En plena cuarentena por la pandemia, ¿cómo hacen las artistas de la música popular argentina para reinventarse, por las redes sociales y por las plataformas de streaming, sin perder sensibilidad colectiva? ¿Qué estrategias repiensan para apuntalar su subsistencia online, con empatía social? Opinan Nadia Larcher, Connie Isla, La Bruja Salguero, Yoli Campos y la productora cultural y digital Susana Guzmán.
Por: Patricio Féminis
Los espectáculos por streaming ayudan a soportar el encierro por la pandemia. Con buena conexión y con mensajes de lucha y de esperanza. ¿Y a los artistas quién los salva? Para los músicos masivos, los vivos de Instagram y de Facebook les representan la chance de mantenerse vivibles, y recogerán esos frutos una vez que la gente vuelva a sus conciertos. El aura solidaria garantiza una promoción estratégica.
Desde ya, aquéllos poseen una espalda mayor que los artistas independientes. A Fito Páez no se le ocurriría cobrar por un recital por Instagram o YouTube… ¿Qué pensarían sus seguidores? El desafío reside para las y los creadores autogestionados que ya sufrían esfuerzos y desvelos para llenar espacios mucho antes de la pandemia: siempre. Coder en vivo los apremia para sobrevivir.
Las intérpretes y productoras femeninas lo saben más que nadie. Además de pelear espacios en medio de la lógica musical patriarcal, reinventan sus recitales y acciones digitales, en plena cuarentena, para seguir estando con sus públicos, aunque sea, por las pantallas. Para ellas, esta emergencia activó distintas iniciativas de proyección online, por las redes y por las plataformas de streaming: de lo individual a lo colectivo.
¿Logran rentabilizarlas? ¿Qué huellas sustanciales buscan dejar en los oyentes… y en sí mismas? Opinan, desde sus casas, Nadia Larcher, Connie Isla, La Bruja Salguero, Yoli Campos y la productora cultural y digital Susana Guzmán.
Nadia Larcher: “Es tiempo de que esta sensibilidad online se transforme en bastión de lucha”
La voz refinada de Nadia Larcher se multiplica hacia la resonancia colectiva. La catamarqueña camina resuena en muchos proyectos a la par, desde cuales su voz se imprime en oídos embelesados con dulce exigencia y renovada curiosidad. De los misterios de los sonidos de raíz y del mensaje social sin dobleces, a los ritmos argentinos sin fronteras.
¿A dónde está, hoy, Nadia Larcher? En su casa, en Buenos Aires, en pleno resguardo. Y en las músicas ya plasmadas y las que vendrán, siempre en compañía: canta en Proyecto Pato, en el octeto Don Olimpio, y en marzo dio a conocer online junto a Micaela Vita y a Noelia Recalde el disco-video de Triángula.
En esta obra audiovisual, disponible en YouTube, las tres se hacen una en varias canciones -con poética feminista-, para pronunciarse en conjunción ancestral, una vez que se pueda volver a respirar en la calle, sin desconfianza ni pavor. Aquí, Larcher expone cómo está viviendo este inédito presente.
