A principios de los 80 el rumor sobre una enfermedad que solo afectaba a hombres homosexuales se extendió como reguero de pólvora. En tiempos en que la homosexualidad aún figuraba como una enfermedad mental en los registros de la Organización Mundial de la Salud, y era considerada una aberración, la aparición del SIDA resultó en un brote homofóbico que llevó a miles de pacientes a morir en la más absoluta soledad y desamparo, víctimas no solo de la enfermedad sino también de la estigmatización.
Por Cecilia Solá
Hoy sabemos que el SIDA no es una enfermedad propia de un colectivo particular, que se transmite de diversas formas y no solo a través de relaciones sexuales, y que el 54% de las personas que viven con Sindrome de Inmuno Deficiencia Adquirida son mujeres y niñas, según la hoja informativa de la ONU.
Sin embargo, poco se habla de las consecuencias del aislamiento, estigmatización y violencia que padecieron las personas homosexuales cuando la prensa dio en llamar al SIDA la Peste Rosa, el Cáncer Gay. Sobrevivientes de los 80 relatan que incluso el personal médico se apartaba de ellos, que la gente que los rodeaba temía besarlos en la mejilla o hasta estrecharles la mano, y que muchos perdieron sus trabajos y hasta fueron desalojados de sus hogares.
Hace dos días la Organización Mundial de la Salud declaró la emergencia mundial en salud debido a la Viruela del Mono, y su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus pidió a los hombres gays que limiten su actividad sexual y el número de parejas con las que mantienen relaciones. “Este es un brote que puede detenerse si los países, las comunidades y las personas se informan, se toman en serio el riesgo y adoptan las medidas necesarias para detener la transmisión y proteger a los grupos vulnerables. La mejor manera de hacerlo es reducir el riesgo de exposición. Eso significa tomar decisiones seguras para usted y para los demás. Para los hombres que tienen sexo con hombres, esto incluye, por el momento, reducir el número de parejas sexuales, reconsiderar el sexo con nuevas parejas e intercambiar detalles de contacto con cualquier nueva pareja para permitir el seguimiento si es necesario”, dijo el director de la OMS.
La Viruela del Mono o Viruela Sísmica no es una enfermedad que se transmita exclusivamente por vía sexual, ya que basta la cercanía o hasta el uso de cualquier utensilio contaminado para contagiarse. Y dudo mucho que la cuchara sepa si quienes la comparten son gays o héteros.
No se comprende más que por una profunda homofobia este discurso que reflota creencias y estigmas que creíamos haber dejado atrás, al menos en los ámbitos científicos.
En tiempos en que los ataques a personas LGBTIQ+ han escalado en violencia y frecuencia, y la defensa de los derechos duramente ganados se incrementa frente a los ataques de la derecha conservadora, que incluye al poder religioso, este discurso no hace más que exacerbar las justificaciones de los homolesbotransodiantes.
No hace falta más odio ni estigma.
Los 120 asesinatos cometidos en nuestro país en 2021 por razones de orientación sexo afectiva, identidad o expresión de género prueban que de odio ya hemos tenido bastante.