Por Editorial Sudestada
El fugador serial, que no responde dónde están nuestras reservas del Banco Central, el que envió miles de millones de dólares en lingotes de oro a Londres a mitad de año -y por más denuncias recibidas no brinda información-, y que tampoco responde sobre los préstamos durante el gobierno de Macri, utilizados para la timba; asegura que la situación de los jubilados “es mejor que la del año pasado”.
Caputo afirma datos irreales, pero con la lupa apuntando a la miserabilidad de uno de los ladrones con mayor impunidad de la última década, nos damos cuenta que para él -como para el gobierno- los jubilados que cobran la mínima “no son jubilados”. Por eso no entran en la ecuación perversa de los privilegiados que cobran millones y le dicen a un adulto mayor que tiene un ingreso menor a 300 mil pesos, que “no es para tanto”. Por eso les quitan los medicamentos, le sacan las coberturas, festejan el ajuste con asados. Porque para ellos -repetimos- los de la mínima “no son jubilados”. Y como los millones de pibes que no cenan en todo el territorio nacional: son “invisibles”.
Caputo se enreda en números que no encajan, lejos de la humanidad, del día a día en la calle, de pellejo de los jubilados frente a las oficinas de PAMI para ver qué remedio le cubren y cuál no, frente a una góndola para decidir si comer o medicarse, o pagar la luz, o cerrar los ojos y prenderse fuego como ayer en Córdoba. Caputo puede, de hecho, decir lo que se le ocurra porque su impunidad es tan enorme como su caradurez. Porque este sujeto, luego de chorearnos todos los préstamos durante el macrismo, se refugió 4 años, y volvió a ser Ministro de Economía, sin rendir cuentas, sin pasar por Tribunales, y presentado como un “rockstar”.
A Caputo ya no hay que pedirle explicaciones, sino a la clase política cómoda en sus bancas y en los proyectos electorales, a los gremios que negocian y se ríen, y festejan, y bailan con el gobierno nacional, y a gran parte del pueblo que sigue sosteniendo “basta de mantener vagos”, cuando PAMI le saca los medicamentos a nuestros viejos.
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