“Es muy interesante lo que está pasando a nivel de conciencia cultural. Los artistas que estamos en cuarentena, en un hogar y con comida, no estamos en la misma situación que la de otres músiques con realidades más graves. Cuando no nos podemos encontrar entre los seres humanos, por la pandemia, la música pasa a segundo plano. Eso es algo para tener en cuenta en nuestras propias luchas, por cómo vamos volviéndonos cada vez más individuos y cada vez menos colectivo, menos pueblo. Por eso es importante tomar conciencia de la importancia de los micrófonos. Para comunicar y para generar cambios en nuestras propias maneras de expresarnos. Y estar encerrados no nos tiene que generar un acostumbramiento. Tenemos que estar atentos a qué ocurre con nuestros cuerpos y nuestras caras: una videollamada no reemplaza nunca el mirarse a los ojos. Tampoco quiero acostumbrarme a que no haya música en vivo o clases. Estuve un poco distante de los vivos por streaming, pero sí veo vivos de los compañeros para acompañar este momento. También creo que hay un exceso de producción que nos hace estar, a veces, muy adelante de las necesidades de los otros. Por eso es un buen tiempo para que, desde la cultura, activemos la solidaridad, al servicio de las comunidades que ya sufrían en una cuarentena previa. Que ya vivían encerrados en una situación de pobreza extrema, de negación de derechos y de falta de cobertura de necesidades básicas. Es tiempo de que esta sensibilidad online se transforme en bastión de lucha. También es una oportunidad para que nos hagamos cargo de lo que está pasando a nivel medio ambiental. Que, desde nuestros mensajes, hagamos una revolución de la sensibilidad para reconectarnos con nosotros mismos y con la tierra”.
Connie Isla: “Hoy estoy subsistiendo gracias a las redes sociales”
“Falta empatía, pero cada vez hay más conciencia colectiva. Falta respeto, pero cada vez hay más derechos”, canta Connie Isla (25 años) en ‘Equidad’. Ella se hizo conocida en Instagram con sus videos y sus covers, acompañada por su ukelele. Logra una ductilidad vocal y escénica que parece espontánea, pero que se basa en una amplia formación (canto, teatro y baile) y en una conciencia no ensimismada. Para Connie Isla, las plataformas son puentes de contenido, no de banalización.
Cada vez más cerca de la masividad, creó la fundación sin fines de lucro Músicos del alma, para impulsar shows gratuitos en hospitales y en donde sea. Es embajadora de la cultura vegana, y, sobre todo, una intérprete con imbatible manejo de su voz y sus ritmos. Con varios singles y un disco, Luz y fuego, Isla se deja fluir en esta cuarentena, con vivos de Instagram en los que mezcla clásicos con sus propias canciones. Aquí, con Sudestada, analiza su conexión con las redes sin perder de vista que, tras la pandemia, pero el arte deberá seguir trabajando para mejorar la sociedad.
“Es obvio que es un momento difícil para todes. Si yo dijera que el arte es el rubro más afectado estaría mintiendo: todos los rubros están afectados. Hay muy pocos que están zafando. Lo que sí pasa es que el arte, al ser algo tan movilizante y tan sanador, se tiende, quizá, a dar por sentado que se tiene que ofrecer gratis porque ayuda a la sociedad. Eso es entendible, y los que podemos darnos el lujo de hacer estos festivales gratuitos en redes sociales y demás -que estamos en una situación privilegiada- está bueno hacerlo. Yo a nivel musical hoy no tengo tantos ingresos, más que los de Spotify, pero que tampoco es tanto. Me están saliendo varios trabajos por redes sociales, porque ahora es ‘el’ lugar, la plataforma que está usando todo el mundo para promocionar su empresa, su producto, su emprendimiento. También, desde ya, ayudo a muchos emprendedores que me escriben: ‘Te podemos mandar una vianda, así nos promocionás, por favor’. Eso es más que bienvenido, y siempre está buenísimo ayudar a difundir. Básicamente, hoy estoy subsistiendo gracias a las redes sociales. O a las acciones que estoy armando con algunas marcas que están alineadas a mis principios, y después participo de varias iniciativas y festivales online solidarios. Ya participé de dos. En uno se juntaron como 160 mil pesos y, en el otro, 70 mil. Es un montón, más aun pensando en que, ahora, la gente no está produciendo dinero. Está buenísimo saber que aun en medio de esta sequía seguimos siendo solidaries. Yo trato de hacer un balance en las redes: generar conciencia y traer un poco de buena vibra”.
