Chico Mendes, el líder sindical que devino en protector de la Amazonía

A Chico Mendes lo mataron, como afirma la conocida canción de Maná. Hoy es recordado y conocido como luchador medioambiental, sin embargo su vida y sus luchas fueron mucho más que eso.

 Al comienzo pensé que estaba luchando para salvar las siringueiras, 
después pensé que estaba luchando para salvar la selva Amazónica. 
Ahora, percibo que estoy luchando por la humanidad. 
Francisco Alves “Chico” Mendes Filho

Por Carlos Álvarez

Si no hubiera sido porque todo el mundo sabía desde 1981 que Santiago Nasar había caído asesinado por los hermanos Vicario en Crónica de una muerte anunciada, en 1988 la novela de García Márquez hubiera podido ser creada a partir de la imagen de Chico Mendes. Pocas veces un asesinato fue tan evidente, como el que esperaba a Chico Medes, infatigable luchador obrero, en el Brasil de los años 80’.
Pensar en él genera un curioso calidoscopio de imágenes según los usos que de él se hacen. Se trató sin dudas de una figura polisémica de muy amplio alcance que logró cruzar las dificultosas fronteras de su tierra natal, Acre, en la frontera entre Brasil y Bolivia, para lograr ser verbo de lucha. La figura de Chico Mendes está ampliamente asociada a la de la naturaleza, a la defensa de la selva Amazónica, la floresta, así como de las plantaciones de caucho, llamadas siringueiras.
No obstante, raro resulta ver su imagen asociada a su otra gran cualidad y militancia, como fue la lucha sindical por la protección de los campesinos siringueiros. Chico Mendes, además de ser un “…defensor y un ángel de toda la Amazonía”, como reza la famosa canción tributo de Maná, fue sobre todo un obrero, un pedagogo, un sindicalista. Su condición de trabajador de la tierra, con una fuerte raigambre territorial, situó su militancia en aquello que era su entorno y su vida. Sin embargo, sería una simplificación pensar a Chico como un mero activista ambiental, puesto que su interés trascendió profundamente el cuidado del medioambiente como tal, puesto que defendió el medioambiente en su clave vincular, en su profunda simbiosis con las poblaciones nativas y la clase trabajadora que al calor de su lucha se iba conformando y tomando conciencia de sí. Sería una reivindicación del cambio de siglo la que retrospectivamente vería en Chico a un militante socioambiental por sobre la de un sindicalista y obrero.
Siendo Chico muy pequeño comenzó a trabajar en las plantaciones y a empaparse de la vida obrera agraria de Xapurí, ciudad donde vivió toda su vida. No fue hasta sus 24 años de edad que aprendió a leer y escribir, lo cual le abrió un mundo de pensamientos y la posibilidad de expresar aquello que vivían los campesinos a diario. El cambio de matriz productiva apoyado por la dictadura brasilera encontró en aquella región amazónica un campo muy fértil para el agronegocio, así como para las explotaciones mineras, fundamentalmente de oro y petróleo. Inició su vida sindical en 1975, ayudando a crear los Sindicatos dos Trabalhadores Rurais de Brasileia y Xapuri. Una de las principales luchas del sindicato en aquella época era impedir que hacendados latifundistas deforestaran grandes extensiones de tierra, lo que perjudicaba la permanencia de los caucheros en la selva.
Al tiempo que Chico Mendes iba creando conciencia y frenando los avances empresariales, se fue conformando también un conglomerado de intereses opuesto al de aquel que no sólo buscaba acceder a las tierras protegidas por los siringueiros, sino inclusive eliminarlo a Chico si fuera necesario. La Unión Democrática Ruralista (UDR) estuvo al servicio de la tarea. Cuando en 1985 Chico lideró la organización del 1º Encuentro Nacional de siringueiros realizado en Brasilia, que terminó en la creación del Conselho Nacional dos Seringueiros (CNS) y de la propuesta de Reserva Extractivistas, la situación comenzó a crisparse. El alcance que la imagen de Chico estaba logrando, así como de sus reclamos, comenzó a ser un fuerte estorbo para los intereses patronales y el agronegocio, fundamentalmente cuando éste fuera reconocido por la ONU con el premio Global 500, catapultando su figura y sus luchas a todo el mundo. Esto sería el principio del fin para Chico, quien un año después, el 22 de diciembre de 1988, sería asesinado en su casa por dos miembros de la UDR.
