“Alma Mahler”: la nueva obra de Víctor Hugo Morales

La actriz Raquel Ameri es la protagonista del unipersonal Alma Mahler, obra que se presentará en el Auditoruim de Mar del Plata este jueves 13 de febrero. Dirigida por Pablo Gorlero, esta pieza dramática escrita por Víctor Hugo Morales, atraviesa la vida de una mujer austríaca del siglo XIX. En total diálogo con la realidad que atraviesan las mujeres en el contexto actual, la voz del personaje hace eco en los mandatos y los discursos patriarcales que vienen cargando tantas en el cuerpo desde hace tanto tiempo. Desde Sudestada, charlamos con ella sobre la construcción de este personaje y las resonancias en el mundo actual.

Por Natalia Bericat

¿Cómo te contactó Víctor Hugo y cuál fue tu primera recepción de la obra?
La convocatoria fue a través de un mail que me sorprendió :Don Víctor Hugo Morales llamándome para hacer esta historia, que un poco me contó en el mail. De por sí ya me dio muchas ganas de trabajar con él, porque lo admiro, y el desafío de trabajar sobre un personaje histórico, una obra escrita que se inspiró Víctor Hugo en la biografía de Alma Mahler, era un desafío. Realmente sentía que era un material que me traía un desafío nuevo, muy diferente a las obras que venía haciendo, como Rota o anteriormente Millones de segundos. Incluso Víctor Hugo, que me había visto en otros laburos, como cuando hice de chico trans. Pegar el salto de un chico trans a hacer de una dama austríaca del 1900, era muy atractiva la idea, pero desafiante. Y también trabajar bajo la dirección de Pablo Gorlero, un director que viene más del teatro musical. En esta obra también la propuesta era o que yo cantara o que se sumara una cantante a musicalizar la obra, y yo dije, “bueno, me animo a cantar, les mando algunos temas que canto bajo la ducha y ustedes me dicen si ven que es potable lo que hay”. Y dijeron, “no, cantá vos”. Entonces era ese desafío, incluso en el proceso de ensayos, articular estos lenguajes, de una actriz que viene de un teatro independiente, con temáticas duras, a una cosa un poco más estética, más refinada, de la belleza quizás más del teatro musical. Así nos embarcamos en esta historia.

¿Cómo te fuiste metiendo en el cuerpo de esta mujer?
Mi trabajo en general, cuando una obra elijo hacerla, es tratar de ver cuáles son los puntos en común que yo puedo encontrar de mi propia historia con ese personaje, o donde, digamos, la historia del personaje resuena en experiencias de Raquel. No es que me siento en un escritorio a pensar eso, lo hago a través del cuerpo. Cuando voy poniendo el cuerpo, o sea, yo me memoricé el texto de pe a pa, mientras lavo los platos en casa, lo repito y lo repito y cuando llego a los ensayos es ahí donde se materializa. El proceso de ensayos para mí es el momento de la reescritura. Es qué hay por detrás de ese texto, y la reescritura es toda esta materia prima que hay en mí y se empieza a entretejer por detrás del texto, que puede ser, no sé, en el caso de la historia de Alma Mahler, que ella habla mucho de sus amores, de sus amantes. Yo estaba en un momento de mi vida muy lejos de todo ese universo romántico. Entonces, de golpe pasó. La obra llega en un momento, que no es casual, donde yo también estaba experimentando eso. Había en el cuerpo de Raquel en ese presente un material para nutrir esa historia, que después, en realidad, toda esa información que nutre al personaje, incluso la postergación como madre que yo hoy, en este momento, puedo sentir, experimentar en mi cuerpo y reconocerla a nivel químico en mi cuerpo, cómo transito yo esos momentos.
En el texto están. Alma Mahler habla de su postergación en su vocación por su marido, por la maternidad en aquellos tiempos tan lejanos, pero hoy las mujeres también lo vivimos. Entonces, en el proceso de ensayos yo voy como generando esa inmantación entre lo mío y el personaje y el cuerpo entonces va tomando verdad, que quizás era el desafío frente a una historia quizás lejana en un punto, que se transforme en algo vivo, que la persona que venga a ver la obra no vea una pieza de museo bella, sino vea una mujer totalmente encarnada y atravesada por lo que esta mujer vivió, pero en presente. Entonces yo creo que esa verdad que suelo tratar de imprimirle a los personajes que haga más allá de que las historias sean muy diversas tienen que ver con esa disponibilidad que yo siento que le entrego a cada trabajo con mi propia historia, con mi propio cuerpo y con mis memorias ahí también.