La Bruja Salguero: “Siento que tengo una función de animadora para quienes están en sus hogares”
¿Hace falta presentarla todavía? María de los Ángeles “La Bruja Salguero” es una de las cantantes esenciales de la música de raíz folklórica argentina; grabó numerosos discos en los que abre sus vibraciones de raíz a nuevos lenguajes, con su voz en calidad expandida, y ganó el Premio Consagración en Cosquín 2017. Adalid de la presencia creciente de las artistas femeninas en todos los escenarios del país, sin fronteras estéticas, también busca redefinir su presencia online en pleno aislamiento social, preventivo y obligatorio. En diálogo con Sudestada, la intérprete riojana concibe:
“Todas las estamos artistas replanteándonos qué hacer. Sin duda, las y los intérpretes necesitamos público para vender nuestros espectáculos y propuestas, y muchas realizan presentaciones en vivo, por streaming, a través de distintas redes y plataformas. Si bien yo no puedo hacer sola, por ahora, una actuación en vivo online, ya que dependo de un acompañamiento, repienso qué generar como para transitarlo sola. Por eso estoy estudiando guitarra. La vida nos está dando un apretón, a todos, para ir a lo más profundo de nuestros oficios y conocimientos. La subsistencia es dura, pero los artistas tenemos algo imprescindible para compartir. Como el público, estamos viviendo sacudones terribles, y es tiempo de acompañar. Yo siento que tengo una función de animadora para quienes están en sus hogares. Por ahora, en mi caso, esto viene sucediendo de manera gratuita. Pero la gente siempre estuvo cerca, y esta es la instancia para devolver, sin nada a cambio, todo lo que me brindaron. Después, el tiempo dirá. El arte salva, sin duda, sobre todo en los momentos más oscuros. Cuando la cuarentena se levante habrá recaudos muy grandes respecto del cuidado de la salud y de los eventos, y no me imagino a la gente yendo a espectáculos enseguida. Habrá que seguir pensando acciones. Sin duda, esas proyecciones energéticas harán que exista un camino creativo para que las artistas podamos seguir trabajando. Hoy, lo que importa, es cuidarnos entre todos. En otra instancia, estuve involucrada en varias grabaciones de canciones vía Internet: con Lito Vitale, con el dúo tucumano La Yunta, y con los santiagueños de Orellana-Lucca, y en otro proyecto para La Rioja. Es bastante difícil generar eso, cuando estás sola, porque te mandan el audio de la base (por la compu o por el celu) y tenés que escuchar y re-escuchar hasta grabar. Todo el tiempo descubrimos otras maneras de relacionarnos con lo digital”.
Susana Guzmán: “Tenemos que generar propuestas monetizables, solidarias y autogestivas”.
Ella es gestora cultural, educadora y activista social en Córdoba. Y tiene una amplia trayectoria conduciendo espacios culturales, equipos y proyectos creativos, tanto físicos como online. De 2011 a 2018, Susana Guzmán fue la directora y programadora artística de Cocina de Culturas, un centro cultural que dio cobijo a más de seis mil propuestas de la música popular argentina del siglo XXI.
Además creó festivales, ferias, mercados, ciclos y encuentros, y asesora a músicos emergentes y consagrados. Hoy impulsa la estrategia de comunicación de la enorme compositora y pianista Ana Robles, y es la productora del espectáculo Chabuca 100 años, a cargo de Mery Murúa, Paola Bernal y Juan Iñaki. Desde que comenzó la cuarentena por la pandemia, Guzmán promueve festivales por streaming y estudia las nuevas modalidades de sustento digital.