Las Reservas Extractivistas son uno de los grandes legados que la lucha de Chico dejó para los pobladores de la selva, siendo instaladas cuatro de ellas en 1990. Actualmente, en la Amazonia, las Reservas Extractivistas y Reservas de Desarrollo Sustentable, federales y estaduales, totalizan 92 unidades, cubren un área de 34.925.910 hectáreas, que representan el 4,8% de la Amazonia Legal, 19% de las Unidades de Conservación y 8% de los bosques de la región, beneficiando a aproximadamente 1.500.000 personas. En otras regiones de Brasil existen 29 unidades que cubren 534.285 hectáreas.
Chico Mendes no fue ajeno a su tiempo, ingresando al mundo trabajador en un contexto de creciente conflictividad y violencia en los años 60 y 70, sobre todo en el marco de una violenta dictadura militar en el Brasil. Siempre reconoció como su mentor y educador al militante comunista Fernando Euclides Távora, quien no sólo le enseño a leer y escribir, sino que fue quien forjó en su personalidad y convicciones los sentidos de la lucha, habiendo sido éste revolucionario en Fortaleza en 1935 y en la revolución boliviana de 1952. Es por ello que resulta imposible disociar su imagen de su contexto, conformándose Chico en un líder local primero, y en un militante y activista después.
No obstante, las luchas llevadas adelante por Chico fueron todas de tipo pacíficas, organizando “empates”, nombre con el que se conocen las actividades pacíficas tendientes a evitar que las empresas ingresen a la selva a realizar la tala furtiva de la siringueira. Una vez asesinado Chico y logrado el arresto de Darly Alves de Silva y Darcy Alves Pereira, sus asesinos, la imagen de Chico Mendes comenzó a mutar al calor de un cambio de época. Con la caída de la Unión Soviética y la victoria de las doctrinas neoliberales al calor del Consenso de Washington, la imagen del militante obrero comenzó a virar hacia un perfil que lo vinculaba más con el medioambiente, que sin dejar de ser cierta, comenzó a “naturalizar” su imagen al punto que se fue perdiendo su costado militante y sindical para abrir paso a una imagen vinculada a la protección del medioambiente.
Los procesos de reprimarización de la economía y el consenso de los commodities, como afirma Svampa, dieron lugar a un giro ecoterritorial de las luchas por el cuidado del medioambiente que tomó la forma de resistencia contra el extractivismo, vinculado fundamentalmente a la mega minería y a su correlato de contaminación y destrucción de los ecosistemas. Este contexto que se abre en paralelo al nuevo siglo encontró en la figura de Chico Mendes un símbolo de profundo calado, una imagen a imitar y un punto de referencia para las luchas por venir. Esto no carece de sentido, puesto que la muerte de Chico inauguró un período cada vez más intenso y sistemático de persecución y asesinato de líderes ambientalistas, no sólo en Brasil, sino en el continente entero, siendo hoy día Colombia el país con mayor cantidad de activistas ambientales asesinados en el mundo.
Finalmente, en el año 2013 Chico Mendes fue nombrado Patrono del Medioambiente del Brasil por una ley emitida por la entonces presidenta Dilma Rousseff, en un acto de apoteosis de su imagen ahora revestida de tintes religiosos. En aquellos años también se fueron creando en diversos países proyectos agroecológicos y de reforestación que llevan su nombre, siendo uno de los mayores el de Guatemala. Así, este siringueiro tardíamente letrado, se forjó como líder sindical y encomendó su vida a proteger a los trabajadores de su pequeña región, para convertirse luego en mártir de las luchas por el medioambiente, adelantándose y creando una agenda de luchas que serían las que el nuevo siglo conocería como urgentes.
Hoy la Amazonía arde, las aguas del continente corren a raudales desparramando venenos, los alimentos se transformaron en vectores de glifosato y la tierra, desertificada y contaminada, vuela por el aire al compás del fracking y las bondades del cianuro. Más que nunca las luchas reclaman bajar al Santo Patrono de ese ajeno y vulgar pedestal que aleja a Chico de lo que realmente fue: un incansable luchador y mártir obrero con conciencia socioambiental. Hoy, a 33 años del asesinato de Chico Mendes, su imagen se agiganta, sus luchas hacen escuela y su memoria se enarbola como única bandera capaz de orientar las batallas venideras.