“A la gente de los barrios populares siempre se la mete en la misma bolsa”

César González presentó su nuevo libro, “El fetichismo de la marginalidad”, editado por #Sudestada, en CABA. González es un cineasta que combate a la maquinaria capitalista que todo se deglute, transforma y envenena. Es poeta de las palabras silenciadas. Un escritor valiente, asesino de la moral y toda corrección política, pero apasionado de una vida con varias cicatrices que todavía supuran. Ese César González nos compartió su arma más fiel en la noche de Boedo en “Sigue la polilla”.

“Estamos estancados en la caricaturización, en lo fenomenal, en la falta de investigación. La mayoría de los directores del cine argentino son porteños y porteñas. Si tienen que investigar una villa, tienen que hacer cinco cuadras, no tienen que hacer 20 km o sumergirse en una aldea, pero lo hacen con lo que tienen en el imaginario compartido con sus colegas de clase y ya está. No tienen el temor de hacer cualquier cosa a la hora de representar los barrios populares porque nadie los va a cuestionar. Un rápido argumento viene de que si el director no es de la villa, era obvio que iba a hacer cualquier cosa, pero eso va a ser siempre un atajo y una mirada reduccionista y simple”, expresó el escritor.
Y agregó: “Está estancada la imagen cinematográfica y televisiva en algo muy ridículo. Yo creo que para combatir al espectáculo hay que hacer y ofrecer otro tipo de contenido a la gente, y no una visión moralista. A las imágenes cliché de la villa hay que responder con los cliché mismos, el cliché de un pibe chorro, el cliché de un trabajador, el cliché de un evangelista, porque esas son las imágenes que ya conoce la gente y son más fáciles para entrar”.

También habló sobre su juventud y la pobreza: “¿Cómo no vas a odiar ser pobre? Yo odiaba ser pobre, odiaba vivir como vivía cuando era chico, por eso salía a robar. Odiaba no tener nada. Odiaba tener trece años y no tener una zapatilla. Odiaba salir a un centro urbano y odiaba a la gente comiendo o el que se bajaba de un auto cuando yo no tenía nada y estaba juntando cartones. No era un odio a la persona, no es subjetivo. ¿Por qué yo en un carro y la otra persona a dos metros de distancia en la misma existencia, simultánea a mí, vive como un rey?”.
Además, reflexionó sobre las elecciones, y sobre los que juzgan a las personas de barrios populares que votan a la derecha: “Esto me parece sospechoso ¿Por qué los pobres tienen que ser los que votan bien? ¿Y el resto de la sociedad?: ‘Bueno es más complejo’. Siempre tienen el beneficio de la complejidad. En cambio el pobre no, ‘votó mal’ ‘no sabe votar’. Tiene que rendir cuenta siempre y tiene que explicar, cosa que no pasa con otros lugares geográficos. A la gente de los barrios populares siempre se la mete en la misma bolsa, entonces tienen que hacer las cosas bien, tienen que votar bien, tienen que tener un buen discurso”.

Por otro lado, apuntó a la situación política de Argentina: “Una sociedad no se vuelve de derecha en dos años. Hace dos años éramos todos comunistas porque sacamos a Macri y ¿ahora somos todos fachos?, ¿dos años antes éramos más o menos fachos, en 2017? Es raro, algo estaba sucediendo. Cuando pasa esto es porque algo estaba sucediendo. Algo estaba pasando que no queríamos escuchar. Hay que estar más atentos a nivel perceptivo. Me parece muy política la percepción. Llamo percepción al conjunto de los sentidos, al lenguaje, creo que va por ahí”.

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