“A quienes formamos parte de la cultura independiente, esta cuarentena extendida nos hace pensar nuevas oportunidades de generar contenidos monetizables a través de las plataformas digitales. Un escenario el de las gestoras y artistas que crean, casi desde cero, iniciativas para mantener ingresos. El otro es el de quienes ya estábamos trabajando en algunos productos o servicios online, y que ahora fortalecemos la comunicación para que lo que ofrecemos no se pierda en el océano infinito de la virtualidad. Por ejemplo, estoy lanzando dos cursos online, donde apuesto a ayudar a les músiques a mejorar su presencia en plataformas y redes. Además, acompaño la producción del primer libro digital de la creadora riojana Ana Robles (con canciones, partituras y videos de su primer disco). Tenemos que ver cómo generar propuestas monetizables, solidarias y autogestivas. Es una buena chance para ver cómo activar ingresos aprendiendo a utilizar las herramientas disponibles (como botones de pago y cuentas para transferencias de dinero), pero siempre apostando a que lo que hagamos les sirva a otros. Yo veo dos momentos clave. Uno, que precede a la cuarentena, y que implica ordenar nuestro entorno digital (la infraestructura en donde nuestra música circula, por plataformas, redes y radios), para lograr mayor difusión. El otro es este confinamiento, en el que se pueden diversificar las propuestas mediante clases online, videos, e-books, podcasts, y, desde ya, los conciertos online. En relación con los recitales virtuales, los dos mejores formatos que vi son el del festival por streaming y el de los videos en los que cada música o músico se filma tocando en su casa y luego se edita un video único. La clave es promocionar y ofrecer el cobro de un monto tipo “entrada” por Internet, como si fuera un concierto en vivo. Hay que crear impacto y ser claros en lo que queremos brindar”.
Yoli Campos: “La cultura no es sólo un pasatiempo, sino una forma de vida para muches”
Las peñas son su elemento; los escenarios cada vez más numerosos serán su destino, una vez se supere la pandemia. Yoli Campos es una cantautora de raíz folklórica, con conciencia feminista y con pulso certero para agitar el baile con chacareras, zambas, gatos y otros ritmos, en vivo. Y en su presencia online busca ir en concordancia con esa visión: celebrar los ritmos argentinos, pero con puños en alza hacia la transformación social.
Oriunda de Comodoro Rivadavia, vive en Buenos Aires hace seis años. Pateó largo tiempo los subtes porteños y se volvió una de las artistas más requeridas en las esforzadas peñas itinerantes o fijas, que subsistían (hasta antes de la pandemia) por la Ciudad. Yoli Campos tiene un disco solista, Flor del cemento, y, en esta cuarentena, comparte con Sudestada su visión acerca de la ardua subsistencia de las cantoras independientes, implicadas a distintos desafíos sociales y de género, a través de los dispositivos digitales.
“Yo me muevo en lugares autogestivos y bailables, y también en espacios políticos, siguiendo distintas causas y luchas sociales. En estos últimos años me manejé mucho con la modalidad del espectáculo a la gorra consciente, teniendo en cuenta la realidad económica y social. Con lo del coronavirus se dieron de baja muchos espectáculos, justo cuando estaba repensando con algunes compañeres esta modalidad de la gorra, para generar conciencia en el público acerca de que la cultura no es sólo un pasatiempo, sino una forma de vida para muches. Por eso, en mis conciertos online desde la cuarentena, quise implementar la contribución consciente (sin poner un precio). Ya en el segundo concierto fijé un mínimo, por Mercado Pago, de 200 pesos: el equivalente a la entrada mínima de una peña o de espectáculos particulares. También hay otras opciones para el que quiera contribuir con un monto mayor. El mío fue uno de los primeros conciertos con esa modalidad y la experiencia fue muy buena, económicamente. Después fue bajando, quizá porque otres compañeres optaron por mecanismos similares. Además doy clases de canto y de guitarra, y eso es lo que menos pude concretar online. La conexión es difícil: suelo acompañar a mis alumnes con la guitarra mientras cantan, y cuesta contar con un buen sonido para escuchar cómo están cantando. Pero se fueron dando vivencias y sentires muy lindos: varios aprovecharon para bailar, cantar o tocar desde sus casas mientras yo hacía mis sets online. Pero esto es un trabajo y eso no debe soslayarse. En este sentido, tenemos una fuerte tarea por delante”.
Nota publicada en la Revista Sudestada “Especial Pandemia”