieron reservadas para varones. Es un cambio necesario e inevitable, que conlleva el compromiso de la sociedad toda.
En este sentido, como mujer de las telecomunicaciones, Florencia me comenta una anécdota de una actividad en la cuál participó como delegada y militante sindical.
—La otra vez, vino a una actividad gremial gente del sindicato de telecomunicaciones de otra región, y fui presentada como la primera técnica. Sin embargo, ellos nos comentaron que hace cinco años hubo una mujer revisadora, pero que eran otros tiempos y no duró mucho. Entonces le pregunto “¿qué pasó?¨ y me responde: “al parecer los compañeros no la integraron, hasta el mismo jefe directo no la aceptaba en el área . Eran otros tiempos me termina diciendo…”. Parece que cinco años para atrás no son nada, pero no es como es hoy. La sociedad, no es la misma con respecto al movimiento de mujeres de hace cinco años. La evolución que se ha tenido gracias a la lucha feminista es impresionante. En ese sentido, en mi caso, con mis compañeros de trabajo y mis superiores, me siento muy bien adaptada, respetada y acompañada en mi labor.
Quedaste seleccionada después de la entrevista, ¿fue enseguida la incorporación?
-El día siguiente a la entrevista me llegó el mail de confirmación de que había quedado seleccionada para hacer el cambio de puesto. Esto fue el 6 de marzo de 2020. El 11 de marzo el presidente anunció el aislamiento preventivo por la pandemia y ahí la espera fue larga. Ya estaba todo para que me pueda incorporar, pero la pandemia fue una situación que no esperaba nadie.
En la pandemia, ¿ trabajaron tus compañeros en la calle?
Sí. Los que no estaban licenciados como personas de riesgo trabajaban, cada cual con su vehículo, con los protocolos sanitarios correspondientes y sin entrar a los domicilios por razones mismas de la pandemia.
Retomando su incorporación comentaba lo siguiente:
—Finalmente en marzo de este año 2021, me dieron el ok, y en abril se cumplió el pase. Fue muy de a poco, primero me llegó la ropa, los elementos de protección personal, tuve que hacer varios cursos, que por el contexto debieron ser online. Eso sí fue un poco difícil porque para mí era todo nuevo, conocer las herramientas, los elementos de seguridad que tenemos que utilizar. Hacerlo a través de internet, por zoom, no es lo mismo que verlo en vivo donde tenés un poste para practicar, en donde está el instructor de seguridad e higiene que te dice cómo hacer: “subí así, probá acá o allá.” O sea que todo eso lo vi por tv básicamente -comenta entre risas-.
¿Y cuando lo tuviste que hacer por primera vez, que pasó?
Cuando lo tuve que hacer por primera vez, cagazo -dice entre risas- cagazo nivel dios. Imagínate soltar las manos a 9 metros de altura. Pero bien, siempre corajuda, viste, voy para adelante con esa idea: lo puedo hacer y lo hice. Ese logro es personal. Y también laboral a nivel remuneración salarial, que no es un detalle menor.
Es interesante lo que resaltás Flor, porque la mujer puede trabajar en otra área que no tiene por qué ser estrictamente administrativa, y que en ese sentido, la ayuda desde la remuneración económica, más allá de su cuestión de género.
Y es importante, somos mujeres que podemos hacer esta tarea, antes no se nos permitía y podríamos estar ganando igual que nuestros compañeros varones.
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La hazaña de Florencia en esta sociedad patriarcal, termina deviniendo que aparte de ser mujer y sindicalista es una trabajadora que, más allá de su condición de género, puede ganar lo mismo que sus pares varones. Algo que en la estructura laboral como tal, es una tensión que todavía existe a pesar del avance que ha tenido el feminismo en estos años.
Según un documento publicado en diciembre del 2020, por el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, plantea que las mujeres argentinas ganan un 24% menos que los hombres. Más allá de su tarea específica, limitando a la mujer con las tareas de cuidado del hogar. Sólo el 6,7% llegan a cargos de jerarquías.
En este sentido, retomando las palabras de Florencia no es igual el trabajo de un hombre o una mujer, la brecha salarial es un techo de cristal que el patriarcado impone y que por más que viene teniendo fisuras sigue en vigencia desde la impunidad que le otorga la sociedad.
En la charla, Flor, me cuenta que cuando va a reparar el teléfono a una señora, la misma le dice algo que a ella le da un poco de pudor. “Nena, vos estás haciendo historia”. Y es verdad. Ella como muchas mujeres que rompen con el status quo hacen historia abriendo la puerta para que la equidad laboral no quede en utopía.