Sobreseimiento no es inocencia

El sobreseimiento de los 4 jugadores de futbol imputados por el delito de violación en pluralidad es la frutilla de un postre con gusto mierda que cuece a fuego lento la “ justicia tucumana” y que zazona año a año con la sangre de víctimas de abuso sexual, femicidio y trata.

Por Caro Fernandez

La querella adelantó inmediatamente que impugnará el fallo y detalló en qué términos lo hará.
Mientras tanto la víctima intenta encontrarle un atajo a la pulsión de muerte que ya la ha llevado a dos intentos de suicidio.
“Me sacaron todo: mi profesión, mis amigas, las ganas de vivir. Hace casi dos años que sobrevivo mientras la justicia y la fiscal que me tocó hacen todo para que no de mas”, relata.

El Juez Augusto Paz Almonacid en una sentencia repleta de contradicciones y términos misóginos, pretende darle aire a cuatro hombres y con eso a todo un sistema judicial machista que festejaron el fallo con cánticos y gritos.
En el laberinto macabro del Ministerio Público Fiscal, duermen causas de abusos, femicidios, pedofilia en redes, pornografía infantil, hasta la prescripción. Ahí en ese cementerio donde día a día sepultan la esperanza de justicia, castigan implacablemente a las que se animan a denunciar. Nadie debe, en la lógica patriarcal, hacer tambalear el status quo y la complicidad.
Basado en la duda y la certeza negativa ( una contradicción tan burda como enorme) , el sobreseimiento de los cuatro machos, es una sombrilla endeble que les permitirá tal vez cerrar contratos por un año más en los clubes que se llevaron perspectiva de género a marzo. Pero para la víctima, es un peso demoledor que se suma a la carga de la violencia institucional y mediática a la que es sometida a diario.
Luli no se acuerda de todo: “ Tengo chispazos. Solo sé que me maree, que el cuerpo no me respondía, que no tenía fuerzas y que ellos me daban vuelta como una milanesa, me agarraron por la boca, por abajo, me lastimaron”. Sangrado, lesiones físicas y episodios de ataques de pánico, son algunos de los puntos que fueron determinados inmediatamente.
Sin embargo, el juez se aferra a detalles como que del hotel “ salió erguida”.
La Ley Micaela exige capacitaciones obligatorias a todos los funcionarios y funcionarias judiciales cada dos años, sin embargo, en el Jardín de la Impunidad, Almonacid se atreve a afirmar en una sentencia de una causa de violación: “ la perspectiva de género invierte la carga de la prueba y pone al hombre en una situación en la que debe probar su inocencia”.

¿Cuánto más se les exige a las víctimas?
¿Cuántas muertes más pretende cargarse la justicia tucumana? Se pregunta Luli y nos preguntamos todos.

Editorial Sudestada