Te he escuchado hablar de lo visceral en el teatro ¿Qué significa eso para vos en relación a esta obra?
Tengo a mi maestro Guillermo Angelelli, que en este momento está haciendo La lágrima de los animales en el Cervantes. Con él entrené mucho una técnica corporal del teatro y él lo que decía siempre es que el entrenamiento no es para ser más virtuoso en un sentido estético, sino que vos lo que entrenás es un músculo sensible y esa visceralidad o esa organicidad o esa capacidad de poder captar con el cuerpo esa información que trae la obra y después poder hacer un acto vivo, un hecho vivo la obra, es porque ese músculo está entrenado de forma sensible.
Entonces la visceralidad en realidad es tener las vísceras disponibles “para”. Leer la obra con las vísceras y actuar desde ahí es porque hiciste una lectura desde lo más animal, pero eso más animal se entrena. Yo también doy clases de entrenamiento corporal y vocal para actores y lo entrenamos. Yo les digo siempre, “no vienen a aprender sino que vienen a vaciarse para reencontrarse con el instrumento que tiene toda esa capacidad instintiva de lectura y de sensibilidad”.

Vos recién hablabas de la maternidad y de la distancia temporal que hay entre las mujeres en el 2025 y una mujer del siglo XIX con todos los mandatos patriarcales… Pareciera cómo si nos estuviese hablando del hoy ¿no?
Cuando estrenamos la obra podíamos decir que podríamos encontrarnos con un poquito de distancia y lamentablemente esa distancia otra vez se vuelve a achicar y el discurso de Alma Mahler, de principio del siglo, podría tranquilamente ser hoy en este momento de la Argentina y con este gobierno que está haciendo un esfuerzo para que volvamos a las casas, las mujeres otra vez a postergarnos y naturalizar eso. Entonces la verdad que cada vez es más actual lo que expresa Alma Mahler en la obra, tristemente.
Ojalá algún día una obra como esta nos resultara vieja y aburrida, pero lamentablemente las voces de esas mujeres siguen resonando en las historias del presente. Así que es un poco duro a veces darme cuenta de que sí, que yo como una mujer de hoy puedo identificarme con ella. Pero bueno, también para eso está el teatro justamente, para seguir alzando las voces y si hace falta retomar personajes históricos incluso para eso, para chocarnos con decir ¡Uy, mierda! Una mina en 1900 y estamos peleándonos por las mismas cosas hoy.

Estamos viviendo un contexto particular con este gobierno y como mujer de la cultura, ¿Cómo describís lo que está pasando?
La verdad que la sensación es de un retroceso muy grande donde ya se había luchado y ya se había avanzado. Yo como madre cuidadora y sola de mis tres hijes, hasta por lo menos el gobierno anterior, había una calculadora de tareas de cuidado en una página del gobierno de la ciudad. Y aunque vos te metieras y calcularas y hoy me podrían estar pagando, no sé, cinco millones de pesos por todo lo que hago o más y no me los pagan, pero por lo menos podías ir a la calculadora y había, digamos, un detrás de un camino que se estaba haciendo al punto de que uno podía en una calculadora saber que si nos pagaran por el trabajo que hacemos como madres
Hoy nos tendrían que estar dando diez millones de pesos por mes. Ahora esa calculadora no está más en la página del gobierno. Y me parece que es muy contundente, ¿no? El trabajo invisibilizado de las cuidadoras, tanto de las infancias como de las personas mayores, por ejemplo, es una lucha que hay que volver a dar y seguir dándola. Entonces la sensación es de mucha impotencia y de tener que volver a juntar fuerzas para volver a andar el camino y no bajar nunca los brazos. Eso seguro, seguir luchándola.

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