Por Editorial Sudestada
El 10 de junio de 2013 Ángeles Rawson fue asesinada por el portero de su edificio, Jorge Mangeri, luego de intentar abusarla. Fue condenado a prisión perpetua por las pruebas forenses obtenidas. Nunca reconoció haberla asesinado. Su defensa trató de instalar la idea de que Ángeles practicaba sexo masoquista para explicar datos forenses. Mangieri se quemó los arañazos que Ángeles le hizo defendiéndose.
A 11 años del femicidio de Ángeles, han sido asesinadas miles de mujeres. Muchos siguen intentando decir que fue por algo que ellas hicieron. Todavía se buscan justificaciones en la vida de la víctima.
La muerte no nos es extraña.
Para nosotras, la muerte es una noticia concreta en el desayuno, un llamado a medianoche, una foto de búsqueda, un grito horrorizado de encuentro.
Para nosotras, la muerte es real, una presencia cotidiana.
Y cada día le peleamos como podemos, sabedoras de que, así, mortales como somos, de vez en cuando le quitamos su presa, le hacemos pito catalán, atrevidas como somos, doloridas como estamos, cuando una de nosotras escapa de sus garras insaciables. Y a veces, la memoria nos duele en medio del cuerpo y de la cabeza, recordando a las que nos arrebataron. Para nosotras, la muerte no es una extraña.
La conocemos. Y nos conoce.
En tiempos en los que nos intentan invisibilizar, niegan la violencia machista cerrando Ministerios, Secretarías y espacios de contención y atención a las víctimas, tenemos que estar más juntas que nunca. Porque no queremos que nos sigan arrebatando a las nuestras. Porque estamos hartas de que nos maten todos los días pedimos Justicia por cada una y memoria para Ángeles y las que ya no están.